viernes, 19 de febrero de 2016

Titiriteros, Trileros y Equilibristas.

Últimamente el circo mediático ha desplazado a sus protagonistas habituales, “los payasos”, interpretados de manera brillante por financieros, gobernantes, políticos, “periodistas”, tertulianos, etc. por otros “artistas cirquenses” entre los que encontramos, titiriteros, trileros y equilibristas.
Cantaba el genial Joan Manuel Serrat allá por los años setenta su canción “El titiritero”, cuyo estribillo decía:
-          ¡Allez hop! ¡Titiritero, allez hop! de feria en feria. 
  Siempre risueño, canta sus sueños y sus miserias
Y precisamente ha sido esto, “sus miserias”, las que han salido a relucir como consecuencia del  desafortunado incidente de Madrid, pero no solo las de los titiriteros como nos dice la canción consistentes en soledad, tristeza y pobreza, junto a la amenaza constante del poder hacia ellos por la utilización satírica de su inteligencia transgresora, algo que no suele gustar a los poderosos que prefieren la estupidez sumisa y aduladora. Como decía no sólo se ha puesto en evidencia las “miserias” de los artistas sino las de los ciudadanos ante la muestra de intolerancia, estrechez en la libertad de expresión y desnortados representantes de las diversas instituciones y de la “gente de bien”, entre los que destaca el ministro del interior Jorge Fernández Díaz que ve a los cómicos como terroristas, al tiempo que considera que la organización Hazte Oír es de “utilidad pública”, a pesar de que la jueza española López Castrillo haya considerado probada y "esencialmente veraz" su vinculación con la secta terrorista de extrema derecha El Yunque, y pese  a lo cual “el dirigente ultraconservador del Partido Popular ha mantenido la concesión a esta asociación a la que incluso los obispos de Toledo o Getafe han prohibido el acceso a sus diócesis (parroquias, delegaciones diocesanas…) para que “no puedan dar a conocer o promover sus iniciativas”. Menos mal que este Sr. es ministro y no médico, pues viendo el “ojo clínico” que tiene ya podemos imaginarnos donde acabarían sus enfermos. En fin que esta gente, a modo de península, ven  el peligro por todas partes menos por una, la derecha, por muy extrema que sea.
Por otro lado tenemos a “los trileros”, esos embaucadores que nos hacen mirar con su palabrería hacia el cubilete vacío mientras se quedan con nuestro dinero. Aquí nos encontramos con una dura competencia por el protagonismo en el espectáculo, entre los agrupados en el llamado “partido popular por su podredumbre” plagado de saqueadores de lo público para beneficio particular o del grupo, y la iglesia católica, entre cuya jerarquía se ha establecido una dura competición para ver quien consigue apropiarse de mas inmuebles del  erario público, siendo un elemento destacado en este ranking el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ¡otro Fernández!  que además de los muchos inmuebles ha conseguido la “joya de la corona” la Mezquita-Catedral de la ciudad registrada por su antecesor en el cargo por solo 30 monedas , todo ello con la inestimable ayuda de los que teniendo la obligación de vigilar y proteger estas propiedades se han dedicado a mirar hacia otro lado o colaborar  con ellos facilitándoselo.
Finalmente tenemos el tercer grupo de artistas de esta triada circense, se trata de los “equilibristas”, siendo los máximos representantes de ellos los cargos públicos del PSOE-A, y dentro de éstos la “Pinito del Oro” es Rosa Aguilar que se hizo pasar por comunista para conseguir la alcaldía de Córdoba  cuando, gracias a la figura de Julio Anguita, ser comunista  era una opción electoral ganadora en nuestra ciudad, posteriormente se “transfugó” al PSOE consiguiendo que un despistado Rodríguez Zapatero la nombrara ministra y en la actualidad la clerical presidenta de la Junta de Andalucía la ha nombrado Consejera de Cultura, seguramente para transmitir a la jerarquía eclesiástica que no deben preocuparse por las declaraciones que por conveniencia electoralista se vea obligada a hacer, que lo importante son los hechos y éstos demuestran de manera reiterada su sumisión al poder eclesiástico. Lo demostraron en el pleno municipal absteniéndose en la votación sobre la Mezquita, en el Congreso de los Diputados cuando  la Plataforma de defensa del patrimonio Navarro, Europa Laica, la Plataforma Mezquita-Catedral y un colectivo de Cristianos de base  fueron a pedirles la firma  para conseguir los 50 diputados que se necesitaban para poder tramitar el “Recurso de Inconstitucionalidad” de la ley franquista reformada por Aznar para legalizar el expolio  ¡y no firmó ni uno! y lo acaban de hacer en el Parlamento andaluz donde se han negado a apoyar la propuesta de Podemos para solicitar el listado de inmatriculaciones de la iglesia, condición básica para poder reclamar aquellas que se considere que no le corresponden.
 

