sábado, 21 de diciembre de 2013

Políticas “austericidas”



“El indicador por antonomasia del buen hacer de un gobierno es cómo atiende los intereses de su pueblo, en especial de los más débiles, y si es capaz de protegerlo durante los tiempos difíciles.”   
David Stuckler y Sanjay Basu
Si compartimos esta afirmación de los autores del libro “Por qué la austeridad mata” y la utilizamos como herramienta para evaluar a nuestro gobierno y al resto de la Unión Europea llegaremos a la conclusión de que lo están haciendo bastante mal, pues es evidente que desde que se precipitó la caída financiera y se puso en marcha la estafa a los pueblos por parte de los grandes capitales (bancos, fondos de inversión, multimillonarios, etc.) y la complicidad de los gobiernos que padecemos en Europa, la riqueza se ha ido concentrando en estos grupos a costa del empobrecimiento del resto de la población.
La situación actual ha puesto en evidencia, una vez más, de lo peligroso que resulta anteponer las creencias a los hechos. Aquellos que defienden el libre mercado y la austeridad creen que pagar la deuda y reducir el déficit debe estar por encima de todo, incluido el coste humano que ello pueda suponer. No importa que los datos procedentes de múltiples países sobre las recesiones y la economía en los últimos  cien años indiquen una pauta clara: los beneficios del estímulo versus los perjuicios de la austeridad.                                                                                                                                                                Se acepta la creencia general de que las recesiones económicas son inevitablemente perjudiciales para la salud de las personas, por lo que es razonable esperar un aumento de alcoholismo, depresiones, suicidios, enfermedades infecciosas, complicaciones de las patologías crónicas, etc. Sin embargo los hechos nos demuestran que no tiene por qué ser así, ya que las consecuencias para la salud de las poblaciones en los momentos de recesión económica van a depender del tipo de política que se adopte por los gobiernos.
“Las recesiones nos vacían los bolsillos y nos empobrecen pero no tienen necesariamente que llenar los hospitales y cementerios”                                 
Si repasamos la historia veremos que ante situaciones similares a la que estamos sufriendo han sido las políticas de estímulo del gasto público las que han conseguido sacar a los países de las recesiones económicas y por el contrario cuando se han aplicado las políticas restrictivas se ha empeorado la situación económica y ,lo que es peor, se ha aumentado el sufrimiento y la mortalidad de la población más vulnerable.Tenemos los ejemplos de EEUU en la Gran Recesión y la política de New Deal aplicada por el presidente Roosevelt  incrementando el gasto público en obras, créditos para la vivienda y cupones para alimentos entre otras, y como a partir de su aplicación la economía empezó a mejorar, así como la tasa de suicidios de la población y la mortalidad infantil (Por cada 100 dólares por habitante invertidos se redujo en 18 por mil nacidos). La diferencia se hizo más acentuada entre los estados gobernados por los republicanos reacios a aplicar tales medidas y los gobernados por los demócratas que si las aplicaron.Otro ejemplo más reciente lo tenemos en Suecia, donde en la década de 1990 sufrió un crac peor que la actual recesión sin que por ello aumentasen los suicidios ni las muertes relacionadas con el alcoholismo. Este país junto a Dinamarca, Finlandia e Islandia tienen y han mantenido unos programas de protección social de gran calidad y eficiencia, en los que incluyen Programas de Mercado Laboral Activo y de Ayudas a la vivienda, con lo que se actúa sobre las dos causas más graves de riesgo para la salud en situaciones de recesión económica: el desempleo y la pérdida de vivienda.
En contraste con lo anterior  en Grecia, Italia, Portugal y España, siguiendo los consejos de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional, también conocido como Fondo de Mortalidad Infantil y en inglés IMF – I´m Fired, “estoy despedido”, por los resultados de sus recomendaciones) han aplicado importantes recortes en los sistemas de protección social por lo que el desempleo y la pérdida de vivienda se han convertido en un problema de gran magnitud afectando a la salud de su población más vulnerable, incrementándose los problemas de salud mental ( ansiedad, depresión, alcoholismo) y con ello el aumento de las tasas de suicidios, existiendo en nuestro país una correlación entre las cifras de desempleo y el número de suicidios, entre los que se  incluye una nueva modalidad llamada “suicidio económico” que en España supone 30% del total, lo que se traduce en un goteo de tres diarios. En Grecia, convertida en el “enfermo de Europa” se han incrementado las enfermedades infecciosas (Tuberculosis, Sida, Malaria) y las complicaciones de las patologías crónicas (Diabetes, Hipertensión, Cardiopatías, etc.).
Un dato que puede orientarnos sobre las consecuencias de las políticas en la salud mental de la población es el consumo de antidepresivos, que en Reino Unido y España, con sus recortes, se han incrementado en torno al 20%  en contraste con el 6% de Suecia.

Un concepto macroeconómico importante es el “multiplicador fiscal” que nos indica cuanto estímulo económico produce cada euro de gasto público, de manera que cuando es superior a 1 se crea riqueza y mejora la economía y cuando es inferior a 1 ocurre lo contrario. Pues bien el multiplicador fiscal en Sanidad, Educación y Vivienda es superior a 3, lo que nos indica que por cada euro invertido se multiplican por tres, siendo una inversión rentable desde la economía y vital desde la salud y bienestar de los ciudadanos. En cambio el multiplicador fiscal de lo que se destina a defensa y ayudas bancarias es inferior a uno, por lo que nos empobrece a los ciudadanos, aunque ellos(los bancos) sigan enriqueciéndose como muestran los datos recientes publicados por la prensa: “El beneficio de la gran banca se dispara un 80% hasta septiembre”, entre Banco de Santander y BBVA han obtenido más de 6.000 millones de beneficios netos.

Otra vuelta de tuerca para aumentar la mortalidad en la población empobrecida lo tenemos con las subidas del recibo de la luz, a pesar de la “pobreza energética” en la que se encuentran mas de cuatro millones de personas en nuestro país, y la negativa del Partido Popular a establecer una “tregua invernal” como en Francia, que evite el corte de luz durante el invierno a familias que no pueden hacer frente al pago de ésta.                                                                                                                                             Añadamos la nueva ley sobre el aborto que el gobierno “Mariano” ha aprobado, a pesar de las evidencias y las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud de que las restricciones suponen un aumento de morbimortalidad (47.000 mujeres al año) al no garantizar un aborto seguro en los casos que quedan fuera de la ley.
Las políticas de recortes o “austericidas” no solo nos empobrecen sino que provocan un aumento del sufrimiento y muertes a los más vulnerables, precisamente aquellos a los que “un buen gobierno” debería priorizar en su cuidado; y todo ello impuesto en un contexto y por unos organismos carentes de democracia y con la excusa de que es la única alternativa posible.
Una mentira más de las muchas que nos cuentan todos los días nuestros gobernantes actuales.


P.D.-  Apaguemos el televisor durante el discurso de nuestro monarca “elefanticida” el día 24 y las luces de 7 a 8 de la tarde el 30 de diciembre. 
Cenaremos más a gusto el día 24, les daremos un aviso a las eléctricas y empezaríamos a hacer algo para ser mejores en el 2014.

