Por primera vez y sin que sirva de precedente saldré en
“defensa” del Sr. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, ante las múltiples
críticas de que ha sido objeto en prensa en los últimos días. Algunas
realizadas por amigos y compañeros a los que admiro y respeto. No lo hago porque
comparta su opinión sobre la Ley de Identidad y de Expresión de Género e
Igualdad Social aprobada en la Comunidad de Madrid a la que ha calificado de
“bomba atómica para la iglesia”, pues mi pensamiento, principios y valores
están en las antípodas de las que este Sr. y la institución que preside,
Iglesia Católica, predican y practican.
Mi “defensa” surge porque este Sr. dice lo que debe decir siendo
coherente con los dictados de la organización a la que pertenece. Motivo por el
que cuenta con el apoyo de las Cofradías, sacerdotes y feligreses, como componentes de
la misma. No me parece correcto atacar al mensajero cuando el mensaje no es de
nuestro agrado, hay que ir a los orígenes del mismo, no quedarnos en la
superficie sino buscar la raíz del problema. No se trata de que las
declaraciones del obispo sean improcedentes en los tiempos actuales, que lo
son, pero no porque se le hayan ocurrido a este Sr. sino porque se apoyan en un
sistema de creencias que aunque, es compartido por millones de personas, en la
mayoría de los casos viven ajenas a las muchas barbaridades en las que se
sustenta, e ignoran el papel que representa en la perpetuación de los
conflictos humanos. Todo ello facilitado por haber acomodado la fe religiosa a
la cotidianidad social sin entrar en ningún tipo de análisis de las mismas.
Mecanismo que recuerda aspectos del trastorno psicopatológico del delirio.
Son estos sistemas de creencias basados en la fe y no en la
razón, en la ignorancia y no en el conocimiento (“Bienaventurados los pobres de
espíritu, es decir los ignorantes,
porque de ellos es el reino de los cielos”), los que han inspirado las mayores
atrocidades cometidas por los seres humanos. Por ello el coctel formado por las
creencias religiosas y la existencia en la actualidad de terribles armas de destrucción masiva es
la autentica bomba que pone en riesgo el futuro de la humanidad.
En las declaraciones de los representantes de las Cofradías
de diversas localidades, argumentan que el obispo está en su derecho de
criticar “la ideología de género”, al igual que lo ha hecho el Papa Francisco,
señalando que es diferente de “la
igualdad de género” que si dicen defender, pues ésta si persigue equiparar los
derechos entre hombres y mujeres. Por supuesto que el Sr. Obispo tiene derecho
a criticar la ideología de género al igual que cualquier otra, se llame
marxismo, neoliberalismo, cristianismo, etc. Sin embargo lo más sorprendente de
todo esto es la habilidad que tienen los miembros de la Iglesia para decir una
cosa y hacer justamente lo contrario sin inmutarse.
Como ciudadano que ha recibido
una obligada “formación religiosa” en la escuela de la dictadura, dominada por
la Iglesia Católica, no recuerdo ninguna ocasión en la que dentro de esta
doctrina se tratara a la mujer en condiciones de igualdad con respecto al hombre,
más bien todo lo contrario. La brutal discriminación de la mujer en los textos
sagrados, al parecer dictados o inspirados por un Dios que todo lo sabe y todo
lo puede, ¡es abrumadora! Algo que puede corroborarse con facilidad con solo
consultar los mismos. Ya en el Génesis se nos informa que: "Por la mujer comenzó
el pecado, por culpa de ella
morimos todos".
Y en Eclesiastés, ¡palabra de Dios!, se dice:
-"He hallado que la
mujer es más amarga que la muerte, porque ella es como una red, su corazón como un lazo y sus brazos como
cadenas. El que agrada a Dios se
libra de ella, mas el pecador cae en su trampa;
-"Por más que busqué no encontré; entre mil se puede encontrar un hombre
cabal, pero mujer cabal, ni una
entre todas".
Perlas similares en
las que la mujer es tratada de la forma más denigrante imaginable como que "la mujer es más amarga que la
muerte " o que "vale más maldad de hombre que bondad de mujer" se encuentran escritas en unos
textos considerados por esta doctrina “la palabra de Dios”, evidenciando una
misoginia extrema y delictiva, aunque los gobiernos “democráticos” miren hacia otro lado y no exijan a los
dirigentes de esta religión que denuncien y renuncien a esta barbaridad tan
estúpida y tan denigrante en contra de las mujeres.