Algún día los cordobeses tendremos que mostrar “el agradecimiento” a la ex alcaldesa, ex ministra y actual consejera por su “importante” labor desarrollada en la ciudad, gracias a sus excelentes relaciones con el cura-banquero- artífice de la ruina de Cajasur (Miguel Castillejo), con el joyero- constructor-político- condenado en el caso Malaya y máximo deudor del ayuntamiento de la ciudad (Rafael Gómez “Sandokán”) y los obispos inmatriculadores de los monumentos más emblemáticos de la ciudad Juan José Asenjo  (en la foto) y Demetrio Fernández.

Quizás una manera de reconocer su “inestimable” labor en la ciudad podría ser nombrándola “persona non grata”.


viernes, 12 de febrero de 2016

Gente Podrida: El triunfo de la moralidad sobre la ética

“Mucho huele a podrido en el reino de España”
Cuando nos aproximamos al hecho de la corrupción en general  y en el terreno de la política en particular con ánimo de entenderla a fin de evitar su instalación, como ocurre en la actualidad, en las instituciones que nos gobiernan, necesitamos tener en cuenta, al menos, tres dimensiones que influyen en su desarrollo: el sistema, la situación y la disposición o carácter de las personas.
En estos tiempos estamos habituados a escuchar en boca de quienes nos gobiernan la frase “manzanas podridas” en referencia a los múltiples casos de corrupción que vienen apareciendo entre quienes integran los diferentes organismos del Estado, la mayoría personas con vinculación política del partido gobernante en el territorio afectado (Partido Popular a nivel nacional y en comunidades como Madrid, Baleares, Valencia, etc.; el PSOE en Andalucía y CiU en Cataluña, por citar solo las más relevantes). No me parece que sea acertada la metáfora por reduccionista  ya que no son sólo las manzanas (personas) las que están podridas sino que lo está el cesto en el que se encuentran (situación) y, lo que es más  grave, los mimbres (el sistema) con los que está construido.
El sistema (los mimbres) en el que se producen los hechos es el sistema capitalista caracterizado por asimilar éxito con progreso aunque sea desnortado y destructivo del medioambiente, consumo y acumulo de riqueza, sin importar los medios utilizados para conseguirlos; y la situación (el cesto) hace referencia al entorno político, caracterizado por una falta de transparencia y dependencia de los poderes económicos a cuyos intereses particulares sirven a costa de la “POLITICA” y de la democracia, perdiéndose la capacidad de garantizar todos los intereses existentes, especialmente de los grupos más débiles y vulnerables a costa de los más poderosos y mejor organizados.
 En una entrada anterior (“La importancia del contexto en la conducta humana y su relación con la corrupción política”) desarrolle la importancia de la situación en la conducta humana apoyándome  en  estudios como el de la “Prisión de Stamford” (EPS) realizado por Philips Zimbardo sobre la “conducta cruel” de las personas que por extensión considero aplicable a la “conducta corrupta”.
En este escrito me centraré en “las manzanas podridas”, es decir, en la disposición o carácter de las personas y su relación con la ética.
Como suele decirse la corrupción en la sociedad como la podredumbre en el pescado suele comenzar por la cabeza, pudiéndose percibir olor a podrido en la casa real (cobro de comisiones de las petromonarquias integristas, amoríos de elevado coste, cacerías pagadas, hija y yerno procesados por malversación de fondos, etc.); en el gobierno central (Gürtel , Púnica, etc.) que ha provocado declaraciones de algunos jueces en el sentido de considerar al Partido Popular como una organización criminal para la comisión de delitos y que solo la dependencia del poder judicial al gobierno mantiene en la legalidad al no aplicar la Constitución; y autonómicos (ERES, Mercasevilla , con implicación de importantes miembros del PSOE en Andalucía ;Taula y PP en Valencia; Caso Pujol en Cataluña, etc.), Sindicatos (Cursos de formación con implicación de UGT) Iglesia católica (pederastas protegidos por autoridades eclesiásticas incluidos los anteriores Papas, la “inmatriculada corrupción” que ha permitido mediante la utilización de un privilegio franquista, modificado en su beneficio por el gobierno de Aznar, que se produzca en nuestro país el mayor expolio inmobiliario por parte de los obispos), mundo de las finanzas (banqueros ensalzados por sus magnificas cualidades que llevan a la ruina a las entidades que gestionan o que esconden dinero en paraísos fiscales (Rato, Conde, Botín…), judicatura (dimisión del presidente del CGPJ  Carlos Divar por sus escándalos), empresarios (encarcelamiento de Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal , los Albertos, de la Rosa), etc.
Como vemos no se salva ni dios, aunque con demasiada frecuencia olvidamos que esa podredumbre visualizada en la cabeza no deja de ser la parte más representativa de todo el cuerpo social constituido por los ciudadanos y que la corrupción afecta a todo el organismo no solo a la cabeza, aunque esta sea la de mayor importancia por su gravedad en las consecuencias, pues como dijo Montesquieu: “Hay dos clases de corrupción: la primera, cuando el pueblo no observa las leyes; la otra, cuando el pueblo es corrompido por las propias leyes (o quienes las representan): mal incurable, porque surge del remedio mismo”  y con su conducta corrupta es “como si nos dieran permiso” a los demás para hacer lo mismo, por el contrario el buen ciudadano es aquel que ha aprendido a desear  y defender el bien público y a indignarse y encolerizarse ante la injusticia y la corrupción. ¿Dónde están los buenos ciudadanos en nuestro país?
Lo curioso de todo esto es que todos los personajes mencionados y muchos como ellos representan el “status moral” de nuestro país, al sistema y orden político vigente, la tradición y valores dominantes que tienen sus raíces en la moral judeocristiana. Por ello conviene distinguir de manera meridiana la diferencia entre moral y ética, porque una cosa es “adoctrinar”, lo que cae en el terreno de la moral y otra muy diferente “pensar y enseñar a pensar” que es tarea de la ética y para ello nada mejor que acudir a quienes saben del tema pues aunque todos tenemos derecho a opinar, una cosa es una opinión, y otra muy diferente exponer un conocimiento bien fundamentado.
En palabras de la Dra., Paulina Rivero Weber: “Moral significa costumbre; su uso en latín siempre indica las costumbres de una sociedad. La moral, pues, consiste en un conjunto de costumbres que han sido elevadas a nivel de normas, y que se proponen como el marco regulativo para una sociedad. En ese sentido una moral pide “seguidores”, requiere individuos que la sigan sin cuestionarla, y tiene, por lo mismo, un cierto carácter gregario… De esta manera, el que nace no decide qué valores va a tener: los encuentra de hecho en su sociedad, y si quiere integrarse a ella, debe simplemente seguirlos.
Por lo anterior, el individuo moral pierde de vista que la capacidad de crear valores es una prerrogativa humana, y con ello reduce y deprime su propia capacidad para autorregularse. Se entrega sin cuestionamiento a normas impuestas como absolutas por una sociedad, una religión o una institución, y es calificado como un individuo "moralmente bueno" por su sociedad. Así,  "la buena persona" que sigue, o aparenta seguir,  las normas establecidas sin cuestionarlas, o la beata que no olvida uno sólo de los mandamientos impuestos por la religión, son personas que tienen y siguen una moral: siguen una serie de códigos, que vienen impuestos desde el exterior, no desde su interior”.
Podemos decir que el “carácter moral” se adquiere por costumbre, muchas veces sin que el individuo se dé cuenta, produciendo autómatas preocupados por aparentar su adhesión a las normas morales de su entorno, ya que el control de su “buen o mal hacer” con respecto a las mismas viene de fuera, son los demás quienes catalogan su conducta, pues los individuos morales están interiormente vacios, lo que los convierte en un terreno fértil para la hipocresía. En contraste el “carácter ético” se conquista, con muchos esfuerzos, pues entre el individuo ético y sus actos existen la deliberación, la libre elección y el compromiso, aplicando sus capacidades intelectuales para crear sus propios valores que se impone a sí mismo, convirtiéndose en un ser autónomo que no necesita de la vigilancia de los demás para actuar de manera correcta siguiendo sus propios principios. Podemos concluir que la esencia de la ética consiste en practicar la capacidad de pensar, el “atrévete a saber, atrévete a pensar por ti mismo” tan inusual en esta época de seguidores incondicionales, muy morales y poco éticos.

