sábado, 24 de diciembre de 2016

La otra cara de la navidad

Debo advertir que a mí no me gusta la navidad. Ni en esencia ni en apariencia. Me explico.
Cuando hablo de esencia me refiero al mito de la “sagrada familia”, que junto al de los “reyes magos” están en el origen de estos festejos. No me gusta por la impostura que supone presentarlos como historias en vez de mitos, como puede ser Hércules, el caballo alado Pegaso, las sirenas, etc. Con el agravante añadido de ser la infancia el principal objetivo al que van dirigidos. Inoculando en sus pequeños cerebros en desarrollo unas disparatadas “historias” como si fueran ciertas.
Así nos encontramos con que instituciones que deberían cuidar por la salud mental y el buen desarrollo físico e intelectual de los pequeños, como son la familia, la escuela y la sociedad, colaboran para hacer pasar por verdades lo que solo son cuentos, contribuyendo a formar una población crédula y supersticiosa en lugar de ciudadanos críticos y racionales.

Si nos fijamos en la llamada “sagrada familia”, lo menos que podemos decir es que se trata de una familia muy peculiar. Pues tenemos una madre que aunque acaba de parir sigue siendo virgen, un padre que no ha participado en el acto de fecundación, y al parecer sigue en abstinencia sexual dada la supuesta virginidad de su esposa y un niño que es al mismo tiempo hijo y su propio padre, ya que representa una de las tres maneras en que se metamorfosea el dios cristiano. En fin, una historia “muy razonable” y rigurosa, que se viene contando de manera reiterada desde hace dos mil años, para formar ciudadanos racionales, críticos y difíciles de manipular. ¿O quizás ocurra lo contrario?
De los “reyes magos” solo dos consideraciones. La primera es que, independientemente de la edad, creer que tres personajes montados en unos camellos son los repartidores de juguetes a todos los niños del mundo, demuestra una falta de inteligencia preocupante. Y la segunda que, más pronto que tarde, los niños descubren que los adultos, y en especial los padres, no son dignos de confianza, sino unos mentirosos. Sin entrar en consideraciones más profundas como la desigualdad de los regalos en función del poder adquisitivo y no de la “buena o mala” conducta del destinatario como nos pretenden hacer creer.
En cuanto a la apariencia, es decir, las manifestaciones externas del evento por parte de los adultos, el panorama no es más halagüeño.
Durante el tiempo, convertido en semanas o meses por los comerciantes, que dura la navidad, no puedo dejar de rememorar aquella película de los setenta, interpretada por Jane Fonda: “Danzad, danzad, malditos”, y cuyo argumento mostraba un ambiente de terrible miseria, en los Estados Unidos durante la Gran Depresión, en el que personas desesperadas se apuntan a un maratón de baile con la esperanza de ganar el premio final en metálico y encontrar, al menos, un sitio donde comer, y mientras los concursantes fuerzan su resistencia hasta la extenuación, una multitud morbosa se divierte contemplando su sufrimiento durante días.
El imperativo de aquella película podíamos aplicarlo al periodo navideño, sustituyendo danzar por comprar. Así el lema con el que podemos definir estas fechas sería “Comprad, comprad, estúpidos”, dada la vorágine compulsiva a comprar que se apodera de las masas, que ayudada por una propaganda, muy hábil en manipular los sentimientos, genera una presión social asfixiante con “licencia para comprar” por una parte, al margen de las necesidades y posibilidades, y por otra, “sentimientos de culpa” si no se participa en este disparate (negocio) del regalo a tutiplén.
A las compras sin control se le añade unos consumos exacerbados de productos, en muchas ocasiones, dañinos para nuestra salud. Es como si durante estas fechas se nos diese permiso para liberar nuestros impulsos de las, habitualmente débiles, ataduras de la razón. Y el camino para conseguir la tan cacareada felicidad que se pregona sea a través de comprar y consumir. Destacando el consumo de alcohol y bollería típica para la ocasión como elementos esenciales de la tradición. El esfuerzo realizado para luchar contra el alcoholismo, el sobrepeso, la diabetes, el cáncer, las enfermedades cardiacas, la ludopatía, etc. de pronto hacemos un paréntesis y lo mandamos todo al garete en beneficio del mercado.
Otro ejemplo de consumo disparatado, por no decir estúpido, lo tenemos en la lotería. España es el país de Europa donde la población más dinero gasta en juegos de azar, mas de 30.000 millones de euros, de los que una parte importante se gasta en estas fechas.  Lamentablemente desaparecen por unas semanas la preocupación por la ludopatía que tanto sufrimiento causa en las familias. Se llega al disparate de que el Estado promocione la participación, incluso manipulando los sentimientos con anuncios como el de este año y la abuela demenciada a la que todos le siguen la corriente. Digámoslo alto y claro, el juego de la lotería está basado en los instintos más egoístas del ser humano  que lo impulsan a desear un beneficio a costa de que otros pierdan. Un porcentaje insignificante gana y la inmensa mayoría de los que participan pierden. Deberían sacar en los medios a las personas que se han gastado en lotería lo que tenían que haber destinado a cosas necesarias y se han quedado sin nada. Eso sería hacer pedagogía y no mercantilismo. Como dice el refrán: “Quien juega por necesidad, pierde por obligación” y aquí, se juega por necesidad.
Para finalizar solo señalar, como reflejo del tipo de sociedad que somos, los iconos que de manera habitual nos viene mostrando la televisión en la salida y entrada de año: Las sensuales burbujitas de una bebida alcohólica y la insana bebida azucarada de la que se venden un millón de envases diarios en el mundo. Todo ello endulzado con el turrón que nos retrotrae a una añorada infancia y perfumado con colonias que actúan como irresistibles feromonas. La ciencia, las artes, en definitiva la cultura y la salud de las personas y el medioambiente lo dejaremos para otro momento.
Ahora toca devorar, emborracharse, apostar, comprar, rezar, en fin, divertirse. Que ustedes lo pasen bien. Yo, como decía Sinatra, lo haré “A mi manera”.
Antonio Pintor Álvarez
Córdoba 24 de diciembre de 2016
P.D: A mis hijos, Sonia, Antonio y Luis, por ser los más afectados, para bien o para mal, con esta manera de ver las cosas y cuya coherencia con la misma ha hecho que la mayoría de las veces mi regalo de navidad haya sido que “no hay regalo”.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Derechos Humanos y Medioambiente