martes, 6 de agosto de 2013

Riesgos estivales en la atención sanitaria




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Todos hemos sido testigos a través de los medios de comunicación del lamentable accidente ferroviario ocurrido en Galicia que ha provocado cerca de dos centenares de victimas entre heridos y fallecidos.
Son varias las cosas que me han llamado la atención en relación con este hecho, siendo una de ellas la excesiva repetición de las escenas del accidente, que considero en nada ayudan a las victimas ni a los familiares de éstas, sino mas bien todo lo contrario.
Otro hecho significativo ha sido la rápida señalización por parte de empresa y ministros (Interior y Fomento) al conductor como responsable de la tragedia.
Ante la angustiante pregunta de ¿Qué ha pasado? ¿Cuál ha sido la causa del accidente? Las autoridades, tanto empresariales como políticas, rápidamente apuntaron al conductor como posible causante del mismo. Y es posible que tengan razón, sin embargo, no es esto lo que me preocupa, sino que estas personas antes de tener en cuenta otros factores como podrían ser, problemas en las vías, dada la “peligrosidad” según nos han contado de esa curva, posibles fallos en los sistemas de seguridad y también, obviamente posibles fallos humanos o una mezcla de todos, rápidamente señalaron al fallo humano, con lo que “ellos” y su posible responsabilidad quedaba fuera de toda duda y su reputación a salvo.
Como trabajador público (médico) en un sistema de alto riesgo, como es el sistema sanitario, mas concretamente el Servicio Andaluz de Salud (SAS), me hubiera gustado que tanto empresa como políticos hubiesen apuntado, digo solo apuntado, otras posibles causas antes de señalar al conductor. Según aparece en prensa, posteriormente se han instalado unas balizas que habrían evitado el accidente a pesar de la distracción del maquinista.
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que actualmente es más arriesgado y peligroso acudir a un hospital que volar en avión, sobre todo teniendo en cuenta que cada año mueren millones de personas por errores médicos o infecciones nosocomiales.                                                                                                                                                  En concreto, y según ha asegurado el representante de los pacientes de este organismo de Naciones Unidas, "si un ciudadano es ingresado en un hospital de cualquier país del mundo, tiene un 10% de probabilidades de sufrir algún error en su cuidado, que en uno de cada 300 casos puede llevarle a la muerte".                                                         
En contraste el riesgo de morir en un accidente aéreo es de una una probabilidad entre 10 millones.-
He entresacado esta información para resaltar que la atención sanitaria es una actividad de riesgo, que cuando nos ponemos en manos de un médico estamos asumiendo un riesgo, o dicho de otra manera, que “un médico siempre es peligroso”, porque lo es intrínsecamente la actividad que realiza. El que lo sea más o menos dependerá de la formación, capacitación, prudencia, etc. Cualidades en las que él tiene una importante responsabilidad, así como la empresa que debe facilitar la formación adecuada a las actividades que se le asignan.
A lo anterior hemos de añadir el entorno organizacional y de medios en los que realiza el trabajo que es competencia plena de la empresa, en mi caso el SAS.
Pues bien es este aspecto el que quiero denunciar ya que los profesionales y ciudadanos venimos siendo tratados con una ausencia total de respeto, mas bien diría que se nos trata con desprecio, a la hora de “planificar”, si es que se le puede llamar así, nuestro trabajo a lo largo del año y especialmente llegadas las fechas veraniegas.
Desaparecen del centro de trabajo profesionales, al irse de vacaciones, y su puesto no se ocupa por nadie, quedando sin cubrir en ocasiones la mitad de la población e incluso poblaciones completas durante la mayor parte del verano. Otros desaparecen por traslado o no renovación de contrato (En Adamuz recientemente nos hemos quedado sin pediatra y sin matrona, seguramente para ahorrar y así poder costear las romerías- 180.000 euros se ha gastado la Junta de Andalucía en la del Rocío y de la Cabeza-)
Como consecuencia de lo anterior quienes aún siguen trabajando se ven obligados a atender además de la población que tienen asignada a la de los ausentes por vacaciones. Y ello en un contexto en el que se nos retrae de la nómina diez horas mensuales para “completar la jornada laboral” que según sus cálculos no cumplimos, y que en realidad se han utilizado para deshacerse de la mayoría de los profesionales contratados; Así como la pérdida de días de descanso  por antigüedad y otros derechos laborales.                                                                
 ¿Extraña manera de resolver el problema de desempleo en la “fábrica de parados” que es Andalucía?                                                                                                                     
 A nadie se le escapa que los profesionales en estas condiciones estamos “cansados y cabreados”. Las investigaciones neurocientíficas sobre la toma de decisiones ponen de manifiesto que el cansancio y el estrés son situaciones que alteran los procesos cognitivos favoreciendo la comisión de errores.                                                                                                                      
 Pues si un médico siempre es peligroso, imagínense el riesgo al que se está sometiendo a la población andaluza con médicos, que además estamos cansados y cabreados.                
 Lo anterior vale igual para los profesionales de enfermería.
Precisamente es en este punto donde quiero enlazar con el señalamiento de los políticos que nos gobiernan y la empresa del tren hacia el maquinista como responsable de la tragedia. Pues me temo que en caso de ocurrir algún error en nuestra actividad asistencial, y vuelvo a recordar que según la Organización Mundial de la Salud se trata de una actividad de alto riesgo, los responsables del SAS no cuestionarían las “peligrosas” condiciones  en las que nos están obligando a realizar nuestro trabajo, a pesar de las reiteradas protestas, sino que nos señalarían rápidamente con lo que “su culpa” y “responsabilidad” estaría fuera de lugar.
Seguramente si saliesen a la luz pública casos de “errores médicos” la respuesta de nuestros gobernantes sería similar a la ocurrida con los ERES, que nadie sabía nada hasta que explotó el escándalo, con la diferencia que en este caso se trata de sinvergüenzas que se llevan un dinero que no les corresponde y en el que nos ocupa sería de posibles victimas humanas como consecuencia de errores cometidos por profesionales trabajando en situaciones limites impuestas por “carguillos” haciendo méritos y toleradas por políticos incompetentes e irresponsables.
Córdoba 6 de Agosto 2013                                                                                                              Médico del Centro de Salud de Adamuz (Córdoba)

