lunes, 18 de junio de 2012

El Gran Engaño y la pérdida de Derechos en Europa


El Gran Engaño y la pérdida de Derechos en Europa
En su autobiografía “En busca de la memoria”, el Premio Nobel de medicina por sus estudios sobre la memoria, Eric  Kandel, nos cuenta cómo su ciudad natal Viena, en los años treinta era una ciudad maravillosa, el centro cultural mas importante de habla alemana, famosa en las artes y la música, cuna de la medicina científica, el psicoanálisis y la filosofía moderna , habitada por grandes pensadores, científicos, escritores, artistas, en definitiva por ciudadanos sensibles y cultos que asistían a conciertos, opera, museos, conferencias, etc. De la noche a la mañana una parte importante de estos mismos ciudadanos, tras la invasión de la ciudad por los nazis, se transformaron en seres crueles contra sus conciudadanos judíos, crueldad que tuvo su máximo exponente en la conocida “noche de los cristales rotos”. Kandel, nos cuenta esta experiencia para que reflexionemos sobre la fragilidad de los avances sociales y la necesidad permanente de defender los derechos conseguidos. Por otra parte refleja lo fácilmente que aparece la “conducta gregaria” con su sometimiento y adulación a la autoridad, además de poner en evidencia  la debilidad del altruismo, ambos componentes de la condición humana.
Resulta pertinente traer estas reflexiones a colación cuando estamos siendo testigos del desmantelamiento brutal en Europa del llamado “Estado del Bienestar” impulsado por la clase  capitalista, representada por los “mercados financieros” y ejecutado por los gobiernos “títeres” que venimos padeciendo, infiltrados todos ellos por representantes de ese  capital, cuyo máximo exponente es la entidad financiera Goldman Sach, y por otra parte la “tibieza” con que la ciudadanía está respondiendo, paralizada por el miedo y el “no saber que hacer” en unos casos y  la aceptación de los hechos en otros. 
Esta conducta  recuerda a la de los animales de experimentación que el psicólogo Martin Seligman denominó “Indefensión Aprendida”, consistente en la falta de respuesta por parte de éstos después de haberlos sometido a “fuertes descargas” sin que pudiesen librarse de ellas, quedaban inmóviles, incapaces de reaccionar ni siquiera ante estímulos dolorosos. En definitiva, los animales quedaban totalmente entregados al “destino”- o a los “mercados”- y se deprimían. Lo mismo que nos está ocurriendo a los ciudadanos europeos.
 Entristece ver como derechos conseguidos con tanto esfuerzo van desapareciendo (sanidad, educación, prestaciones por desempleo, dependencia, pensiones, etc.) y todo ello, según nos cuentan nuestros “ilustres” gobernantes y sus “bustos-parlantes” se hace para “ayudarnos a salir de la depresión económica” en la que nos han metido, y simultáneamente se “rescatan” bancos, trasladando cantidades exorbitantes de dinero público o comprometiendo y endeudando al Estado (o sea, los ciudadanos) para salvaguardar los intereses de los “delincuentes” que los han gestionado y de los bancos alemanes y franceses que son los prestamistas mayoritarios y todo ello sin que, hasta el momento, se hayan pedido responsabilidades a banqueros o políticos por el desastre nacional ocasionado. Es como si a esta situación hubiésemos llegado por “causas naturales” y no debido a políticos incompetentes.
Los poderosos medios de comunicación en manos del capital condicionan de manera importante la manera en que los ciudadanos perciben lo que está ocurriendo, como dicen algunos magnates de estos medios. “Pase lo que pase, pasará lo que nosotros queremos que pase”, y en esta línea de pensamiento está la explicación oficial de las causas de la crisis y de la necesidad y conveniencia de las medidas a adoptar y para ello  nos han contado lo que el premio Nobel de economía P. Krugman llama “El Gran Engaño”, que es una narración distorsionada, un relato falso de las causas de la crisis que no solo interfiere en las soluciones, sino que, de hecho, acaba llevando a políticas que sólo empeoran la situación.
El Gran Engaño consiste en difundir “la creencia” de que la crisis europea, en general, y española en particular se debe a la irresponsabilidad en el gasto de los gobiernos, que han incurrido en déficit presupuestarios excesivos y se han endeudado en exceso. Además se nos ha hecho creer que el “elevado” número de empleados públicos es otra de las causas.
Quizás haya algo de esto en lo ocurrido en Grecia, pero tanto Irlanda como España tenían superávit y poca deuda al inicio de la crisis, y como podemos observar en el gráfico adjunto, el conjunto de los países europeos que ahora están en dificultad, los llamados “GIPSI” (Grecia. Italia, Portugal, España e Irlanda) desde 1999 iban disminuyendo sin cesar su endeudamiento.
En cuanto a los empleados públicos, podemos observar el gráfico de los datos de la OCDE, en los que España está entre los últimos puestos.