El 5 de diciembre de 2013, hace ahora tres años, más de cien grandes ciudades chinas se cubrieron de una pesada cortina de contaminación. La visibilidad se redujo a pocos metros, provocando importantes alteraciones del tráfico y obligando al cierre de los colegios y edificios públicos. La concentración de partículas superaron el nivel  máximo de seguridad recomendado por la Organización Mundial de la Salud (25 microgramos/m3) en más de 24 veces en Shanghái y más de 40 en Beijing. A esta situación se le ha denominado “airpocalypse”  para subrayar el coste catastrófico, incluso en vidas humanas de aquella emergencia. En un estudio publicado en la revista médica The Lancet el número de muertes a causa de la contaminación en el continente asiático –añadiendo a los de China, los producidos en India y la península de Indochina- superan los dos millones anuales. Estados Unidos que históricamente ha tenido el dudoso honor de liderar el ranking de países contaminantes, ha sido superado por China que ha pasado de 21 millones de toneladas en 1950 – cuando los EEUU andaban por cerca de 700 millones- a superar los 2000 millones en la actualidad. India, con unas magnitudes menores, sigue una trayectoria similar.
También en diciembre -el 10 de 1948- hace ahora 68 años, se adoptó y proclamó por la Asamblea General de las Naciones Unidas la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con la loable intención de crear las condiciones que evitaran guerras tan terribles como las producidas en las últimas décadas. Parece lógico que se enfocaran en la defensa y cuidado de las personas, subrayando la importancia de la dignidad intrínseca de éstas como base para la libertad, la justicia y la paz, que habían sido aplastadas por los regímenes nazis y fascistas de Alemania e Italia respectivamente. A pesar de haber sido asumidos teóricamente por las naciones integrantes de la ONU, siendo  incluidos en numerosas bases legislativas de los diferentes estados nacionales…  se incumplen de forma sistemática, peligrosa y progresivamente con mayor frecuencia e impunidad. De manera que, antes de haber sido capaces de solucionar los aspectos de convivencia entre los seres humanos, nos hemos encontrado con un problema añadido de una gravedad extrema, el calentamiento global del planeta, como consecuencia de la exagerada contaminación medioambiental que estamos produciendo y que nos lleva al desastre y al exterminio de la vida en la Tierra tal como la conocemos en la actualidad.
Si conseguir un mundo en el que se respeten los Derechos Humanos es una meta deseable y tenemos que seguir trabajando en ello. Resulta dramático comprobar que si continuamos por la senda del crecimiento sostenido como fórmula  para que las naciones prosperen, según proclaman con alegría los gobernantes actuales, además de ser falso, nos lleva a la destrucción de nuestro hábitat. De ahí la necesidad de incluir la protección medioambiental. Por ello en el año 2000 se lanzó la llamada “Carta de la Tierra”, proclamación internacional en la que se afirma que la protección medioambiental, los derechos humanos, el desarrollo igualitario y la paz son interdependientes e indivisibles.
Quienes defienden el crecimiento del Producto Interior Bruto como indicador de la “buena” evolución económica del país –caso de España y resto de la Unión Europea- siguiendo el cínico lema “Crece ahora, y después preocúpate de los pobres”, se apoyan en la creencia dogmática de que la creación de riqueza beneficia a “todos” y que los efectos colaterales, como la contaminación y la desigualdad, son transitorios gracias a la mejora tecnológica y al “goteo de arriba hacia abajo” de la riqueza. Para fundamentar estas creencias se apoyan en la curva que Simón Kuznets – Premio Nobel de economía en 1971- , utilizó para reflejar los resultados del estudio del ciclo económico a largo plazo que caracterizó a los países de primera industrialización en relación con la desigualdad económica, sin pretender que tuviera un valor predictivo y mucho menos prescriptivo, pues solo era un estudio descriptivo. A pesar de ello la llamada “Curva de Kuznets” es utilizada por la ideología neoliberal para explicar las bondades del crecimiento del PIB, ya que aunque en una primera fase, nos dicen, cause desigualdad en lo económico y contaminación en lo ambiental, conforme el crecimiento progresa llegará a un punto de inflexión a partir del cual ambos fenómenos-desigualdad y contaminación- irán descendiendo como corresponde a la imagen de una curva de campana en forma de U invertida, en la que en el eje horizontal se refleje el PIB y en el vertical el índice de desigualdad (GINI) o la contaminación ambiental, según el problema que estemos analizando. Lamentablemente, al igual que en otras afirmaciones de la ideología neoliberal, solo son creencias dogmáticas sin base empírica en la que apoyarse, pues los hechos nos cuentan una historia opuesta.
El Articulo 25 de la DDHH dice que: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado…”. Sin embargo aunque la riqueza a nivel mundial ha aumentado exponencialmente, ello no ha supuesto una distribución equitativa de la misma, como predice la “teoría del goteo hacia abajo”. La brecha entre ricos y pobres se ha hecho mayor en los últimos treinta años, precisamente cuando se han aplicado las políticas neoliberales, como muestra el informe de Oxfam presentado en enero de 2014 en la cumbre de Davos, según el cual las 85 personas más ricas del mundo poseen una riqueza superior a más de la mitad-3.500 millones- de la población mundial más pobre. Incluso en los países tradicionalmente más igualitarios, como Suecia y Noruega, la porción de riqueza ha pasado a los más ricos en una porción superior al 50%. No solo no hay “goteo hacia abajo” sino que se está produciendo una “aspiración hacia arriba” de la riqueza.
En cuanto al impacto medioambiental, tenemos a China e India como ejemplo de países emergentes más destacados en los aspectos económico y demográfico, en los que el punto de inflexión, al igual que el punto G, solo aparece en la imaginación de los gobernantes, siendo desmentido una y otra vez por los hechos. A pesar de ello los organismos internacionales lo han convertido en un dogma que les sirve de coartada para justificar el traslado sistemático, masivo y destructivo de los procesos de producción más tóxicos desde las tradicionales economías desarrolladas a las periféricas que aún no están “saturadas”.
En conclusión podemos afirmar que la aplicación de las políticas neoliberales nos lleva a un retroceso de los Derechos Humanos Universales aumentando la desigualdad entre ricos y pobres, al tiempo que provoca un aumento del deterioro medioambiental, situaciones que los seres humanos no podemos permitirnos si no queremos abocar a la  autodestrucción.
                                                                                         Córdoba 10 de diciembre de 2016

miércoles, 31 de agosto de 2016

El obispo, la bomba y el género

Por primera vez y sin que sirva de precedente saldré en “defensa” del Sr. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, ante las múltiples críticas de que ha sido objeto en prensa en los últimos días. Algunas realizadas por amigos y compañeros a los que admiro y respeto.       No lo hago porque comparta su opinión sobre la Ley de Identidad y de Expresión de Género e Igualdad Social aprobada en la Comunidad de Madrid a la que ha calificado de “bomba atómica para la iglesia”, pues mi pensamiento, principios y valores están en las antípodas de las que este Sr. y la institución que preside, Iglesia Católica, predican y practican.
Mi “defensa” surge porque este Sr. dice lo que debe decir siendo coherente con los dictados de la organización a la que pertenece. Motivo por el que cuenta con el apoyo de las Cofradías,  sacerdotes y feligreses, como componentes de la misma. No me parece correcto atacar al mensajero cuando el mensaje no es de nuestro agrado, hay que ir a los orígenes del mismo, no quedarnos en la superficie sino buscar la raíz del problema. No se trata de que las declaraciones del obispo sean improcedentes en los tiempos actuales, que lo son, pero no porque se le hayan ocurrido a este Sr. sino porque se apoyan en un sistema de creencias que aunque, es compartido por millones de personas, en la mayoría de los casos viven ajenas a las muchas barbaridades en las que se sustenta, e ignoran el papel que representa en la perpetuación de los conflictos humanos. Todo ello facilitado por haber acomodado la fe religiosa a la cotidianidad social sin entrar en ningún tipo de análisis de las mismas. Mecanismo que recuerda aspectos del trastorno psicopatológico del delirio.
Son estos sistemas de creencias basados en la fe y no en la razón, en la ignorancia y no en el conocimiento (“Bienaventurados los pobres de espíritu, es decir los ignorantes, porque de ellos es el reino de los cielos”), los que han inspirado las mayores atrocidades cometidas por los seres humanos. Por ello el coctel formado por las creencias religiosas y la existencia en la actualidad  de terribles armas de destrucción masiva es la autentica bomba que pone en riesgo el futuro de la humanidad.
En las declaraciones de los representantes de las Cofradías de diversas localidades, argumentan que el obispo está en su derecho de criticar “la ideología de género”, al igual que lo ha hecho el Papa Francisco, señalando que  es diferente de “la igualdad de género” que si dicen defender, pues ésta si persigue equiparar los derechos entre hombres y mujeres. Por supuesto que el Sr. Obispo tiene derecho a criticar la ideología de género al igual que cualquier otra, se llame marxismo, neoliberalismo, cristianismo, etc. Sin embargo lo más sorprendente de todo esto es la habilidad que tienen los miembros de la Iglesia para decir una cosa y hacer justamente lo contrario sin inmutarse.  
Como ciudadano que ha recibido una obligada “formación religiosa” en la escuela de la dictadura, dominada por la Iglesia Católica, no recuerdo ninguna ocasión en la que dentro de esta doctrina se tratara a la mujer en condiciones de igualdad con respecto al hombre, más bien todo lo contrario. La brutal discriminación de la mujer en los textos sagrados, al parecer dictados o inspirados por un Dios que todo lo sabe y todo lo puede, ¡es abrumadora! Algo que puede corroborarse con facilidad con solo consultar los mismos. Ya en el Génesis se nos informa que: "Por la mujer comenzó el pecado, por culpa de ella morimos todos".
Y en Eclesiastés, ¡palabra de Dios!, se dice:
-"He hallado que la mujer es más amarga que la muerte, porque ella es como una red, su corazón como un lazo y sus brazos como cadenas. El que agrada a Dios se libra de ella, mas el pecador cae en su trampa;
-"Por más que busqué no encontré; entre mil se puede encontrar un hombre cabal, pero mujer cabal, ni una entre todas".
Perlas similares en las que la mujer es tratada de la forma más denigrante imaginable como que "la mujer es más amarga que la muerte " o que "vale más maldad de hombre que bondad de mujer" se encuentran escritas en unos textos considerados por esta doctrina “la palabra de Dios”, evidenciando una misoginia extrema y delictiva, aunque los gobiernos “democráticos” miren hacia otro lado y no exijan a los dirigentes de esta religión que denuncien y renuncien a esta barbaridad tan estúpida y tan denigrante en contra de las mujeres.
Por otra parte resulta evidente el papel más que secundario que la Iglesia otorga a la mujer, a pesar de que el llamado “pueblo de Dios” está compuesto en su mayoría por mujeres, desde la forma en que dice que fue creada, de una costilla del hombre para que no estuviera solo, es decir para su distracción, hasta los roles que desempeña en su propia organización. Paradójicamente la ciencia nos dice que las cosas ocurren al contrario, pues el sexo por defecto del desarrollo embrionario es el femenino, de manera que solo cuando se altera por intervención de la testosterona producida por la activación del gen SRY, ubicado en el pequeño cromosoma Y, da lugar a los cambios morfológicos que lo transformaran en varón.