domingo, 30 de junio de 2013

El negocio del miedo



Es de primordial importancia para entender el mercado de medicamentos, tener presente el principio de que el objetivo de las empresas farmacéuticas, como cualquier otra, es “obtener beneficios económicos”, o sea, “ganar dinero”. Esto que es tan obvio cuando hablamos de cualquier empresa privada, independientemente de a lo que se dedique, es necesario explicitarlo cuando se refiere a las relacionadas con medicamentos, ya que, en el marketing de las mismas suelen aparecer otros fines de manera insistente y frecuentemente se deja de lado el objetivo principal, cuando no único, de muchas o de todas ellas.
He de aclarar que me parece legítimo, ya que es su razón de ser, que una empresa tenga como objetivo obtener beneficios económicos, lo que no me parece honesto es que se escamotee este objetivo y se transmita la imagen de que son otras metas más altruistas las que guían su conducta.
Hace tiempo leí en el diario “El País” un anuncio de Farmaindustria en el que tras una breve descripción de los beneficios que nos aportan los medicamentos y la investigación de la industria farmacéutica, terminaba con el siguiente mensaje:    “ALIVIAR EL SUFRIMIENTO Y SALVAR VIDAS. Ese es el compromiso de la industria farmacéutica con la sociedad”.
Contrasten Uds. con lo escrito en el nº 141 de Cuadernos de Cristianismo y Justicia por Teresa Forcades i Vila: “En el breve periodo que va de 2000 a 2003, casi la totalidad de las grandes compañías farmacéuticas pasaron por los tribunales de EEUU, acusadas de prácticas fraudulentas. Ocho de dichas empresas  han sido condenadas a pagar más de 2,2 billones de dólares de multa. En cuatro de estos casos las compañías farmacéuticas implicadas – TAP Pharmaceuticals, Abbott, Astra Zeneca y Bayer- han reconocido su responsabilidad por actuaciones criminales que han puesto en peligro la salud y la vida de miles de personas...”
O con lo que en ese mismo periódico se podía leer “Sólo uno de cada diez nuevos infectados por el VIH recibe tratamiento”, como titular de la XVI Conferencia Internacional sobre el SIDA que se celebró en la ciudad de Toronto, y que reflejaba los, por todos conocidos, esfuerzos y presiones que las empresas farmacéuticas han realizado sobre los gobiernos y organismos internacionales para proteger “sus legítimos derechos” a los beneficios económicos, mediante el respeto de patentes, aunque ello haya supuesto la condena de millones de personas que no pueden acceder a los fármacos como consecuencia del elevado coste que este beneficio de las compañías supone en el precio de los mismos.
Es este tipo de hipocresía y de farsa la que debe ser objeto de crítica y denuncia, ya que, repercute de forma importante en el tipo de relaciones mercantiles que se establecen.
Cuando los directivos de cualquiera de las grandes compañías farmacéuticas se reúnen para hacer balance de sus resultados anuales con los accionistas de las mismas, los datos que les interesan y que se ponen sobre la mesa son los beneficios económicos obtenidos, en ningún caso aparecen entre los datos de interés para estos accionistas el número de personas a las que se les ha curado, aliviado o, en ciertos casos, dañado; y mucho menos las que han consumido sus productos sin que estuviesen indicados. Lo que realmente le interesa son los euros o dólares que han obtenido de beneficios. Esta aseveración, como pueden suponer, es especulativa, ya que no he asistido a ninguna reunión de este tipo, pero me baso en que tampoco he leído en ninguna publicación, informes facilitados por la industria farmacéutica que hagan referencia a este tipo de datos.
Teniendo presente este principio básico y primordial de que “el objetivo de las compañías farmacéuticas es ganar dinero” podemos entrar a considerar el mercado de fármacos en nuestra país, para comprender como “el miedo” se convierte en un buen aliado para el negocio de estas empresas, así como, la participación que tienen otros “personajes” en esta historia (usuarios, médicos, farmacéuticos de las oficinas de farmacia y los gestores de la sanidad).
Resulta llamativo observar cómo está estructurado el mercado de los medicamentos. Tenemos por una parte el usuario, que es el que los consume, y que paga un porcentaje de su valor.
Por otro lado estamos los prescriptores de los fármacos, los médicos, que somos quienes, en teoría, decidimos qué fármacos deben consumir y a los que, a veces, actuamos “como si no nos afectase” el  coste de las prescripciones que realizamos, y en cambio somos “presionados” por la industria farmacéutica, a través de los “Informadores Técnicos Sanitarios” o “Visitadores médicos” como se les conoce popularmente, para que prescribamos los más nuevos y más caros, que son los que normalmente promocionan, con un amplio horizonte en las indicaciones de los mismos.
Es de justicia resaltar que siempre ha habido profesionales que se han adaptado a las recomendaciones del “uso racional del medicamento”, y que este número va en aumento, bien porque el trabajo que vienen realizando desde hace años los técnicos del medicamento, esté dando sus frutos, o porque, una parte cada vez más importante de nuestra nómina está directamente relacionada con el cumplimiento de objetivos, o quizás ambos hechos.
Además, están los farmacéuticos de las oficinas de farmacia, que como es obvio, puesto que se trata de un negocio, su interés está en vender lo máximo posible, lo que supone que cuantos más fármacos se expendan mejor para el negocio.
Como podemos observar, los colectivos anteriores se benefician realmente (industria y oficinas de farmacia) o creen beneficiarse (consumidores), ya que, de “todos es sabido” que “lo más nuevo y más caro es lo mejor”, del consumo exagerado de fármacos, en general, y  de los mas nuevos y caros, en particular.
Resulta chocante observar la candidez con la que algunos médicos aceptan las explicaciones “científicas” de los portavoces de la industria farmacéutica y la tenaz resistencia que muestran ante las informaciones procedentes de los técnicos del medicamento, cuya capacitación y rigor científico está tan por encima de la información manipulada y sesgada de la industria, que sería ofensivo hacer comparaciones sobre la calidad de ambas.
Probablemente una de las razones de esta actitud, esté en que, mientras los primeros, refuerzan y apoyan con prebendas las desviaciones de la buena práctica que podamos estar realizando, los segundos nos ponen delante de nuestros ojos el mal uso que hacemos de los medicamentos de acuerdo con los criterios científicos actuales y reflejados en las guías de las sociedades científicas.
Es frecuente escuchar en el ámbito médico opiniones como ésta: “Quizá el punto que determina la calidad de prescripción es la libertad del médico para prescribir el medicamento que considera más adecuado para el paciente”.
Hombre no. La libertad de prescripción en ningún caso garantiza una calidad en la misma. Es deseable, o quizás necesaria, pero no suficiente. Como ejemplo de que la libertad no garantiza la calidad tenemos los casos recientes del Rofecoxib (Vioxx), la THS, glitazonas (Avandia), cerivastatina (Lipobay), etc. Todos ellos fármacos que a pesar de conocerse por el fabricante los daños que causaban los mantuvieron en el mercado hasta que el número de victimas y la aplastante evidencia obligó a retirarlos.
Un autor como  Paul Meehl atribuye la confianza de los clínicos en sus predicciones a una “concepción errónea de la ética” y dice:
Es inadmisible manifestar que “No me importa lo que señalen las investigaciones, yo soy un clínico, así que me baso en mi experiencia clínica”.
Los médicos deberíamos repasar la historia de la medicina, llena de luces y sombras,  cuando invocamos la, altisonante, “experiencia clínica, pues nuestra historia está plagada de barbaridades que en su momento se consideraron muy adecuadas, estando todas ellas basadas en la experiencia clínica, la cual, por otra parte, era todo lo que tenían, lo que puede ser considerado como una eximente en el juicio de la historia.
Es en este escenario donde “el miedo” se convierte en un excelente abono que hace crecer de manera exagerada la necesidad de consumir fármacos por los ciudadanos, independientemente de su estado de salud, para lo cual la industria despliega todo su arsenal para “inventar” o “redefinir” enfermedades al objeto que todos nos convirtamos en “clientes potenciales” de las sustancias que producen.
Resultan ilustrativas a este respecto las palabras que el responsable de una de las compañías farmacéuticas mas conocidas declaró a la revista Fortune.
Cerca de su jubilación, el agresivo director ejecutivo de Merck, Henry Gadsden, dijo que le disgustaba que los mercados potenciales de la compañía se hubieran limitado a las personas enfermas y afirmó que durante mucho tiempo su sueño había sido fabricar medicamentos para gente sana, ya que de ese modo, Merck habría podido “vender a todo el mundo”. Después de tres décadas el sueño de Gadsden se ha hecho realidad, tal como afirma Ray Moynihan en su libro “Medicamentos que nos enferman”.
“Es el marketing del miedo el que está en la base de las estrategias promocionales para vender fármacos.
El miedo a sufrir ataques al corazón se utilizó para vender a las mujeres que la menopausia es una enfermedad que requiere una sustitución hormonal.
El miedo al suicidio entre los jóvenes se utiliza para vender a los padres la idea de que incluso las depresiones leves deben tratarse con medicación fuerte.
El miedo a una muerte prematura se utiliza para vender el colesterol alto como algo que automáticamente requiere una receta médica. Irónicamente, sin embargo, los ultra promocionados medicamentos provocan a veces el mismo daño que supuestamente curan.”
Ante esta situación, parece como si los médicos hubiésemos ocupado el “nicho ecológico” de meter miedo a la población que han dejado los sacerdotes del catolicismo integrista o nacionalcatolicismo, sustituyendo el “miedo a las consecuencias del pecado” por el “miedo a las consecuencias de la enfermedad” o lo que es peor a los famosos y temidos “factores de riesgo”, como la hipertensión y el colesterol por citar los mas famosos y lucrativos para la industria farmacéutica y sus colaboradores (lideres de opinión, “expertos”, etc)
A propósito de “los factores de riesgo” los estudios realizados en Framingham, pequeña ciudad estadounidense de la costa del Pacífico produjeron un cambio de paradigma, consistente en proporcionar tratamiento a los sanos, con carácter preventivo y universal, por más ineficiente que fuese.
Basándose en este proyecto las autoridades norteamericanas establecieron unas normas unificadas en cuanto a los valores del hemograma que expresarían cuando un sujeto dejaba de estar sano para figurar entre los necesitados de terapia.
La industria no ha regateado en medios para justificar la conveniencia de la reducción del colesterol o las cifras de tensión arterial.
Bristol-Myers-Squibb invirtieron 45 millones de dólares en el estudio Glasgow.
Se inició en 1990. Formó dos grupos con un total de 6500 hombres de edades comprendidas entre los 45 y los 65 años, afectados por un nivel de colesterol en sangre > 250 mg/dl. A los 5 años el grupo tratado con el fármaco reductor había rebajado sus niveles en un 20%. El otro grupo que recibió un placebo, presentaba prácticamente los mismos valores que al inicio del estudio.
Lo  curioso fue que apenas hubo diferencias en ambos grupos en cuanto al riesgo cardiovascular.
Borgers ha calculado la eficacia que se obtiene a cambio de un enorme gasto:
Tratando a 1000 personas durante 5 años, se evitarían en este grupo de edad 7 fallecimientos debidos a enfermedades cardiovasculares, o lo que es lo mismo habríamos tratado sin utilidad alguna a 993. Y las 1000 se habrían expuesto además al riesgo de los efectos secundarios: trastornos gástricos, estreñimiento, sensación de hinchazón, lesiones hepáticas en algunos casos, rabdomiolisis, a veces letal.
La “eficacia” de los reductores del colesterol está únicamente documentada en individuos de hasta 65 años de edad, pero no por eso dejan de administrarse a personas de edades superiores.
Irwin Schatz: “Nosotros ignoramos cómo se explican estos resultados (un estudio en mayores de 65 años presentaron índices de mortalidad cada vez mayores a medida que se les bajaba el colesterol). Lo único que ha quedado claro es que científicamente no tiene base el tratar de rebajar el colesterol en pacientes de la tercera edad.” Lancet 2001.
Sin embargo, a pesar de estas evidencias, seguimos utilizando el miedo y ampliando el negocio al tiempo que se reducen las cifras “normales” y no se tiene en consideración la edad de los pacientes a lo hora de prescribir medicamentos.