Por otra parte resulta evidente el papel más que secundario
que la Iglesia otorga a la mujer, a pesar de que el llamado “pueblo de Dios”
está compuesto en su mayoría por mujeres, desde la forma en que dice que fue
creada, de una costilla del hombre para que no estuviera solo, es decir para su
distracción, hasta los roles que desempeña en su propia organización. Paradójicamente
la ciencia nos dice que las cosas ocurren al contrario, pues el sexo por
defecto del desarrollo embrionario es el femenino, de manera que solo cuando se
altera por intervención de la testosterona producida por la activación del gen
SRY, ubicado en el pequeño cromosoma Y, da lugar a los cambios morfológicos que
lo transformaran en varón.
En cuanto a la homosexualidad no se ha caracterizado
precisamente por su defensa. Hasta en 15 pasajes bíblicos se condenan explícitamente este tipo de
relación sexual en las Sagradas
Escrituras. Ejemplo: Levítico Capitulo 20: “Si un hombre se acuesta con un varón, como
se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia; los dos morirán y
serán responsables de su muerte”. Es conocido por “todo el mundo”, y
olvidado (¡maldita memoria!), el desprecio, maltrato y persecución a la que son
sometidas estas personas por parte de los poderes religiosos cuando éstos no
son limitados y controlados por el poder seglar. Algo que, por otra parte, no
debería sorprendernos ya que para la Iglesia Católica el sexo debe quedar
limitado a la procreación, siendo condenable cuando se practica con cualquier
otra intención, mucho más si es por puro placer. ¿Y qué capacidad de procrear
puede tener la práctica sexual entre dos personas del mismo sexo? Pues ninguna.
Si a ello añadimos que se trata de una conducta que viola “su orden natural”,
tendrán motivos más que suficientes para su condena.
Por razones de este tipo,
u otras, ¡vete tú a saber! los dos Papas anteriores cuando visitaron
poblaciones afectadas de manera epidémica por el SIDA en el continente
africano, condenaron el uso del preservativo. Las pobres y devotas gentes que
tuvieron la desgracia de escuchar su mensaje y hacerle caso se convirtieron en
población de alto riesgo para contraer la enfermedad, para desesperación del
personal sanitario que con esfuerzo heroico intentaban, y siguen en ello,
cortar la epidemia.
Para finalizar no me resisto a transcribir un conocido pasaje bíblico sobre
Lot, al que Dios, cuando decidió destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra al parecer
afectadas de una especie de epidemia de lujuria, perdonó la vida por su bondad
y a su mujer la convirtió en estatua de sal por curiosa:
Llamaron
a Lot y le dijeron: « ¿Dónde están esos hombres que llegaron a tu casa esta
noche? Mándanoslos afuera, para que abusemos de ellos.»
Lot salió de la casa y se dirigió hacia ellos, cerrando la puerta detrás de sí, y les dijo: «Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad.»
Lot salió de la casa y se dirigió hacia ellos, cerrando la puerta detrás de sí, y les dijo: «Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad.»
Aunque
aceptáramos que la ciudad estaba habitada por “salidos sexuales” que buscaban
alivio de cualquier forma ¿Es razón para exterminar a todos sus habitantes?
¿Qué ofensa de impureza podía haber cometido la población infantil, bebes
incluidos? ¿Y los pobres animales? ¿No son razones para, al menos cuestionar,
lo que se nos cuenta en ese compendio literario del disparate que es la Biblia?
No he escuchado a ningún predicador de esta doctrina hablar de estas víctimas
que en lenguaje actual serian consideradas “efectos colaterales”. Lo que debe
ser motivo de tranquilidad para los creyentes americanos al saber que ocurren
hasta en las misiones divinas.
Como
dice el refrán: “No se pueden pedir peras al olmo” y esto es lo que hacemos
cuando pretendemos que desde la Iglesia Católica se dé un mensaje de respeto a
la mujer y a los homosexuales, sencillamente porque no está en “su naturaleza”.