En cuanto a la homosexualidad no se ha caracterizado precisamente por su defensa. Hasta en 15 pasajes bíblicos se condenan explícitamente este tipo de relación sexual  en las Sagradas Escrituras. Ejemplo: Levítico Capitulo 20: “Si un hombre se acuesta con un varón, como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia; los dos morirán y serán responsables de su muerte”. Es conocido por “todo el mundo”, y olvidado (¡maldita memoria!), el desprecio, maltrato y persecución a la que son sometidas estas personas por parte de los poderes religiosos cuando éstos no son limitados y controlados por el poder seglar. Algo que, por otra parte, no debería sorprendernos ya que para la Iglesia Católica el sexo debe quedar limitado a la procreación, siendo condenable cuando se practica con cualquier otra intención, mucho más si es por puro placer. ¿Y qué capacidad de procrear puede tener la práctica sexual entre dos personas del mismo sexo? Pues ninguna. Si a ello añadimos que se trata de una conducta que viola “su orden natural”, tendrán motivos más que suficientes para su condena.                       
Por razones de este tipo, u otras, ¡vete tú a saber! los dos Papas anteriores cuando visitaron poblaciones afectadas de manera epidémica por el SIDA en el continente africano, condenaron el uso del preservativo. Las pobres y devotas gentes que tuvieron la desgracia de escuchar su mensaje y hacerle caso se convirtieron en población de alto riesgo para contraer la enfermedad, para desesperación del personal sanitario que con esfuerzo heroico intentaban, y siguen en ello, cortar la epidemia.                                                                                                      
  Para finalizar no me resisto a transcribir un conocido pasaje bíblico sobre Lot, al que Dios, cuando decidió destruir  las ciudades de Sodoma y Gomorra al parecer afectadas de una especie de epidemia de lujuria, perdonó la vida por su bondad y a su mujer la convirtió en estatua de sal por curiosa:                               
 Llamaron a Lot y le dijeron: « ¿Dónde están esos hombres que llegaron a tu casa esta noche? Mándanoslos afuera, para que abusemos de ellos.»
Lot salió de la casa y se dirigió hacia ellos, cerrando la puerta detrás de sí, y les dijo: «Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi 
hospitalidad.»                                         
Aunque aceptáramos que la ciudad estaba habitada por “salidos sexuales” que buscaban alivio de cualquier forma ¿Es razón para exterminar a todos sus habitantes? ¿Qué ofensa de impureza podía haber cometido la población infantil, bebes incluidos? ¿Y los pobres animales? ¿No son razones para, al menos cuestionar, lo que se nos cuenta en ese compendio literario del disparate que es la Biblia? No he escuchado a ningún predicador de esta doctrina hablar de estas víctimas que en lenguaje actual serian consideradas “efectos colaterales”. Lo que debe ser motivo de tranquilidad para los creyentes americanos al saber que ocurren hasta en las misiones divinas.                                                                                                                                    
Como dice el refrán: “No se pueden pedir peras al olmo” y esto es lo que hacemos cuando pretendemos que desde la Iglesia Católica se dé un mensaje de respeto a la mujer y a los homosexuales, sencillamente porque no está en “su naturaleza”.

viernes, 29 de julio de 2016

Nuestro veneno de cada día

No, no me refiero a las píldoras tóxicas que nos suministran diariamente los medios “informativos” de nuestro país con TVE a la cabeza. Se trata del aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que comemos.
A menudo escuchamos la frase: “Somos lo que comemos”. Incluso el filósofo y profesor de ética Peter Singer, autor del best seller “Liberación animal”, ha utilizado este título para uno de sus últimos libros. Evidentemente no se pretende  que se tome tal frase de forma literal, sino resaltar la importancia de la alimentación en lo que somos, tanto en lo referente al desarrollo orgánico como a la salud.
Son muchos los hechos que nos señalan que en este asunto, como en tantos otros,  vamos por mal camino.
Hemos sido testigos, y continuamos siéndolo, de la estafa económica sobre los pueblos europeos por parte de los individuos  que ostentan los poderes económicos, ayudados por aquellos políticos a los que “prestan” dinero para sus campañas u otros menesteres, y que desgraciadamente demasiados ciudadanos, a pesar de todo, siguen votando. Estafa a la que eufemísticamente se le ha denominado “Crisis” y que ha sumido en la miseria a millones de personas y beneficiado a ladrones y sinvergüenzas sin escrúpulos que vemos desfilar todos los días por los noticiarios y/o tribunales de justicia.
Lamentablemente no es la única crisis que nos urge dar respuesta desde la ciudadanía. Además estamos ante una “Crisis Ecológica Global” que afecta a cuatro dominios fundamentales para el futuro de la humanidad: la biodiversidad, la energía, el clima y la salud.
En lo relativo a la salud, si nos fijamos en las enfermedades que más preocupan en estos momentos: cáncer, enfermedades neurodegenerativas, diabetes, trastornos inmunitarios, asma, alergias, esterilidad, etc. su incidencia, es decir nuevos casos, va en aumento. En nuestro país el Cáncer de Mama, como representativo de este mal en la mujer, aumenta en algo más del 2% anual; a los hombres no les va mejor si nos fijamos en el Cáncer de Próstata.
Si añadimos a lo anterior lo publicado en dos estudios en 2011 en los que, en uno se demostraba que “la esperanza media de vida de los estadounidenses ha disminuido por primera vez en su historia” y en el otro se constataba que “en treinta años se ha duplicado la cantidad de personas que padecen obesidad en el mundo”, podemos decir que estamos más gordos, más enfermos y vamos camino de vivir menos. Paradójicamente en tiempos en que ciencia, tecnología y riqueza a nivel mundial han alcanzado las mayores cotas de nuestra existencia.
Son muchas las evidencias que nos muestran la importancia que tiene la alimentación en lo que nos está ocurriendo. Si partimos de la base de que lo que somos es el resultado de la interacción de los genes con el ambiente y dado que el cambio en los genes suele ser muy lento, parece  obvio que las anomalías que están apareciendo tienen su origen, en gran medida, en la exposición ambiental. Por ello se ha señalado como elemento esencial para mejorar la situación basarse en lo que se ha denominado: “expologia”, es decir tener en cuenta todas las exposiciones químicas a las que está sometido el ser humano en su entorno, desde su desarrollo embrionario, cuando los riesgos son mayores, a la edad adulta.
En el mundo de la investigación alimentaria existen dos tendencias que a pesar de ser complementarias y constituir las dos caras de una misma moneda, desgraciadamente como en tantas otras cuestiones, se suelen ignorar entre sí.
Por un lado tenemos aquellos científicos interesados de manera casi exclusiva en el “estilo de vida” y que, en los aspectos relacionados con la alimentación, ponen el foco del debate en la “dieta mediterránea” versus “comida basura”. En otras palabras, sobre la clase de alimentos que ingerimos: verduras, frutas, hidratos de carbono, grasas, proteínas, etc. Con esta cara de la moneda estamos más familiarizados por ser la que se utiliza en la práctica médica y porque suele ocupar los medios informativos mediante charlas y consejos al respecto. En ellos se nos informa de las propiedades saludables de la “dieta mediterránea” frente a las nefastas consecuencias para la salud de la popular y extendida “comida basura”. Aunque diésemos por buenas las recomendaciones de los organismos oficiales, que algunas no lo son, respecto al tipo de alimentos que debemos consumir, es evidente que resulta incompleta si queremos alimentarnos de manera saludable. Nos falta la otra cara.