viernes, 3 de mayo de 2013

El discurso del presidente




“Se puede mentir con la boca pero la expresión que acompaña a las palabras dice la verdad”        
 F. Nietzsche

“¿Qué pasaba? Carcajadas estruendosas en el pabellón de afasia, precisamente cuando transmitían el discurso del Presidente…
Allí estaba, con su retórica habitual, el histrionismo, el toque sentimental… y los pacientes riéndose a carcajadas convulsivas. El Presidente conmovía, como siempre, a sus conciudadanos… pero los movía, al parecer, más que nada, a reírse. ¿Qué podían estar pensando los pacientes? ¿No le entenderían? ¿Le entenderían, quizás, demasiado bien?”
Estas palabras pertenecen a un capitulo del libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” del neurólogo Oliver Sacks, y hace referencia a la reacción de un grupo de pacientes con afasia receptiva mientras presenciaban el discurso televisado del presidente Reagan.
La afasia receptiva es una afección neurológica provocada por daño en el lóbulo temporal izquierdo y que consiste en la incapacidad para entender las palabras en cuanto tales, a pesar de lo cual se comentaba de estos pacientes, que entendían la mayor parte de lo que se les decía.
En definitiva que estas personas que se “descojonaban vivas” mientras escuchaban a su presidente, no entendían el contenido del discurso, no sabían de qué estaba hablando, pero se daban cuenta de que les estaba mintiendo.
La explicación de esta aparente paradoja se debe a que aunque estas personas habían perdido la capacidad de entender las palabras, y por ello no se les podía engañar con las mismas, en contrapartida, en su cerebro se había potenciado la capacidad de captar el componente extraverbal del habla, o sea, los “matices vocales”( tono, timbre, ritmo, cadencias, música, entonaciones, inflexiones, modulaciones) y la “expresividad” de la persona, cualidades ambas que exceden lo verbal, convirtiéndolas en extremadamente sensibles a esos componentes y en consecuencia a cualquier falsedad o impropiedad en la actitud o apariencia corporal, además de poseer un oído infalible a los matices vocales con lo que pueden dar o quitar verosimilitud a la voz de un ser humano.
Son en esos aspectos en los que se fundamenta su capacidad de entender. Entender sin palabras lo que es verdad o falso.
Por ello ante las muecas, los histrionismos, los gestos falsos, y sobre todo las cadencias y tonos falsos de la voz era lo que sonaba a falsedad para aquellos pacientes sin palabras pero inmensamente perceptivos. Reaccionaban ante aquellas incorrecciones e incongruencias tan notorias, tan grotescas incluso, porque no los engañaban ni podían engañarlos las palabras. Por eso se reían tanto del discurso del presidente.
En nuestro país, de los calificativos que le dedica Javier Marías a nuestros actuales gobernantes del Partido Popular (mediocres, ineptos, EMBUSTEROS, destructores, injustos y desfachatados), es el de embusteros el que destaca de manera sobresaliente.
Sus mentiras comenzaron en cuanto alcanzaron la mayoría absoluta y aparcaron el programa electoral con el que se habían presentado y que se basaba en dos cuestiones básicas, la elevada cifra de parados y la crisis financiera, algo que iban a solucionar en un abrir y cerrar de ojos.
Aunque para detectar las mentiras de nuestros gobernantes no es necesario padecer ningún tipo de afasia, pues son tan burdas y reiteradas que solamente la persistente “lealtad partidista” de la que hablaba en un artículo anterior -“El cerebro y las decisiones políticas”- puede cegarnos ante la evidencia.
Sería interesante someter al “test de los afásicos” a nuestros gobernantes y resto de políticos, para que nos indiquen de quien se puede uno fiar, quien es íntegro, quien es de confianza, dada la susceptibilidad al engaño por las palabras que poseemos y la propensión a engañarnos por parte de ellos.
En el caso de  nuestro presidente, Rajoy “El sordoplasmático” (no escucha y su afición a aparecer en pantalla de plasma) y sus ministros/as cuando nos informan a los ciudadanos de los atracos a que nos someten tras la reunión de los viernes y cuando hacen predicciones (con un rigor similar al del oráculo de Delfos o las pitonisas de la tele) sobre la evolución de nuestra economía y las perspectivas de mejora que ellos, solo ellos, ven , las carcajadas alcanzarían niveles similares a los de un terremoto con elevada escala de Richter.
Para intentar visualizar la actuación de nuestros gobernantes actuales, utilizaré una metáfora.
Imaginemos una central nuclear en la que se ha detectado que está produciendo daños e incluso muertes entre la población y que entre las múltiples causas -defecto en la construcción, sobrecarga en el funcionamiento, etc.,- una de las que se barajan es la incompetencia del ingeniero-jefe y el equipo encargado de la seguridad de la misma, por lo que, aprovechando que finaliza su contrato se decide convocar unas oposiciones para renovar o seleccionar a otro candidato que ocupe este puesto. Uno de los nuevos candidatos, para hacerse valer, carga las tintas en que el problema es la incompetencia del ingeniero-jefe anterior, minusvalorando las otras posibles causas, y asegurando que en caso de ser contratado, en unos meses el problema estaría resuelto, dada su buena preparación, la del equipo que formaría, además del aval internacional con el que cuenta, dadas las excelentes credenciales, que según él posee. ¿Les suenan estas palabras?
Un año después de su contratación, este ingeniero jefe, no solo no ha solucionado los problemas de seguridad de la central, sino que éstos han empeorado, de manera que los daños a la mayoría de la población han aumentado drásticamente incluyendo las muertes.
Digo a la mayoría de la población, porque un pequeño sector, en el que se encuentran familiares y amigos de este equipo de seguridad al disponer de un buen nivel económico se ha instalado y disponen de propiedades fuera del margen de seguridad, por lo que éstas se han revalorizado de manera importante al estar fuera del peligro radiactivo.
La sensatez obligaría a despedir de manera inmediata a este individuo por incompetente y mentiroso, así como al resto de su equipo, e incluso a procesarlos y, si se considera pertinente, encarcelarlos. Pero resulta que tiene un contrato blindado por cuatro años, con poderes casi absolutos en cuanto a las decisiones a tomar.
Ante esta situación se plantean tres posibilidades:
-          El reconocimiento por su parte de la incapacidad, demostrada por los hechos, para solucionar los problemas, algo que no es factible que se produzca, ya que, a pesar de todas las evidencias, sigue pensando que lo está haciendo bien.
-          La presión de los ciudadanos que están siendo afectados. Algo que va en aumento, aunque muy lentamente, no estando claro que pueda terminar en soluciones que vayan en contra de sus propios intereses.
-          Esperar a que cumpla el contrato y que el tribunal que selecciona, en el que se encuentran los afectados, en caso de volver a presentarse, sea más sensato a la hora de elegir, situación que tampoco está clara, pues parece que sigue gozando de las preferencias de la mayoría.
A diferencia de los pacientes afásicos que se reían de las mentiras de Reagan, en nuestro país, a pesar de los mas de seis millones de parados, nuestro presidente se permite enviar un informe a Bruselas en el que afirma que la pobreza en España ha disminuido en 2012 y decir a los ciudadanos que están aplicando medidas eficaces y van por el camino correcto, sin que provoque risas (aunque sería mas adecuado llanto y rabia) y siga gozando de credibilidad entre la mayoría.
Lamentable, pero cierto.