El último espectáculo en este muladar en que se han convertido las declaraciones de políticos, tertulianos y “periodistas” en los medios de comunicación los han protagonizado dos de los más importantes mamporreros del poder en su “transición inmodélica” del franquismo a la restauración borbónica, responsables de la destrucción de las esperanzas de millones de españoles al traicionar a quienes apostaron por un cambio real y no solo en lo aparente para que “todo siga igual”, me refiero a Felipe González y Alfonso Guerra, máximos dirigentes del PSOE y del gobierno cuando se organizó el terrorismo de Estado mediante el GAL , con implicación de importantes cargos de su gobierno socialista, algo que debiera haber causado la expulsión del partido de estos dos sujetos , por implicación o por incompetencia en la defensa del estado de derecho ,si la decencia tuviera un mínimo de presencia en la política de nuestro país, en cambio tienen la desfachatez de salir a la palestra para insultar y descalificar a quienes no desean ir por el camino que ellos marcaron y que tan bien les ha ido a costa de los españoles que confiaron en ellos.
Lo dicho, estamos en la era de la moral a costa de la ética, lo que facilita que destaquen individuos y organizaciones “muy morales, pero poco éticas”, siendo urgente una pedagogía ética que aspire a modificar la conducta de los ciudadanos.

Córdoba 12 de febrero de 2016