Para mostrarlo nada más útil que un ejemplo: En 2010 se publicó un estudio realizado en Francia en el que se analizó la alimentación cotidiana de un niño de 10 años que seguía las recomendaciones oficiales al respecto. El balance fue abrumador: “Ciento veintiocho residuos, ochenta y una sustancias químicas, cuarenta y dos de las cuales están clasificadas como cancerígenas posibles o probables, y cinco sustancias que están clasificadas como cancerígenas seguras. Así como treinta y siete sustancias susceptibles de actuar como “perturbadores endocrinos”Para el desayuno, solo la mantequilla y el té con leche contenían más de una decena de residuos cancerígenos posibles y tres que lo son seguros, así como una veintena de perturbadores endocrinos… Lo mas “rico” resultó ser la rodaja de salmón para la cena con treinta y cuatro residuos detectados”. Esta otra cara de la alimentación es de la que se ocupan los investigadores que ponen la mirada en los orígenes medioambientales de las enfermedades crónicas y los diversos tipos de cáncer. Aquí el foco se pone en la calidad de los alimentos en lo referente a la manera en que se producen y distribuyen, como elementos propiciadores de la alta contaminación por productos químicos en los mismos.
En 1991 un grupo de investigadores de diferentes disciplinas con Theo Colburn a la cabeza, añadieron un motivo más de preocupación sobre los riesgos de enfermar por los contaminantes ambientales, pues a las enfermedades  que habitualmente se estudiaban (cáncer, diabetes, neurodegenerativas, etc.) fueron capaces, al unir las diferentes piezas que cada uno aportaba desde su especialidad, de construir el puzle que les permitió vislumbrar el mecanismo por el que muchos de los productos químicos que estábamos usando producían graves malformaciones en el aparato reproductor y en la conducta de apareamiento de múltiples especies de la fauna silvestre. Estas sustancias actuando como “impostores hormonales” consiguen gracias a la sinergia que se produce entre ella que dosis casi homeopáticas de una parte por billón produzcan graves daños en el desarrollo de los embriones. A estas sustancias el grupo las denominó “Disruptores endocrinos” y dio la alarma sobre las repercusiones en los seres humanos dada la ubicuidad de las mismas por la insensata utilización de productos químicos, como los plaguicidas que han contaminado las aguas, el aire y los alimentos, junto a otras que forman parte de la mayoría de los utensilios de uso cotidiano en las sociedades desarrolladas  como plásticos, electrodomésticos, aparatos electrónicos, cosméticos, etc.
A pesar de los datos que indican el riesgo en la población humana de estas sustancias, especialmente en mujeres gestantes por los graves efectos en los embriones en desarrollo (retraso cognitivo, trastornos inmunitarios, de memoria y atención, etc.), la poderosa industria química se las sigue ingeniando para que las diferentes agencias reguladoras gubernamentales en vez de actuar con la rapidez de la liebre ( para beneficio de la población) lo hagan con la lentitud de la tortuga ( en beneficio de la industria química) y, lo que es peor, como la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la UE) que en 2015 declaró que “el Bisfenol-A no supone riesgo para la salud a las dosis de exposición habituales”. Negando la evidencia de multitud de estudios científicos independientes y dando muestra de una ignorancia escandalosa al utilizar métodos de evaluación desfasados y no apropiados (al no tener en cuenta el efecto sinérgico del coctel químico al que estamos expuestos ni los diferentes periodos críticos del desarrollo, entre otros). Pero, eso sí, en sintonía con lo que defienden las empresas químicas.

En general seguimos sin aplicar el Principio de Precaución, que obligaría a demostrar la seguridad para la salud de las sustancias químicas antes de permitir su uso, con lo que se trasladaría la “carga de la prueba” a las empresas comercializadoras. Justo lo contrario de lo que ocurre en la actualidad que se permite su uso, basándose en los datos que la propia empresa proporciona. Requiriéndose  pruebas concluyentes de la nocividad del producto para su prohibición.

Por ello, dada la incompetencia y la falta de garantías de las agencias gubernamentales en proteger a sus ciudadanos se hace necesario un activismo social que  muestre a esa ciudadanía “instalada” en la apatía y el consumismo ciego los riesgos a los que estamos sometidos. Exigiendo que se democraticen las instituciones responsables y se pongan en marcha medidas correctoras por parte de los gobiernos… Y mientras tanto pongamos nuestro granito en la consecución de un mundo más saludable comprando en el comercio del barrio productos de temporada y ecológicos. Contratar con eléctricas sostenibles tipo SOM y si alguien tiene algún dinero usar banca ética (Triodos, Fiare, etc.).Con ello disminuiremos nuestra dosis de venenos diarios y el riesgo para nuestros hijos y nietos.

viernes, 17 de junio de 2016

Nuevas Elecciones: Ante la ingenuidad y la estupidez, seamos inteligentes.

Con motivo de las nuevas elecciones y una vez actualizada, vuelve a ser oportuna la reflexión realizada para una cita electoral anterior.
En un artículo anterior “El cerebro y las decisiones políticas” reflexionaba sobre las causas que, según los experimentos científicos, nos inclinaban hacia una opción política concreta. En éste, de una manera menos científica y algo irónica pues se analiza desde “mi” escala de valores, pretendo hacer ver las consecuencias de las elecciones que hacemos.

Carlo M. Cipolla nos advierte en su breve ensayo sobre “Las leyes fundamentales de la estupidez humana” que la humanidad se encuentra en un estado deplorable. Añade que desde Darwin sabemos que compartimos nuestro origen con el resto de las especies del reino animal, las cuales  tienen que soportar sus dosis cotidianas de tribulaciones, temores, frustraciones y adversidades. Sin embargo, nosotros los humanos tenemos que cargar con una dosis extra de tribulaciones cotidianas, provocadas por un colectivo  perteneciente al propio género humano y que sin estar organizados actúan en perfecta sintonía. Similar a la “mano invisible”, que según Adam Smith guía a los mercados, pero que en este caso si funciona, consiguiendo una gran eficacia en la actividad del grupo. Se refiere a los “estúpidos”.
La 1ª Ley ya nos pone en guardia, pues dice: “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”.
Aclaremos a qué se refiere Cipolla cuando habla de estupidez humana y de individuos estúpidos.
En las interrelaciones humanas cada uno de nosotros suele obtener una ganancia o una pérdida, y al mismo tiempo proporciona una ganancia o una pérdida a algún “otro”. Es lo que en “la teoría de juegos” se conoce como “juego de suma cero”. Es decir, lo que unos ganan otros lo pierden.
 Esto lo podemos ilustrar mediante una gráfica:

El eje de la “X” mide la ganancia o pérdida del sujeto analizado.
A la derecha del punto “0” estarían las ganancias y a la izquierda las pérdidas. En el eje “Y” se registra la ganancia o pérdida que obtiene el sujeto, grupo o “ente” con el que interactúa el sujeto analizado.
En la parte superior del punto “0”  estarían las ganancias y en la inferior las pérdidas.
Como podemos observar de esta interacción obtenemos cuatro cuadrantes que se corresponden con las cuatro categorías fundamentales en las que  Cipolla clasifica a los seres humanos:
-         los “Incautos” (H), que con su acción obtienen perdidas para ellos y beneficios para los otros;
-         sus opuestos que serian los “Malvados” (M), que con su acción obtienen beneficios a costa de otros;
-         los “Inteligentes” (I), quienes actúan de manera que todos ganan; 
-          y sus antagónicos los “Estúpidos” (E), que consiguen que todos pierdan.
Si trasladamos esta tipología humana al terreno electoral observaremos que los electores se comportan muchos como incautos y la mayoría como estúpidos en función de los escenarios que consideremos. Veamos:
Si el escenario sobre el que enfocamos la conducta electoral lo centramos en los aspectos económicos, democráticos, laborales y sociales como elementos constituyentes de lo que denominamos “estado del bienestar”, comprobamos que hasta ahora, y parece que, desgraciadamente esta tendencia continua, la mayoría social del país, que se encuentra entre las víctimas de las medidas adoptadas por nuestros gobernantes y los oligarcas que los manejan, a la hora de emitir su voto lo hace volviendo a elegir a quienes son los causantes de sus desgracias –PP y PSOE en España - y la derecha europea y la socialdemocracia en Europa.
Es decir, su conducta electoral les perjudica y, en cambio, beneficia a quienes los hechos muestran que nos han llevado a la pobreza mediante las múltiples estafas (Rato y Bankia, Familia Pujol, etc), corrupciones de todo tipo (Gürtel, Bárcenas, Filesa, Eres, Palau, Nóos, etc) y legislando en beneficio del capital a costa del resto de la población (Art. 135 CE) y políticas austericidas. Este es un ejemplo típico de conducta incauta. Pues con su voto se perjudica a sí mismo y a los que comparten su situación socioeconómica (trabajadores, desempleados, jubilados, discapacitados, etc.) en beneficio de “otros”  (capital y sus servidores) que precisamente son el origen de sus penurias y calamidades.
En cambio si el foco lo ponemos sobre el Planeta Tierra, o sea a nuestra “Casa común”, como sujeto sobre el que recaen las consecuencias de nuestras decisiones electorales, y como dice Naomi Klein: “el clima lo cambia todo”, pasamos del grupo de los “incautos” al de los “estúpidos”.
Todos los científicos coinciden en que tenemos un problema. Un problema grave. Mientras nuestros políticos, nuestros empresarios y nuestra propia estupidez se encarguen de que sigamos siendo mortalmente adictos al carbón, al gas y al petróleo, hay algo que podemos prever: que las cosas van a empeorar al ir encauzados hacia el desastre medioambiental. Confirmándose la primera ley, el número de estúpidos se eleva muchísimo.
Los partidos que nos han gobernado hasta ahora, aunque a nivel teórico se ven obligados a reconocerlo, siguen actuando con una obstinada negación del calentamiento climático, acentuando la crisis energética, la hecatombe de la diversidad biológica, y en general la crisis ecológico-social como consecuencia de su empecinamiento en salir de la crisis económica y financiera mediante la única solución en la que ellos creen, el crecimiento. Sin reparar que nuestro planeta ha llegado al límite de la agresión tolerable y que no podemos seguir creciendo de manera infinita en un espacio limitado.
Según los informes de múltiples organismos internacionales hemos sobrepasado varias líneas rojas (emisiones de CO2, agujero de la capa de ozono, acidificación de los océanos, aumento de los aerosoles en la atmósfera, extinción de especies, escasez de agua dulce, etc.) entrando en la “Era de la Catástrofe”. Si nos fijamos en indicadores como la “huella ecológica", estamos más allá de los límites del planeta ya que estamos empleando aproximadamente un 150% de su biocapacidad.
Lo peor de todo es que se conocen las causas y las soluciones a aplicar, pero al igual que ocurrió con el antisemitismo nazi, en el que la mayoría de los alemanes y resto de europeos, miraron hacia otro lado en lo que algunos denominan “Denegación” y/o “Ceguera voluntaria”, con "la crisis ecológico-social global", que no es otra cosa que el choque de las sociedades industriales contra los límites biofísicos del planeta, nos está ocurriendo lo mismo.
Instalados en la  “Era de la Eco-Denegación”, seguimos negando realidades patentes y ocultando sus causas y soluciones. Hemos entrado desde hace unas décadas en lo que de manera similar a la “denegación de ayuda” hacia las comunidades masacradas de manera inhumana por los nazis, escudándose en “no lo sabíamos”, que en realidad era un “no queríamos saber”, en un expolio de los recursos naturales a unos límites que nos están llevando a convertir nuestro planeta en un lugar incompatible con la vida humana.
Los negacionistas y los defensores del pensamiento hegemónico centrado en el Crecimiento “Llaman eco-pesimismo a lo que es simplemente superación del eco-analfabetismo y rechazo de la eco-denegación”.
Las leyes de la estupidez humana nos conducen a un escenario en el que incluso los que están obteniendo beneficios económicos como consecuencia del expolio a los ciudadanos –los Malvados en la clasificación de Cipolla- se verán perjudicados, pues la destrucción de nuestro hábitat al que nos están llevando también acabará afectándoles. Obviamente dado que tienen más poder serán los últimos en sufrir las consecuencias. Robaran y eliminaran a quienes les estorben, hasta que la tierra sea completamente inhabitable y entonces perecerán como el resto.
En definitiva elegimos a quienes con su visión cortoplacista centrada en el crecimiento como solución y afán de acumular dinero están destrozando el planeta en el que vivimos, llevándonos a la destrucción del ser humano, ellos incluidos. A largo plazo todos perdemos cuando actuamos de manera estúpida.
El 26 de junio se presenta una oportunidad de cambiar el rumbo de las cosas. Espabilemos. Elijamos de manera inteligente. Votemos por aquellos partidos que defienden y proponen medidas para la sostenibilidad del planeta, mejorar la democracia, gobernar para los ciudadanos y no estén sometidos a la dictadura del poder económico. ¿Es tan difícil?

Aquí tenemos algunos políticos "Malvados", en el sentido de Cipolla, riéndose.
 ¿De quién? Con toda seguridad de "nosotros". Sus víctimas, por nuestra "estupidez"

Nota: Este escrito tiene un corolario, pues como indicaba al principio del mismo, este análisis está hecho desde los valores que defiendo: “Altruismo social” concretado en la defensa del bien común; “Altruismo Ecológico” defensa del Planeta por encima de localismos; Erradicación de la pobreza, Democracia..., que evidentemente no son los que predominan, al menos en la práctica, por ello asumo que la mayoría pensarán que el incauto y/o estúpido soy yo.

Antonio Pintor Álvarez
Junio 2016


miércoles, 8 de junio de 2016

Los problemas del Obispo con “su” patrimonio.