jueves, 21 de marzo de 2013

El cerebro y las decisiones políticas

En “Vendiendo prosperidad”, Paul Krugman (Premio Nobel de Economía en 2008)  se pregunta cómo es posible que dos políticos (se refiere a Reagan y Thatcher) cuyos programas, ya de entrada, favorecían solo a los ricos, fueran elegidos por mayoría.
De la misma manera podemos hacer extensiva la pregunta a lo que está pasando en Europa, donde partidos de derecha, con una ideología neoliberal, causante de la desastrosa situación económica y social en la que nos encontramos, aplicando políticas de escandalosa protección fiscal a los ricos y drásticos recortes sociales a los pobres, sigan contando con el apoyo mayoritario de los ciudadanos, incluidos los directamente perjudicados por dichas políticas.
Casos paradigmáticos de este comportamiento “ilógico” del electorado lo tenemos en las recientes elecciones italianas donde Berlusconi, imputado por prostitución de menores, abuso de poder y corrupción, entre otras muchas causas, ha estado a punto de alcanzar la mayoría, o en Grecia donde el partido Nueva Democracia que ha llevado el país al desastre en que se encuentra y envuelto en casos de corrupción vuelve a ganar las elecciones.
Para muchos la explicación está en la simplicidad de la formula neoliberal que hace del Estado el enemigo y pone al Mercado como la solución a los problemas. Junto a ello el enmascaramiento del empobrecimiento del mundo del trabajo mediante la posibilidad de endeudarse y el estado de impotencia y confusión en que se encuentran las fuerzas progresistas para ofrecer una alternativa convincente.
La economista Loretta Napoleoni, en su excelente libro “Maonomics”, nos dice que la posibilidad de endeudarse camufló temporalmente los problemas económicos de Occidente, ésto junto a la venta del patrimonio del Estado y los acontecimientos de la caída del muro de Berlín dieron un balón de oxigeno al agonizante sistema capitalista.
Aunque estas explicaciones sean correctas, a mi entender se quedan cortas, pues nos hablan del entorno, o sea las circunstancias, y como decíamos en un artículo anterior, volviendo a la máxima orteguiana “yo soy yo y mis circunstancias” hemos de tener en cuenta el “yo” y para ello necesitamos hurgar en los mecanismos que intervienen en nuestro cerebro en la toma de decisiones, para lo cual podemos apoyarnos en algunos interesantes experimentos realizados al respecto.
Un dato que ponen de manifiesto los estudios científicos es la persistente “afinidad partidista” y lo poco que influyen los acontecimientos históricos a la hora de votar a los candidatos.La afinidad es más poderosa que los hechos que se producen.
Drew Western, psicólogo de la Universidad de Emory, obtuvo neuroimagenes de votantes corrientes con fuertes afinidades partidistas durante el periodo previo a las elecciones norteamericanas del 2004. Les mostró declaraciones claramente contradictorias de los candidatos republicano y demócrata, y tras la exposición a las incoherencias políticas por parte de ambos candidatos se les pedía que puntuasen del 1 al 4 el nivel de contradicción que apreciaban. Tal como se esperaba las reacciones de los votantes estaban en consonancia con su filiación política. De manera que a los demócratas les parecían altamente incoherentes las declaraciones de Bush, y en consecuencia las puntuaban con un 4 y en cambio les parecían menos preocupantes las de John Kerry.  A los republicanos les ocurría exactamente lo mismo, perdonaban las meteduras de pata de Bush, pero les resultaban escandalosamente incongruentes las afirmaciones de Kerry.
Pero ¿qué observó Western en el cerebro de estas personas mediante la Resonancia Magnética, técnica utilizada para estudiar la actividad cerebral?
Tras haber sido expuesto a las incongruencias del candidato, el incondicional al partido (fuera el que fuese éste) recurría a regiones cerebrales, como la corteza prefrontal, encargadas de controlar reacciones emocionales a través de la razón.
Y ¿qué hacia la corteza prefrontal?
Western se dio cuenta que los sujetos no estaban utilizando sus facultades de razonamiento para analizar los hechos, sino que se valían de la razón para preservar sus preferencias partidarias. Ponían en marcha su capacidad de razonar hasta que los individuos conseguían interpretaciones favorables de los datos con las que excusaban alegremente las contradicciones de su candidato. En ese momento se activaban los circuitos cerebrales de recompensa, experimentando una ráfaga de emoción placentera. En otras palabras, mediante el autoengaño, a través de la racionalización, conseguían sentirse bien, reforzando su fidelidad al partido.
“En lo esencial, dice Western, es como si los seguidores de un partido hicieran girar el caleidoscopio cognitivo hasta llegar a las conclusiones buscadas, y con la eliminación de los estados emocionales negativos y la activación de los positivos se sienten reforzadísimos”.
Este proceso defectuoso de pensamiento desempeña un papel clave en la formación de opiniones del electorado. Los votantes partidistas están convencidos de ser racionales, los irracionales son los contrarios, pero en realidad todos somos racionalizadores.
El vínculo con el grupo o partido es emocional y lo reforzamos mediante la racionalización.
En otro estudio realizado por Larry Bartels, se llegó a la conclusión de que saber mas de política no elimina la parcialidad partidista, ya que los votantes tienden a asimilar sólo los hechos que confirman aquello en lo que ya creen. Si una información no se ajusta a los temas del debate, se pasa oportunamente por alto.
Según Bartels: “Los votantes creen que están pensando, pero lo que están haciendo realmente es inventar o ignorar hechos para poder racionalizar y consecuentemente explicarse a ellos mismos y a los demás, decisiones que ya han tomado”.
En cuanto uno se identifica con un partido político, moldea el mundo para que se adapte a su ideología, convirtiendo la corteza prefrontal en un filtro de información, un sistema para impedir la entrada de puntos de vista inconvenientes. Todos acallamos "la disonancia cognitiva" mediante "la ignorancia autoimpuesta" o la "ceguera voluntaria".
En España tenemos el caso Gürtel en el que políticos del Partido Popular implicados en el mismo son reelegidos por los ciudadanos o los ERE de Andalucía y la implicación del Partido Socialista.
En 1984, un psicólogo de la Universidad de California llamado Philip Tetlock inició una serie de estudios para averiguar el grado de fiabilidad o certeza que tenían los analistas políticos en sus predicciones. Los resultados fueron demoledores: “Todos se equivocaron”. Siguió las predicciones de 284 analistas que se ganaban la vida haciéndolas sobre los acontecimientos políticos futuros, similares a los tertulianos “expertos” que inundan nuestras televisiones en la actualidad, y de 82.361 predicciones diferentes con que contaba al final del estudio, los expertos seleccionaron la respuesta correcta en menos del 33% de las veces.
En conclusión, cualquier método que hubiese elegido la respuesta al azar, como una paloma picoteando sobre las respuestas posibles, habría obtenido mejores resultados. Tetlock observó que los expertos mas famosos incluidos en su estudio eran los que más se equivocaban, llegando a la conclusión de que el prestigio era un impedimento. Las causas de estos malos resultados en las predicciones, según Tetlock, era el error de “certeza”, que inducía a los “peritos” a imponer erróneamente una solución de arriba abajo en sus procesos de toma de decisiones.Tergiversaban los veredictos de su cerebro emocional, y hacían una cuidadosa selección de los sentimientos a los que querían atenerse. En vez de confiar en sus reacciones instintivas encontraban el modo de no tener en cuenta las ideas que contradecían su ideología.
Los expertos fiables son aquellos que están dispuestos a exponer sus opiniones en “un formato verificable” para poder “controlar continuamente su actuación pronosticadora”. Todo lo contrario de lo que observamos diariamente por parte de nuestros gobernantes y sus asesores que nos pronostican, sin aclarar en base a qué, el aumento del crecimiento para no se sabe bien que trimestre de que año, la reducción del déficit, la deuda o el desempleo. Actuando como auténticos farsantes.
Si aplicamos estas ideas a nuestra actualidad política comprobamos cómo a pesar de que los hechos muestran de manera irrefutable el error de las políticas económicas de nuestro gobierno, aumento del desempleo y de la deuda a pesar de los drásticos recortes que se les está aplicando a la población. Nuestros gobernantes siguen empecinados en que están haciendo lo correcto, pues responde a las pautas que su sistema de “creencias” económico prescribe y que se ve reforzado por el apoyo de los dirigentes europeos que participan de las mismas creencias. No importa que los hechos muestren una tras otra lo equivocados que están, pues se aferran a su sistema de creencias y las soluciones de arriba abajo que les garantiza la “certeza” en sus políticas.
No encuentro mejor manera de terminar este escrito que con las palabras del gran activista e historiador americano Howard Zinn, fallecido en 2010
“Allí donde se han hecho progresos, en cualquier lugar donde una forma de injusticia ha sido reparada, ha sido porque las personas han actuado como ciudadanos y no como políticos. No se limitaron a quejarse. Trabajaron, actuaron, se organizaron y si fue necesario se sublevaron para llamar la atención de la gente en el poder sobre su situación. Y eso es lo que debemos hacer hoy…
Lo queremos todo. Queremos un mundo en paz. Queremos un mundo igualitario. No queremos la guerra. No queremos el capitalismo. Queremos una sociedad decente.”