Como podemos comprobar ambas afirmaciones son falsas.
El problema es que muchos europeos en puestos clave, sobre todo destacados políticos y funcionarios alemanes, además de los dirigentes del Banco Central Europeo y lideres de opinión del mundo de las finanzas y la banca, están totalmente comprometidos con la creencia en el Gran Engaño, y como un dogma de fe, ninguna prueba esgrimida en su contra les hará cambiar de opinión.
En consonancia con lo anterior, el problema de hacer frente a esta crisis suele formularse en términos morales: los países tienen problemas porque han “pecado”, y ahora tienen que redimirse a través del sufrimiento. 
En definitiva lo que nos dicen, y nos hacen, es que tenemos que sufrir para salir de esta situación, y para justificarlo las personas influyentes en el mundo de la economía han resucitado del mundo de los muertos la doctrina económica denominada “liquidacionista”, cuyos máximos representantes son los austriacos Schumpeter y Hayek , que  junto a Milton Friedman son los ideólogos económicos del “neoliberalismo” y que básicamente, aseveraba, que “el sufrimiento que se vive durante una depresión es bueno y natural, y no debe hacerse nada para aliviarlo”, algo similar al mandato bíblico a las mujeres de “parirás con dolor”, y aunque esta doctrina había sido meridianamente rebatida por los hechos, ha vuelto con fuerza para justificar el “hacernos pagar por nuestras culpas”.
Es lo que nos dicen las “sacerdotisas” del neoliberalismo, Angela Merkel, canciller de Alemania, y su homóloga Christine Lagarde (directora del Fondo Monetario Internacional).
Los ciudadanos tienen que pagar por sus pecados pero los especuladores y sus colaboradores deben ser premiados, estos últimos dirigiendo gobiernos y ocupando altos cargos en los mismos.
Frente a los “creyentes” cuyo objetivo es reducir la deuda pública, y su lema es la “austeridad por encima de todo”, están los que podríamos denominar “escépticos” que no creen en dogmas sino en pruebas y entre los que podemos citar a los premios Nobel, J. Stiglitz y P. Krugman y junto a ellos se alinean en nuestro país, Juan Torres, Paco Álvarez, Alberto Garzón, Vincent Navarro, Arcadi Oliveres, etc.
Estos consideran que no hay ninguna razón “natural” para que millones de ciudadanos estén sufriendo las consecuencias de esta depresión, porque tenemos la riqueza, el conocimiento y las herramientas precisas para salir de ella.
Lo que bloquea esta recuperación es la falta de lucidez intelectual y la falta de voluntad política de nuestros gobernantes actuales, al defender los intereses del capital (representado hoy en la banca y entidades financieras) frente a los de los ciudadanos.
Por ello resulta imprescindible la concienciación y movilización ciudadana.
Pero eso será objeto de otro artículo.

Antonio Pintor Álvarez.
Médico. Militante de Equo
13 de junio de 2012