Es un hecho reiteradamente comprobado en la conducta humana que “La Fe nubla la Razón y enciende la pasión”. Por ello aquellas personas situadas en una posición relevante dentro de organizaciones cuyos cimientos han sido fraguados a base de fe, deberían ser prudentes a la hora de hacer declaraciones. Especialmente cuando en ellas se señala de manera negativa a otros, bien se traten de personas, instituciones o ideas. No niego su derecho a ser críticos con aquello que estén en desacuerdo sino que se debe ser prudente y bien informado. De lo contrario se corre el riesgo de que sus muchos seguidores, cegados por la fe y encendidos por la pasión, se conviertan en agentes de injusticias a la hora de juzgar ideas diferentes o lo que es peor a las personas que las apoyan.
En nuestra ciudad tenemos un ejemplo, de lo que no se debería hacer, en el Sr. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, cuyas declaraciones publicadas en prensa dan material suficiente para elaborar una antología de la imprudencia.  Este Sr. suele señalar a quienes piensan de manera diferente a la suya, como causantes de “sus problemas”.
En esta ocasión “sus problemas” son la falta de ayuda económica para el mantenimiento del enorme patrimonio cultural y “los culpables” somos los laicistas.
 Nos dice, el Sr. obispo, que “la iglesia católica es rica en fe y en patrimonio cultural”, de manera que: “En España el 80% del patrimonio cultural material es propiedad de la Iglesia Católica, que lo posee por legado histórico de sus hijos y lo emplea para el culto y para disfrute cultural de todos en preciosas exposiciones”. Llama la atención, por una parte, la enorme riqueza patrimonial en nuestro país de una organización cuya sede central está ubicada en un país extranjero como es el Estado de la Ciudad del Vaticano (gobernada por una Monarquía absolutista y teocrática) y, por otro lado, la fórmula que alega para su adquisición “por legado histórico de sus hijos”. Nunca una madre recibió tanto a cambio de tan poco, gracias a hijos tan generosos.
Sin necesidad de remontarnos a oscuros tiempos pasados y viendo lo que ocurre en la actualidad, lo que vemos es a esos “generosos hijos” legislando y facilitando que los codiciosos obispos se apropien de lo común, de lo público (Artículo 206 de la Ley Hipotecaria, vigente desde 1946 hasta 2015 y el artículo 304 del Reglamento Hipotecario que consideraba a los Diocesanos como fedatarios públicos). Desde 1946 hasta 1998 la iglesia registró a su nombre una inmensa cantidad de bienes cuya cuantía real se desconoce dadas las dificultades que aquellos de “sus generosos hijos” políticamente bien situados están poniendo a su esclarecimiento (sobre todo casas, escuelas, edificios, huertas, atrios y tierras incluidos algunos cementerios, pues la ley no permitía registrar los edificios de culto). A partir de 1998 el gobierno de Aznar, muy católicos todos ellos, legalizó la posibilidad de registrar los bienes de culto por parte de los Diocesanos sin necesidad de justificación alguna. Abriendo la veda para la apropiación de todo inmueble que tuviera alguna relación con lo religioso o estuviese en sus alrededores, como ha ocurrido en nuestra ciudad con la Mezquita, el Triunfo, la plaza del Pocito, las Iglesias fernandinas una vez restauradas (no mientras se encontraban en estado ruinoso), etc.
Las consecuencias son, según nos aclara el Sr. obispo, que el mantenimiento de toda esta riqueza les supone un “gasto mayor que el ingreso que genera” ya que “restaurar un templo o tener a punto todo el patrimonio mueble e inmueble es una preocupación constante desde hace siglos”. El problema es que según él mismo nos dice, históricamente “ellos se preocupaban” y “otros lo pagaban”: “ha habido épocas en las que hemos contado con ayudas del erario público”, algo que, según él, no ocurre en la actualidad.
Sin entrar en los múltiples beneficios fiscales que la iglesia católica disfruta ¿A dónde van a parar los más de 10.000 millones de euros que anualmente se les regala siguiendo los acuerdos franquistas con el Vaticano y posteriormente confirmados por los gobiernos “democráticos”? Cantidad superior a los recortes en sanidad y educación que tanto daño nos está haciendo a todos los españoles, independientemente de sus creencias. ¿Y los cientos de millones recaudados por hacienda para “donarlos” a la iglesia católica a través de la “X” en la declaración de la renta? Dinero que se sustrae de los ingresos estatales para beneficio de esta institución a diferencia de otros países en los que los católicos que marcan la “X” aportan esta cantidad de manera suplementaria evitando sea detraído del erario público.
De manera que primero se apropian de todo lo que se les pone por delante y después se lamentan que quienes han sido expoliados no corran con los gastos de mantenimiento. Alguien podría pensar que esto es el colmo del cinismo, sin embargo es posible que se deba a la otra gran riqueza de la Iglesia católica y que el obispo, al igual que le ocurre con la riqueza inmobiliaria, debe poseer en gran dosis: la fe. Y como decía al principio “la fe nubla la razón”.
Con esta “ceguera voluntaria” e interesada a la hora de buscar culpables de sus desdichas, nada mejor que señalar al pensamiento laicista. Así nos dice que “una postura laicista contraria a la existencia de la religión” es lo que provoca que haya dinero para actividades culturales de todo tipo y  “no lo hay para restaurar una ermita o el templo más emblemático del pueblo, porque la religión para los planteamientos laicistas es como la peste, hay que evitarla”.
 El Sr. obispo sigue propagando el prejuicio muy arraigado en nuestro país durante los 40 años de dictadura nacional-católica de equiparar laicismo con anticlericalismo. Cualquier persona creyente, pero libre de fanatismos religiosos, verá razonable la existencia de un Estado Laico por ser el modelo que garantiza el respeto a “todas” las creencias religiosas o ausencia de las mismas. El problema para la fracción fundamentalista  de la Iglesia católica es que ello debe hacerse sin privilegios hacia ninguna y que los costes de su mantenimiento deben ser asumidos por sus seguidores y no por el Estado.
Parte de los problemas económicos de la Iglesia Católica tanto a nivel mundial como nacional no hay que buscarlos  en los demás sino en los pecados de lujuria y avaricia cometidos en su seno. La conducta de “algunos de sus pastores” que han malinterpretado el virtuoso mensaje evangélico de “amor al prójimo” por el pecado de lascivia en la forma de “abuso a menores”, les está suponiendo unos enormes costes económicos debido a indemnizaciones condenatorias y pagos extrajudiciales a las víctimas para evitar el juicio. Situación que en Estados Unidos está provocando el cierre y venta posterior de miles de parroquias. En España, el pecado de avaricia de las autoridades eclesiásticas, facilitado por la legislación aludida, ha provocado un acaparamiento superior al que en justicia le corresponde y de lo que pueden mantener.

Por favor, actúen en coherencia con lo que predican. Muchos de “sus problemas” desaparecerán y todos seremos más felices.