Ahí está nuestra esperanza, en los ciudadanos a través de los movimientos sociales luchando por una sociedad justa, solidaria y democrática.

lunes, 4 de marzo de 2013

Epidemia de deshonestidad



Resulta alarmante los casos de corrupción que aparecen en los medios de manera rutinaria, como algo habitual, a lo que nos estamos acostumbrando y que se va introduciendo en nuestra cotidianidad como “normal” de manera que la noticia, lo excepcional, sería encontrar instituciones y/o personas de relevancia social que se distingan por su honradez y dedicación al bien común y no al latrocinio.
Tras los “escándalos y estafas”del mundo de las finanzas que nos han llevado a la mayor crisis económica desde el crack del 29, y del que todos los días seguimos conociendo nuevos casos de directivos “bien pagados e indemnizados” por llevar el banco o caja a la ruina, hay que añadir los de políticos, que como consecuencia de unas bien lubricadas “puertas giratorias” van de lo publico a lo privado y viceversa,  de manera que hoy son ministros, vicepresidentes o presidentes de gobierno y mañana nos los encontramos dirigiendo grandes empresas -eléctricas sobre todo- o bancos o gestoras sanitarias o cualquier cosa en la que la influencia del puesto anterior se pueda convertir en una máquina de hacer dinero para su propio beneficio.
 “Estoy en política para forrarme”, esta frase es posible que no se la oigamos a ningún gobernante en público, pero no tengo claro que en los círculos próximos no se jacten con ella y desde luego en el ámbito personal estoy convencido que debe ser como un “mantra” que se repiten día a día ante el espejo. A los hechos y hemerotecas me remito.
Otros, como financieros y banqueros especuladores, no solo lo dicen en privado sino que presumen públicamente de los enormes beneficios que obtienen con sus criminales especulaciones que, entre otros desastres, están produciendo miles de muertes diarias, de manera escandalosa con la especulación de los alimentos y la epidemia de suicidios que los desahucios están provocando.
Los casos son demasiados para reseñarlos, pues parafraseando a Carlo M. Cipolla y su primera ley fundamental de la estupidez humana diríamos “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos “corruptos”  -estúpidos, diría él- que circulan por el mundo”.
Para intentar buscar una explicación ante tanta manifestación de corrupción por parte de las instituciones mas importantes de nuestra sociedad (monarquía, gobierno, justicia, patronal, iglesia, etc.) me parece pertinente traer a colación la máxima orteguiana: “Yo soy yo y mis circunstancias”.
La primera observación que hemos de hacer es que todo lo que está ocurriendo es consecuencia de conductas humanas que se realizan en una sociedad concreta, es decir somos nosotros y nuestro entorno, o lo que es lo mismo el yo y mis circunstancias de  Ortega y Gasset.
¿Y cuáles son nuestras circunstancias?
Pues en lo que respecta al tipo de sociedad en que nos encontramos es el capitalismo, representado por el mercado, el cual se guía por dos reglas básicas: el afán de lucro y la competencia -el mal llamado “darwinismo social” ya que fue Herber Spencer y no Darwin quien acuñó este concepto (que pone en primer plano la lucha entre individuos o grupos humanos como fuente de progreso social y biológico).
Lo anterior nos lleva a comportamientos y valores por parte de los ciudadanos en consonancia con estas reglas, así tenemos egoísmo, insolidaridad, afán de enriquecerse, competencia, etc.
En el momento actual el modelo social que domina es una fase del capitalismo, denominada neoliberalismo, que se caracteriza por la ausencia de control y normas reguladoras sobre la capacidad de especulación y enriquecimiento.
Si tenemos en cuenta que nuestro mundo es finito, así como su capacidad de producción de riqueza, nos encontramos en un escenario que desde la perspectiva de “la teoría de juegos” seria de “suma cero”, lo que implica, que aquello que unos ganan otros lo pierden, de manera que el 1% de la población que acumula la mayor parte de la riqueza mundial es a costa de la que le correspondería al 99% restante, o lo que es lo mismo el 99% de la población se ve empobrecido como consecuencia del excesivo enriquecimiento del 1%.
Son con estas bases sociales, construidas por nosotros, los seres humanos (obviamente impuestas por una minoría a los demás), y en las que el dinero, como elemento para enriquecernos, ha dejado de ser un medio para convertirse en un fin, las que resultan un terreno abonado para la corrupción como herramienta para el enriquecimiento personal.
Y que sabemos con respecto al “yo” o lo que se denomina “naturaleza humana”, pues que todo pensamiento, emoción, sentimiento o conducta es consecuencia de nuestra actividad cerebral, y que el cerebro no ha evolucionado para descubrir la verdad sino para sobrevivir y que, como han puesto en evidencia las investigaciones de Dan Ariely, descritas en su último libro publicado en España (“Por qué mentimos”),“todos” tenemos una predisposición hacia conductas deshonestas, aunque, afortunadamente, “solo un poco” en la mayoría de las personas. Normalmente existe un conflicto entre la “buena” imagen que deseamos tener de nosotros y la tendencia al engaño, lo que nos lleva a tolerar, en la mayoría de nosotros, solo pequeños engaños para hacerlo compatible con nuestra imagen de personas honradas, sin entrar en disonancia cognitiva.
Sin embargo, a una parte de los ciudadanos, situados en puestos socialmente relevantes, es como si hubiesen sido infectados por el “parásito de la codicia” provocando una necesidad imperiosa de enriquecerse y ello les llevase a un exceso de deshonestidad, algo similar, aunque con consecuencias opuestas, a lo que ocurre con el toxoplasma cuando infecta al ratón, que parasita su cerebro modificando su conducta natural, de forma que pierde el miedo innato a los gatos, facilitando que sean atrapados y comidos por ellos.
 Además, Ariely demuestra que las conductas deshonestas son contagiosas, especialmente cuando estas las realizan personajes relevantes de nuestro entorno, poniendo de manifiesto lo decisivas que son otras personas en la demarcación de los limites aceptables para nuestra conducta, incluido el engaño. Es como si, al observar la mentira y los comportamientos deshonestos de otros miembros de nuestros grupos sociales, reconsiderásemos la brújula moral interna y se nos estuviera “dando permiso” para que adoptemos su conducta como modelo propio. Y si el miembro de nuestro grupo afín, además, resulta ser una figura con autoridad o alguien a quien respetamos, aún hay más posibilidades de que nos veamos arrastrados a ello.
El que la deshonestidad sea contagiosa, de manera similar a como lo son las enfermedades producidas por virus o bacterias plantea un grave problema en nuestra sociedad actual, en la que, como decíamos al principio, se ha institucionalizado el fraude y la estafa de manera que parece lo “normal”.
Nuestro actual presidente del gobierno, si tiene alguna característica que lo haga sobresalir es la de haber mentido a los ciudadanos con su programa  y promesas electorales. Resulta bochornoso ver y escuchar la vehemencia con la que nos decía a los posibles votantes las cosas que nunca haría cuando llegase a la presidencia y comprobar como nada de lo prometido ha sido respetado una vez conseguida su elección, siendo un ejemplo paradigmático de lo que nos decía Richard Feynman (Premio Nóbel de Física): “El primer principio estriba en que no debe engañarse a sí mismo y que uno mismo es la persona más fácilmente susceptible al engaño”. 
Padecemos un gobierno de “autoengañados” o “mentirosos compulsivos”.
Cuando escribo estas lineas estamos siendo testigos del patético espectáculo que la cúpula del Partido Popular están dando ante los medios de comunicación cuando tienen que responder sobre el “Caso Bárcenas” o el exmarido de la ministra de sanidad, un tal Sepulveda.
Verdaderamente bochornoso verlos mentir de manera tan descarada. No sabemos de que estan mas escasos si de vergüenza o de inteligencia.
En definitiva nos encontramos con un modelo de sociedad cuyo objetivo para considerarse un triunfador es el enriquecimiento y por otro unos seres humanos con una ligera predisposición al engaño, ello favorece que dentro del grupo hegemónico de la misma sea habitual las conductas corruptas en grado elevado, sin que aparezca un rechazo social fuerte.
Necesitamos aún un largo proceso evolutivo que nos lleve a un modelo social en que a los ciudadanos nos repugnen los actos deshonestos propios y ajenos.
Todos hemos sido testigos de la capacidad de movilización que produce en las masas los equipos de futbol, de manera que salen a las calles decenas de miles de personas para celebrar el triunfo de su equipo, o el malestar que sienten cuando pierde.
Mientras los ciudadanos ante la evidencia de escándalos como los que estamos conociendo en estos días no seamos capaces de movilizarnos con la misma pasión, ante el rechazo de las mismas, como lo hacemos con los resultados del futbol, la sociedad podrá seguir siendo estafada sin que “nadie” pague por ello y los ciudadanos seguiremos de brazos cruzados contemplando como nos saquean.
La parte positiva es que “hay alternativas”, las cosas pueden ser diferentes, como decíamos el modelo social que tenemos es un constructo de los seres humanos y podemos cambiarlo, frente al capitalismo neoliberal podemos aspirar a una economía del bien común que se asienta sobre otros valores como “dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia social y democracia”, frente a la banca especulativa tenemos la “banca ética” como Triodos y Fiare, frente al mercado especulativo y explotador apoyo al comercio justo, frente a un sistema energético contaminante y que esquilma los recursos naturales un sistema de energía limpias, frente a políticos que apoyan el modelo neoliberal y sus consecuencias tenemos otros como Equo que defienden y practican los valores anteriores, frente a los dogmas religiosos recuperar los principios y valores de la Ilustración, y lo mas importante, que al igual que la corrupción es contagiosa, la honradez también lo es, y existen personas en todos los ámbitos que lo son, solamente necesitamos cambiar el foco, de manera que los corruptos paguen sus delitos de manera discreta e iluminemos a quienes destacan por su honradez y bien hacer.
Y todo este cambio de un modelo a otro está en nuestras manos, no necesitamos ni a políticos ni a financieros para que se produzcan, solo depende de que nosotros cambiemos nuestros hábitos de vida y de consumo, pues en una sociedad capitalista como la nuestra el  consumismo constituye uno de los pilares básicos sobre los que se asienta en consecuencia los consumidores tenemos un gran poder, solo tenemos que ejercitarlo, dejando de ser seres pasivos siguiendo las directrices que nos marca la publicidad y la rutina habitual, para convertirnos en agentes proactivos y críticos (Como los integrantes del Movimiento 15M) orientados hacia un consumo que respete el medio ambiente, la dignidad de las personas y responda a necesidades “reales” y no a deseos inculcados por la propaganda consumista del capitalismo.
Córdoba 1 de Marzo de 2013.

