“El indicador por
antonomasia del buen hacer de un gobierno es cómo atiende los intereses de su
pueblo, en especial de los más débiles,
y si es capaz de protegerlo durante los tiempos difíciles.”
David Stuckler y Sanjay Basu
Si compartimos esta afirmación de los autores del libro “Por
qué la austeridad mata” y la utilizamos como herramienta para evaluar a nuestro
gobierno y al resto de la Unión Europea llegaremos a la conclusión de que lo
están haciendo bastante mal, pues es evidente que desde que se precipitó la
caída financiera y se puso en marcha la estafa a los pueblos por parte de los
grandes capitales (bancos, fondos de inversión, multimillonarios, etc.) y la complicidad
de los gobiernos que padecemos en Europa, la riqueza se ha ido concentrando en
estos grupos a costa del empobrecimiento del resto de la población.
La situación actual ha puesto en evidencia, una vez más, de
lo peligroso que resulta anteponer las creencias a los hechos. Aquellos que
defienden el libre mercado y la austeridad creen
que pagar la deuda y reducir el déficit debe estar por encima de todo, incluido
el coste humano que ello pueda suponer. No
importa que los datos procedentes de múltiples países sobre las recesiones y la
economía en los últimos cien años
indiquen una pauta clara: los beneficios del estímulo versus los perjuicios de
la austeridad.
Se acepta la creencia general de que las recesiones económicas son
inevitablemente perjudiciales para la salud de las personas, por lo que es
razonable esperar un aumento de alcoholismo, depresiones, suicidios,
enfermedades infecciosas, complicaciones de las patologías crónicas, etc. Sin
embargo los hechos nos demuestran que no tiene por qué ser así, ya que las
consecuencias para la salud de las poblaciones en los momentos de recesión
económica van a depender del tipo de política que se adopte por los gobiernos.
“Las recesiones nos
vacían los bolsillos y nos empobrecen pero no tienen necesariamente que llenar
los hospitales y cementerios”
Si repasamos la historia veremos que ante situaciones
similares a la que estamos sufriendo han sido las políticas de estímulo del
gasto público las que han conseguido sacar a los países de las recesiones
económicas y por el contrario cuando se han aplicado las políticas restrictivas
se ha empeorado la situación económica y ,lo que es peor, se ha aumentado el
sufrimiento y la mortalidad de la población más vulnerable.Tenemos
los ejemplos de EEUU en la Gran Recesión y la política de New Deal aplicada por
el presidente Roosevelt incrementando el
gasto público en obras, créditos para la vivienda y cupones para alimentos
entre otras, y como a partir de su aplicación la economía empezó a mejorar, así
como la tasa de suicidios de la población y la mortalidad infantil (Por cada
100 dólares por habitante invertidos se redujo en 18 por mil nacidos). La
diferencia se hizo más acentuada entre los estados gobernados por los
republicanos reacios a aplicar tales medidas y los gobernados por los
demócratas que si las aplicaron.Otro ejemplo más reciente lo tenemos en Suecia, donde en la década de
1990 sufrió un crac peor que la actual recesión sin que por ello aumentasen los
suicidios ni las muertes relacionadas con el alcoholismo. Este país junto a
Dinamarca, Finlandia e Islandia tienen y han mantenido unos programas de
protección social de gran calidad y eficiencia, en los que incluyen Programas
de Mercado Laboral Activo y de Ayudas a la vivienda, con lo que se actúa sobre
las dos causas más graves de riesgo para la salud en situaciones de recesión
económica: el desempleo y la pérdida de vivienda.
En contraste con lo anterior
en Grecia, Italia, Portugal y España, siguiendo los consejos de la
Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario
Internacional, también conocido como Fondo de Mortalidad Infantil y en inglés
IMF – I´m Fired, “estoy despedido”, por los resultados de sus recomendaciones)
han aplicado importantes recortes en los sistemas de protección social por lo
que el desempleo y la pérdida de vivienda se han convertido en un problema de
gran magnitud afectando a la salud de su población más vulnerable,
incrementándose los problemas de salud mental ( ansiedad, depresión,
alcoholismo) y con ello el aumento de las tasas de suicidios, existiendo en
nuestro país una correlación entre las cifras de desempleo y el número de
suicidios, entre los que se incluye una
nueva modalidad llamada “suicidio económico” que en España supone 30% del
total, lo que se traduce en un goteo de tres diarios. En Grecia, convertida en
el “enfermo de Europa” se han incrementado las enfermedades infecciosas
(Tuberculosis, Sida, Malaria) y las complicaciones de las patologías crónicas
(Diabetes, Hipertensión, Cardiopatías, etc.).
Un dato que puede orientarnos sobre las consecuencias de las
políticas en la salud mental de la población es el consumo de antidepresivos,
que en Reino Unido y España, con sus recortes, se han incrementado en torno al
20% en contraste con el 6% de Suecia.
Otra vuelta de tuerca para aumentar la mortalidad en la
población empobrecida lo tenemos con las subidas del recibo de la luz, a pesar
de la “pobreza energética” en la que se encuentran mas de cuatro millones de
personas en nuestro país, y la negativa del Partido Popular a establecer una
“tregua invernal” como en Francia, que evite el corte de luz durante el
invierno a familias que no pueden hacer frente al pago de ésta. Añadamos
la nueva ley sobre el aborto que el gobierno “Mariano” ha aprobado, a pesar de las evidencias y las indicaciones
de la Organización Mundial de la Salud de que las restricciones suponen un
aumento de morbimortalidad (47.000 mujeres al año) al no garantizar un aborto
seguro en los casos que quedan fuera de la ley.
Las políticas de recortes o “austericidas” no solo nos
empobrecen sino que provocan un aumento del sufrimiento y muertes a los más
vulnerables, precisamente aquellos a los que “un buen gobierno” debería
priorizar en su cuidado; y todo ello impuesto en un contexto y por unos
organismos carentes de democracia y con la excusa de que es la única
alternativa posible.
Una mentira más de las muchas que nos cuentan todos los días
nuestros gobernantes actuales.
P.D.- Apaguemos el televisor durante el discurso de nuestro
monarca “elefanticida” el día 24 y
las luces de 7 a
8 de la tarde el 30 de diciembre.
Cenaremos
más a gusto el día 24, les daremos un aviso a las eléctricas y empezaríamos a
hacer algo para ser mejores en el 2014.