martes, 31 de mayo de 2016

El “TTIP”: Un tratado suicida.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial las poderosas industrias dedicadas a fabricar sustancias químicas con las que matar al enemigo mediante el envenenamiento se quedaron sin demanda y consecuentemente sin negocio. Esta situación duró poco, ya que al tratarse de poderosos empresarios, condición que ayer al igual que hoy, les permite eludir cualquier responsabilidad independientemente del bando para el que fabricasen sus venenos.  Rápidamente se pusieron a la tarea y se dieron cuenta que con unos pocos retoques, como disminuir la dosis, algún cambio en la estructura química, etc. aquello que servía para matar personas lo podían utilizar para los “bichos” y las “malas yerbas”. Así nacieron los “pesticidas”, después llamados “fitosanitarios” y actualmente “fitofarmacéuticos”. Cambios de nombre con una clara intención de engañar tanto a los agricultores como a los consumidores al sustituir un término que hace referencia a  unos “productos concebidos para matar” (“biocidas”) por unos medicamentos que se suponen protegen la salud de las plantas y, por consiguiente, la calidad de los alimentos.
La primera estrella de esta colección de venenos fue el DDT, un pesticida organoclorado, al que la propaganda de la época elevó a la categoría de “herbicida milagro”, pues además de enriquecer a estos industriales, iba a terminar con las plagas de las cosechas, con los piojos y la caspa de los niños. Algo que en nuestro país hubiese sido razón suficiente, de existir la virginal  moda actual, para que algún ministro o alcalde lo condecorase con alguna medalla honorifica u otorgado el bastón de mando de su corporación.
Gracias a los trabajos de campo de la bióloga Raquel Carson, publicados en 1962 en su libro “Primavera Silenciosa”, y tras sufrir muchas descalificaciones por parte de las “autoridades” científicas y políticas ayudadas por los medios de “desinformación” de la época, finalmente se impuso la razón y a principios de los setenta la EPA (Agencia para la Protección del Medioambiente, fundada gracias a sus trabajos) prohíbe el uso del DDT por “provocar  riesgos inaceptables para el medio ambiente y daños potenciales para la salud humana” y la denostada Raquel Carson fue considerada por esos mismos medios: “entre las cien personas más influyentes del siglo XX”. Lamentablemente el reconocimiento le llegó tarde pues había fallecido de un Ca. de Mama.
Varias décadas después otra gran mujer, Theo Colborn, denuncia en su libro “Nuestro futuro robado” publicado en 1996, lo que junto a un grupo de biólogos de distintas especialidades venían observando cada uno por su parte y en diferentes especies de la fauna salvaje: “Una reducción draconiana de las poblaciones de determinadas especies de animales, disfunciones del sistema de reproducción como que los adultos tenían dificultades para procrear y cuando lo lograban, las crías nacían con malformaciones congénitas y no sobrevivían; también observaron comportamientos no habituales, como hembras que se unían en parejas, machos que no defendían su territorio…”.
Todo ello se expuso en 1991 en la llamada “Declaración de Wingspread” en la que se llamaba la atención sobre los perjuicios de unas moléculas que tienen la capacidad de alterar el sistema endocrino y que las autoridades, afectadas por una “ceguera voluntaria” o quizás “inducida” por las multinacionales del sector, siguen ignorando.
Con todo lo anterior los autores  daban la señal de alarma: “Si no se eliminan los perturbadores sintéticos hormonales del medio ambiente, podemos esperarnos unas disfunciones de gran envergadura a escala de la población general. La magnitud del riesgo potencial para la fauna y para los seres humanos es grande, debido a la probabilidad de una exposición repetida y constante a muchos productos químicos sintéticos conocidos por ser perturbadores endocrinos”. ¡Y las autoridades aún siguen pensando qué hacer!
Otra mujer, en este caso una periodista y documentalista francesa, Marie-Monique Robin, ha sido la encargada, tras una exhaustiva y rigurosa investigación, de mostrarnos el verdadero rostro de esas multinacionales, en dos excelentes libros con sus documentales correspondientes (ambos se pueden ver en Youtube) titulados: “El mundo según Monsanto” y “Nuestro veneno cotidiano”. Poniendo de manifiesto los interese que defienden y al servicio de quien están las agencias estatales, los gobernantes y, desgraciadamente, una parte importante de la “ciencia”.                                                                                                                           Son esas grandes multinacionales (Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow Chemical, Pfizer, Bayer, etc.) las mismas que inundan nuestros campos de pesticidas y transgénicos, al tiempo que no dudan en poner en el mercado fármacos cuyo riesgo no ha sido evaluado convenientemente, y que a pesar de demostrarse las graves consecuencias de su uso los mantienen hasta que los muertos desbordan su capacidad de ocultación, las que constituidas en “lobby” o “grupos de presión” están negociando, en el más absoluto de los secretos, con los políticos de EEUU y Europa un tratado de libre comercio conocido como TTIP para, según nos dicen los partidarios del mismo, “beneficio de los pueblos” de esos territorios.
Otra mujer, Cecilia Malmströn, perteneciente al Partido Popular sueco y Comisaria Europea de Comercio se convirtió en un símbolo de la frialdad, desinterés por los ciudadanos y la democracia en las instituciones, cuando un periodista le preguntó cómo iba a seguir defendiendo el TTIP a pesar de la enorme oposición de la opinión pública y respondió con toda desfachatez y sinceridad: “Mi mandato no procede del pueblo europeo”. Evidenciando a servicio de quién está y el impacto social del TTIP  mediante el ataque salvaje a la democracia que el mismo supone.

La realidad anterior se pone de manifiesto en el llamado tribunal de Arbitraje de Diferencias Inversor-Estado (ADIS), que permite a las empresas demandar a los gobiernos si las políticas de éstos les causan una pérdida de beneficios. De manera que unas multinacionales, que nadie ha elegido, pueden amenazar y obligar a los gobiernos democráticamente elegidos a no aplicar medidas de salud pública o tener que hacer frente a cifras millonarias de indemnización. Como ejemplo tenemos lo ocurrido con la compañía energética sueca Vattenfall que ha demandado al gobierno alemán por miles de millones de dólares por haber decidió retirar paulatinamente las centrales nucleares a raíz del desastre de Fukushima.

Hagamos caso al eslogan que se utilizó en el Reino Unido en la lucha  contra el SIDA: Don´t die of ignorance! (“¡No muera por ignorancia!”), abramos los ojos, seamos inteligentes y no nos dejemos engañar por organizaciones y grupos que solo buscan el beneficio económico sin importarles las consecuencias para el planeta tierra, los seres humanos actuales y, mucho menos, de las generaciones futuras. Digamos alto y claro: “NO AL TTIP”. No a los políticos que negocian en nombre del pueblo a escondidas de ese pueblo. 

miércoles, 23 de marzo de 2016

Semana Santa y Laicismo



Un año más el “aconfesional” Reino de España se encuentra inmerso en el evento lúdico-religioso de la Semana Santa. Es a toda luz evidente que se trata de un fenómeno de masas dada la gran afluencia  de personas que se concentran para presenciar los desfiles procesionales. 
No creo equivocarme al afirmar que la mayoría de los españoles, y especialmente los andaluces, les agrada y disfrutan con esta festividad, aunque yo no forme parte de esa mayoría. 
Los motivos que se alegan en su defensa son múltiples, yendo desde lo que podíamos denominar su núcleo  central o epicentro que es la manifestación de un sentimiento religioso hasta el más profano de ser una oportunidad para divertirse con las amistades, sobre todo los más jóvenes a los que históricamente se les ha dado permiso durante estos días para estar en la calle hasta altas horas de la madrugada. Sin olvidar, el más pragmático, de ser una ocasión para que los comercios aumenten sus ingresos dada la gran afluencia de turistas o los que la califican de fenómeno cultural. Todas ellas, a mi entender, razones licitas y respetables.
Sin embargo, la Semana Santa a pesar de lo dicho anteriormente, suele estar inmersa en la polémica política y social. ¿Por qué? 
A mi parecer la causa, al igual que todo lo relacionado con la Iglesia Católica, tiene su origen en la ambigüedad de la Constitución Española en este tema, ya que no establece un Estado Laico ni tampoco Confesional y al que, en opinión de Puente Ojea, cabría considerar como “criptoconfesional”, dadas las contradicciones que aparecen en la misma. Así en el articulo 16.3 por un lado se dice que Ninguna confesión tendrá carácter estatal” , estableciendo la separación entre el Estado y las religiones, la legitimidad estrictamente secular de las instituciones políticas y su neutralidad en asuntos religiosos, y por otro lado se propugna establecer “… relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”, lo que supone una evidente contradicción con los enunciados anteriores.
A la ambigüedad constitucional se le añade la resistencia de los estamentos religioso y político para cambiar los hábitos adquiridos durante la dictadura, que siguen instalados en un anacronismo  dando  la impresión que pesan más los cuarenta años del nacionalcatolicismo de la dictadura franquista (que no olvidemos llegó a la jefatura del Estado “Por la Gracia de Dios” y no por una rebelión militar,  ) que los cuarenta años de democracia. De manera que aprovechando la criptoconfesionalidad  constitucional todo sigue funcionando “como si” aún estuviésemos en un Estado confesional en el que la Iglesia Católica, como iglesia oficial del mismo, tuviera que mantener los privilegios que la dictadura le otorgó por su inestimable colaboración para llegar y mantenerse en el poder.
Esta situación explicaría la presencia de manera relevante de las autoridades civiles en los actos religiosos (católicos) en general y en los desfiles de la Semana Santa en particular, convirtiendo en “normal” por ser habitual y frecuente lo que desde una perspectiva razonable de un Estado que dice no tener ninguna religión oficial es una “anormalidad manifiesta” a estas alturas de la historia. 
Dándose la paradoja que, cuando por convicciones laicas, éticas o por no profesar la religión católica, los representantes civiles deciden no participar en eventos religiosos se convierten en noticia por ser una anomalía. ¡El mundo al revés! Aquí lo que debiera ser anómalo es habitual y lo coherente con las normas y los tiempos es excepcional, tal como decía el eslogan de los años sesenta “Spain is different!”.
Y así seguimos.
Ante esta situación, las organizaciones y personas que defendemos un Estado Laico planteamos la necesidad de un debate sereno, capaz de conjugar de manera razonable el interés por mantener esta festividad con la adecuación de la misma a los tiempos democráticos. 
Para ello es necesario clarificar las relaciones Estado-Iglesia que eviten situaciones de privilegio contrarias a las que deben prevalecer en un país democrático. Y tendría que modificarse el artículo 16 de la Constitución Española evitando la ambigüedad que presenta en la actualidad.
Por otra parte sería conveniente aclarar el significado de los términos relacionados con el laicismo, que aunque sea una corriente de pensamiento integrador al proclamar la libertad de conciencia para todas las personas. Situación que incluye, tener cualquier creencia religiosa como la ausencia de la misma y su rechazo a todo tipo de privilegio como elemento de justicia. 
Sin embargo, ha sido asociado de manera confusa e interesada   con anticlericalismo, al poner en evidencia los habituales privilegios de la Iglesia Católica, confundiendo el rechazo al estatus privilegiado de esta organización por parte de las organizaciones laicistas con el rechazo a la institución.
El laicismo es el pensamiento y la actuación orientados a la consecución y defensa:
-          - del Estado Laico, consistente en un Estado aconfesional, separado e independiente de las religiones y exclusivamente civil.
-          - de la Laicidad de sus instituciones, como garantía del derecho fundamental a la libertad de conciencia de todas las personas y que para ello separa los ámbitos público y privado, siendo la separación Estado-iglesias una concreción de aquella otra.
-         -  y de la actuación consecuente de los Cargos Públicos en el ejercicio de sus funciones.
Con el fin de avanzar en hacer realidad en nuestro país un Estado Laico, Europa Laica está trabajando para que se cree una “Red de Municipios por un Estado Laico” en la que se incorporen tanto las corporaciones que así lo aprueben como los grupos municipales que lo decidan y cuyo objetivo es la defensa y fomento de la libertad de conciencia de todas las personas y establecer la legitimidad secular de las instituciones públicas, en el ámbito municipal, dado que según nuestra Constitución el “Estado no tiene confesión alguna”, y los ayuntamientos son parte fundamental del Estado.
En nuestra ciudad, Córdoba, de los grupos presentes en el Ayuntamiento se han adherido a la red, Ganemos e Izquierda Unida, estando pendientes de respuesta por parte del PSOE y Ciudadanos, que defienden en sus programas la laicidad de las instituciones. El PP ni está ni se le espera, al ser un partido manifiestamente confesional.