miércoles, 6 de febrero de 2013

LA CRISIS: ENFRENTANDO VALORES, ASUMIENDO RESPONSABILIDADES, PLANTEANDO ALTERNATIVAS





El concepto de crisis está asociado con “cambio rápido”, “ruptura”, “inestabilidad”. Esto supone una transición rápida, imprevista y traumática de una situación, de un estatus social y económico a otro.
En efecto, antes vivíamos en un entorno de estabilidad, económica y social, vivíamos un ambiente predecible y de bienestar (entendido como la existencia de derechos ciudadanos, constitucionales, que garantizaban bienes sociales como la sanidad gratuita, el acceso a una vivienda digna, el acceso a una educación pública de calidad, el derecho a la tutela judicial efectiva…). Ahora el entorno es inestable, impredecible y existe malestar social por la limitación cada vez mayor en el acceso a los bienes sociales.
La causa de esta crisis no es otra que un error financiero, que un desajuste especulativo en el que el ciudadano medio no ha intervenido. En cualquier caso, este desajuste, este error está ocurriendo dentro de un modelo social en el que priman valores materialistas: la competitividad, el valor del dinero como fin en sí mismo y no como instrumento, el egoísmo, la insolidaridad, la falta de conciencia social…. Si este fallo financiero hubiera tenido lugar en un mundo dominado por los contravalores del capitalismo (la cooperación, la solidaridad, la búsqueda del bien común…) es más que probable que no hubiera persistido como persiste. Esta es nuestra responsabilidad.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de analizar la crisis, nuestra crisis, es la extensión de la misma. Evidentemente que la crisis nos afecta localmente, tan sólo tenemos que analizar las estadísticas locales de paro (Andalucía un 35% de paro, un 38% en riesgo de exclusión…); pero también es europea, y del primer mundo…. En cambio el tercer mundo vive con cifras de crisis de forma permanente. En estos países la inestabilidad, la impredecibilidad y la falta de derechos sociales son la norma. Y el hambre: hambre que, por la especulación de grupos financieros sobre los mercados de grano y por la compra masiva de tierras de cultivo por esos mismos grupos de capital, han conseguido multiplicar por cuatro el número de personas hambrientas en los últimos cuatro años (desde 250 a 850 millones de personas pasan hambre en un mundo con recursos sobrados para alimentar a todos sus habitantes). Ésta es también, queramos o no, nuestra crisis y nuestra responsabilidad.
Por tanto, a la hora de plantear soluciones, no debemos dejarnos engañar por quienes nos dicen que confiemos en los que saben: los expertos, los tecnócratas, los políticos… por quienes quieren, en definitiva, desresponsabilizarnos con la excusa de que éste es un problema demasiado complejo para el ciudadano común.
Este es un problema global y ciudadano y la  solución no puede abordarse desde otra óptica que no sea global  ciudadana. La responsabilidad está, querámoslo o no, en nuestras manos.
Debemos cultivar los valores ciudadanos de bien común, del respeto a la dignidad de cada persona, de la cooperación, de la solidaridad… en cada una de nuestras actividades tanto individuales como en nuestra comunidad. Sólo desde la impregnación, desde el contagio colectivo de esta manera de estar en el mundo, podremos recrear las condiciones para que éste pueda cambiar.
También debemos demostrar, mediante  pequeñas acciones locales, que la sociedad puede autoorganizarse y dar respuestas diferentes a las que nos quieren hacer creer que estamos condenados a dar. Algún ejemplo de estas formas de respuestas solidarias, responsables y respetuosas con la dignidad de las personas y del medio ambiente son: la banca ética, el consumo responsable, el decrecimiento, los microcréditos, la economía de bien común, el banco de tiempo, las experiencias de democracia directa, los presupuestos participativos, la relocalización…
En definitiva sabemos que esta situación no pervive por falta de recursos, ni por falta de dinero, sino por la tolerancia social que todos mantenemos frente a una organización económica y social injusta, inhumana.
Es nuestro momento.

martes, 15 de enero de 2013

Acto en Conquista: “La gran estafa llamada crisis”

 “La gran estafa llamada crisis” (I)