Córdoba 23 de marzo de 2016

viernes, 19 de febrero de 2016

Titiriteros, Trileros y Equilibristas.

Últimamente el circo mediático ha desplazado a sus protagonistas habituales, “los payasos”, interpretados de manera brillante por financieros, gobernantes, políticos, “periodistas”, tertulianos, etc. por otros “artistas cirquenses” entre los que encontramos, titiriteros, trileros y equilibristas.
Cantaba el genial Joan Manuel Serrat allá por los años setenta su canción “El titiritero”, cuyo estribillo decía:
-          ¡Allez hop! ¡Titiritero, allez hop! de feria en feria. 
  Siempre risueño, canta sus sueños y sus miserias
Y precisamente ha sido esto, “sus miserias”, las que han salido a relucir como consecuencia del  desafortunado incidente de Madrid, pero no solo las de los titiriteros como nos dice la canción consistentes en soledad, tristeza y pobreza, junto a la amenaza constante del poder hacia ellos por la utilización satírica de su inteligencia transgresora, algo que no suele gustar a los poderosos que prefieren la estupidez sumisa y aduladora. Como decía no sólo se ha puesto en evidencia las “miserias” de los artistas sino las de los ciudadanos ante la muestra de intolerancia, estrechez en la libertad de expresión y desnortados representantes de las diversas instituciones y de la “gente de bien”, entre los que destaca el ministro del interior Jorge Fernández Díaz que ve a los cómicos como terroristas, al tiempo que considera que la organización Hazte Oír es de “utilidad pública”, a pesar de que la jueza española López Castrillo haya considerado probada y "esencialmente veraz" su vinculación con la secta terrorista de extrema derecha El Yunque, y pese  a lo cual “el dirigente ultraconservador del Partido Popular ha mantenido la concesión a esta asociación a la que incluso los obispos de Toledo o Getafe han prohibido el acceso a sus diócesis (parroquias, delegaciones diocesanas…) para que “no puedan dar a conocer o promover sus iniciativas”. Menos mal que este Sr. es ministro y no médico, pues viendo el “ojo clínico” que tiene ya podemos imaginarnos donde acabarían sus enfermos. En fin que esta gente, a modo de península, ven  el peligro por todas partes menos por una, la derecha, por muy extrema que sea.
Por otro lado tenemos a “los trileros”, esos embaucadores que nos hacen mirar con su palabrería hacia el cubilete vacío mientras se quedan con nuestro dinero. Aquí nos encontramos con una dura competencia por el protagonismo en el espectáculo, entre los agrupados en el llamado “partido popular por su podredumbre” plagado de saqueadores de lo público para beneficio particular o del grupo, y la iglesia católica, entre cuya jerarquía se ha establecido una dura competición para ver quien consigue apropiarse de mas inmuebles del  erario público, siendo un elemento destacado en este ranking el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ¡otro Fernández!  que además de los muchos inmuebles ha conseguido la “joya de la corona” la Mezquita-Catedral de la ciudad registrada por su antecesor en el cargo por solo 30 monedas , todo ello con la inestimable ayuda de los que teniendo la obligación de vigilar y proteger estas propiedades se han dedicado a mirar hacia otro lado o colaborar  con ellos facilitándoselo.
Finalmente tenemos el tercer grupo de artistas de esta triada circense, se trata de los “equilibristas”, siendo los máximos representantes de ellos los cargos públicos del PSOE-A, y dentro de éstos la “Pinito del Oro” es Rosa Aguilar que se hizo pasar por comunista para conseguir la alcaldía de Córdoba  cuando, gracias a la figura de Julio Anguita, ser comunista  era una opción electoral ganadora en nuestra ciudad, posteriormente se “transfugó” al PSOE consiguiendo que un despistado Rodríguez Zapatero la nombrara ministra y en la actualidad la clerical presidenta de la Junta de Andalucía la ha nombrado Consejera de Cultura, seguramente para transmitir a la jerarquía eclesiástica que no deben preocuparse por las declaraciones que por conveniencia electoralista se vea obligada a hacer, que lo importante son los hechos y éstos demuestran de manera reiterada su sumisión al poder eclesiástico. Lo demostraron en el pleno municipal absteniéndose en la votación sobre la Mezquita, en el Congreso de los Diputados cuando  la Plataforma de defensa del patrimonio Navarro, Europa Laica, la Plataforma Mezquita-Catedral y un colectivo de Cristianos de base  fueron a pedirles la firma  para conseguir los 50 diputados que se necesitaban para poder tramitar el “Recurso de Inconstitucionalidad” de la ley franquista reformada por Aznar para legalizar el expolio  ¡y no firmó ni uno! y lo acaban de hacer en el Parlamento andaluz donde se han negado a apoyar la propuesta de Podemos para solicitar el listado de inmatriculaciones de la iglesia, condición básica para poder reclamar aquellas que se considere que no le corresponden.
 

Algún día los cordobeses tendremos que mostrar “el agradecimiento” a la ex alcaldesa, ex ministra y actual consejera por su “importante” labor desarrollada en la ciudad, gracias a sus excelentes relaciones con el cura-banquero- artífice de la ruina de Cajasur (Miguel Castillejo), con el joyero- constructor-político- condenado en el caso Malaya y máximo deudor del ayuntamiento de la ciudad (Rafael Gómez “Sandokán”) y los obispos inmatriculadores de los monumentos más emblemáticos de la ciudad Juan José Asenjo  (en la foto) y Demetrio Fernández.

Quizás una manera de reconocer su “inestimable” labor en la ciudad podría ser nombrándola “persona non grata”.