El pasado sábado día 22 de diciembre, dos miembros de EQUO, Antonio Pintor y Félix Igea, participaron en una charla-coloquio con los vecinos y vecinas de Conquista (Córdoba), en la Casa de la Cultura. El evento, titulado “La gran estafa llamada crisis”, ilustró a las veinte personas participantes sobre las causas, los protagonistas, las consecuencias y las alternativas a la misma.
A lo largo del evento se expuso el concepto de crisis en todas sus vertientes: alimentaria, social, ética, ecológica, financiera, inmobiliaria, bursátil y política. Asimismo se explicó el plan llevado a cabo por los estafadores y las posibles soluciones alternativas a esta estafa. Se propusieron soluciones tanto personales como políticas. Algunas de estas reflexiones se expresan a continuación.
Cartel charla
De las diferentes acepciones de la palabra crisis, las que más se aproximan al significado popular son las que hacen referencia a una situación que no funciona y que ocasiona un cambio. Sin embargo, ante la crisis económica se ha instalado con fuerza la acepción referente a escasez y carestía, como si además se tratase de algo que se ha producido de manera natural. Algo similar a un terremoto, un tsunami o cualquier otro desastre ocasionado por las fuerzas de la naturaleza, y no como consecuencia de una manera de hacer política y un modelo económico concreto. Es el caso del capitalismo en su versión más salvaje en cuanto a desregulación y falta de control, lo que se conoce como neoliberalismo.
Es conveniente aclarar que se trata de una crisis sistémica, es decir, que va intrínsicamente vinculada al sistema capitalista, que forma parte de su esencia y que es además poliédrica, o sea, con múltiples caras o manifestaciones. Destacan por su gravedad la alimentaria, ecológica, política, social y por supuesto financiera y económica.
Conquista.Equo 041
Tras la 2ª Guerra Mundial, en la que murieron entre 45 y 70 millones de personas —cerca de 40 millones en Europa—, el presidente de los Estados Unidos convocó el 1 de julio de 1944 a 44 naciones en el complejo hotelero de Bretton Woods con el objetivo de llegar a la paz y prosperidad con una política librecambista, creándose dos organismos clave en la economía actual.
Uno de ellos fue el Banco Mundial. Entre sus propósitos declarados (aunque no cumplidos) están, reducir la pobreza mediante préstamos de bajo interés, créditos sin intereses a nivel bancario y apoyos económicos a las naciones en desarrollo. Está integrado por 186 países miembros.
El otro organismo que se creó fue el Fondo Monetario Internacional. Éste busca fomentar la cooperación monetaria internacional, afianzar la estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover un empleo elevado y un crecimiento económico sostenible y reducir la pobreza en el mundo entero.

Pero como se ha expresado en el título del artículo, se trata de una gran estafa. Y como en toda estafa, se necesita un plan, unos estafadores y unos sujetos a los que estafar.

“La gran estafa llamada crisis” (II)

Como se introducía en la primera parte del artículo, no hay estafa sin un plan, unos estafadores y unos estafados. Siguiendo estos términos como puntos principales, continúa el resumen de la interesante charla coloquio del pasado 22 de diciembre.Conquista.Equo 038
EL PLAN
La Teoría Neoliberal es la doctrina económica que considera al mercado como el mejor y más eficiente productor y distribuidor de los recursos. Siguiendo sus recetas, se han eliminado todas las leyes que regulaban las finanzas, dejando a los Estados limitados a ser un instrumento para reforzar su modelo. Esto lo hemos podido comprobar con las enormes cantidades de dinero destinadas al rescate financiero y las modificaciones legales que se están produciendo en nuestro país con objeto de “mercantilizar” todo lo público (sanidad, educación, pensiones, etc.).
Otro de los elementos sobre los que se asienta el plan es el miedo, mediante la aplicación de la “Doctrina del Shock”. Métodos basados igualmente en el miedo fueron aplicados cruelmente en Chile por Pinochet y en Argentina por la Junta Militar (en la actualidad condenados por crímenes contra la humanidad).
LAS MENTIRAS DE LA GRAN ESTAFA

“El déficit y la deuda del Estado son causa de la crisis”. Esto nos ha llevado a pensar erróneamente son objetivo prioritario a resolver, y que ambos no son consecuencia de las enormes ayudas al sector financiero, ni de la facilidad para no pagar impuestos de las grandes fortunas.
“No podemos gastar más de lo que ingresamos”. Se trata de otra falacia evidente, pues dentro de la sociedad capitalista en la que vivimos, todos los gobiernos, así como un elevado número de familias, se apoyan en el crédito. Lo correcto sería afirmar que “no podemos gastar más de lo que previsiblemente y razonablemente podamos pagar” en los plazos previstos.
“Hay un exceso de empleados públicos”. Estamos muy por debajo de la media de los 15 estados más desarrollados de la Unión Europea, entre los que se encuentra nuestro país.
“Es necesario inyectar (regalar) dinero a los bancos”. No es cierto que  sea una necesidad, es una opción que protege a los bancos prestamistas (alemanes, franceses, ingleses, etc.) a costa de los ciudadanos. Como se ha hecho en Islandia, se podían haber garantizado los depósitos de los clientes y dejar caer a los accionistas, que son  los que han especulado.
“Hemos vivido por encima de las posibilidades”. En realidad lo que se ha hecho es estimular el endeudamiento de ciudadanos, empresas y gobiernos por parte de los grupos financieros. Se han facilitado créditos sin ninguna garantía, a sabiendas de que no corrían verdadero riesgo, ya que detrás estaban los organismos nacionales e internacionales que saldrían en su ayuda aún a costa de aumentar el círculo de parados y pobres. A éstos se les ha convencido que son ellos los que “han estado viviendo por encima de sus posibilidades”, y no a los especuladores financieros.                          
“No hay alternativas”. Por supuesto que las hay, solo tenemos que leer o escuchar a economistas y analistas diferentes a los “creyentes” neoliberales, como Krugman, Stiglitz, V. Navarro, J. Torres, etc., que aportan una visión diferente sobre el camino a seguir.

EL MECANISMO
Como toda persona medianamente informada sabe, la “crisis” económica que nos asola no es consecuencia de la elevada deuda pública de los estados, sino de la deuda privada, es decir, de los bancos, de los empresarios, y en menor medida, de los ciudadanos. Son los gobiernos los que han aumentado su deuda pública al utilizar el dinero de los ciudadanos para ayudar a los banqueros.
12641667-simbolo-del-euro-en-el-banco-central-europeo-bce-en-frankfurt-alemaniaAl mismo tiempo, en la Unión Europea se han autoimpuesto una serie de normas que impiden utilizar el dinero público de los estados para poder salir al frente de sus gastos corrientes, recaudándose a través del Banco Central Europeo. De esta manera, el Banco Central Europeo recauda dinero de los estados y se lo presta a los bancos para que éstos se lo presten a los estados. En ese circuito de préstamo, los bancos sacan una buena tajada a través de los tipos de interés, que suelen ser entre 3 o 4 veces superiores a los que ellos pagan. Ahí está la estafa.
Es una trampa diabólica, de la que la única manera de salir es cambiar las normas que la están haciendo posible. Para ello necesitaríamos políticos comprometidos con los ciudadanos, y no con los poderosos banqueros. Aunque éste tipo de políticos existe, se encuentran apartados de la toma de decisiones y apenas tienen visibilidad en los medios.
ESTAFADORES Y ESTAFADOS
Los estafadores son el 1% de la población, quienes concentran las mayores fortunas y constituyen una Plutocracia, es decir, el gobierno del dinero. También los conocemos como MERCADOS.
Son colaboradoras las Agencias de Rating, que con sus opiniones exentas de responsabilidad pueden llevar a la ruina a todo un país. Y el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, ambas instituciones presididas en los últimos años por personajes imputados y/o condenados por delitos: Jean-Claude Trichet , Mario Draghi, Christine Lagarde, Dominique Strauss-Kahn, Rodrigo de Rato y Figaredo. Mediante este sistema, los altos directivos de las organizaciones económicas y financieras, así como de instituciones  gubernamentales, son los mismos que van alternando de unos puestos a otros. Es lo que se conoce como la “teoría de las puertas giratorias”.

Al otro lado, los estafados: los pueblos de los estados en los que se aplican estas medidas, y que constituyen el 99% restante.
Antonio Pintor, miembro de EQUO