El Gran Engaño y la pérdida de Derechos en Europa
En su autobiografía “En busca
de la memoria”, el Premio Nobel de medicina por sus estudios sobre la memoria,
Eric Kandel, nos cuenta cómo su ciudad
natal Viena, en los años treinta era una ciudad maravillosa, el centro cultural
mas importante de habla alemana, famosa en las artes y la música, cuna de la
medicina científica, el psicoanálisis y la filosofía moderna , habitada por grandes
pensadores, científicos, escritores, artistas, en definitiva por ciudadanos
sensibles y cultos que asistían a conciertos, opera, museos, conferencias, etc.
De la noche a la mañana una parte importante de estos mismos ciudadanos, tras
la invasión de la ciudad por los nazis, se transformaron en seres crueles
contra sus conciudadanos judíos, crueldad que tuvo su máximo exponente en la
conocida “noche de los cristales rotos”. Kandel, nos cuenta esta experiencia
para que reflexionemos sobre la fragilidad
de los avances sociales y la
necesidad permanente de defender los derechos conseguidos. Por otra parte
refleja lo fácilmente que aparece la “conducta
gregaria” con su sometimiento y adulación a la autoridad, además de poner
en evidencia la debilidad del altruismo, ambos componentes de la
condición humana.
Resulta pertinente traer estas
reflexiones a colación cuando estamos siendo testigos del desmantelamiento
brutal en Europa del llamado “Estado del Bienestar” impulsado por la clase capitalista, representada por los “mercados
financieros” y ejecutado por los gobiernos “títeres” que venimos padeciendo,
infiltrados todos ellos por representantes de ese capital, cuyo máximo exponente es la entidad
financiera Goldman Sach, y por otra parte la “tibieza” con que la ciudadanía está respondiendo, paralizada por
el miedo y el “no saber que hacer” en unos casos y la aceptación de los hechos en otros.
Esta conducta recuerda a la de los animales de experimentación que el psicólogo Martin Seligman denominó “Indefensión Aprendida”, consistente en la falta de respuesta por parte de éstos después de haberlos sometido a “fuertes descargas” sin que pudiesen librarse de ellas, quedaban inmóviles, incapaces de reaccionar ni siquiera ante estímulos dolorosos. En definitiva, los animales quedaban totalmente entregados al “destino”- o a los “mercados”- y se deprimían. Lo mismo que nos está ocurriendo a los ciudadanos europeos.
Esta conducta recuerda a la de los animales de experimentación que el psicólogo Martin Seligman denominó “Indefensión Aprendida”, consistente en la falta de respuesta por parte de éstos después de haberlos sometido a “fuertes descargas” sin que pudiesen librarse de ellas, quedaban inmóviles, incapaces de reaccionar ni siquiera ante estímulos dolorosos. En definitiva, los animales quedaban totalmente entregados al “destino”- o a los “mercados”- y se deprimían. Lo mismo que nos está ocurriendo a los ciudadanos europeos.
Entristece ver como derechos conseguidos con
tanto esfuerzo van desapareciendo (sanidad, educación, prestaciones por desempleo, dependencia,
pensiones, etc.) y todo ello, según nos cuentan nuestros “ilustres”
gobernantes y sus “bustos-parlantes” se hace para “ayudarnos a salir de la
depresión económica” en la que nos han metido, y simultáneamente se “rescatan”
bancos, trasladando cantidades exorbitantes de dinero público o comprometiendo
y endeudando al Estado (o sea, los ciudadanos) para salvaguardar los intereses de los
“delincuentes” que los han gestionado y de los bancos alemanes y franceses que
son los prestamistas mayoritarios y todo ello sin que, hasta el momento, se
hayan pedido responsabilidades a banqueros o políticos por el desastre nacional
ocasionado. Es como si a esta situación hubiésemos llegado por “causas
naturales” y no debido a políticos incompetentes.
Los poderosos medios de
comunicación en manos del capital condicionan de manera importante la manera en
que los ciudadanos perciben lo que está ocurriendo, como dicen algunos magnates
de estos medios. “Pase lo que pase, pasará lo que nosotros queremos que pase”,
y en esta línea de pensamiento está la explicación oficial de las causas de la
crisis y de la necesidad y conveniencia de las medidas a adoptar y para
ello nos han contado lo que el premio
Nobel de economía P. Krugman llama “El Gran Engaño”, que es una narración
distorsionada, un relato falso de las causas de la crisis que no solo
interfiere en las soluciones, sino que, de hecho, acaba llevando a políticas
que sólo empeoran la situación.
El Gran Engaño consiste en
difundir “la creencia” de que la
crisis europea, en general, y española en particular se debe a la
irresponsabilidad en el gasto de los gobiernos, que han incurrido en déficit presupuestarios
excesivos y se han endeudado en exceso. Además se nos ha hecho creer que el
“elevado” número de empleados públicos es otra de las causas.
Quizás haya algo de esto en
lo ocurrido en Grecia, pero tanto Irlanda como España tenían superávit y poca
deuda al inicio de la crisis, y como podemos observar en el gráfico adjunto, el
conjunto de los países europeos que ahora están en dificultad, los llamados
“GIPSI” (Grecia. Italia, Portugal, España e Irlanda) desde 1999 iban disminuyendo sin cesar su endeudamiento.
En cuanto a los empleados
públicos, podemos observar el gráfico de los datos de la OCDE, en los que España
está entre los últimos puestos.
Como podemos comprobar ambas
afirmaciones son falsas.
El problema es que muchos
europeos en puestos clave, sobre todo destacados políticos y funcionarios
alemanes, además de los dirigentes del Banco Central Europeo y lideres de
opinión del mundo de las finanzas y la banca, están totalmente comprometidos
con la creencia en el Gran Engaño, y
como un dogma de fe, ninguna prueba esgrimida en su contra les hará cambiar de
opinión.
En consonancia con lo
anterior, el problema de hacer frente a esta crisis suele formularse en
términos morales: los países tienen
problemas porque han “pecado”, y ahora tienen que redimirse a través del
sufrimiento.
En definitiva lo que nos
dicen, y nos hacen, es que tenemos que
sufrir para salir de esta situación, y para justificarlo las personas influyentes
en el mundo de la economía han resucitado del mundo de los muertos la doctrina
económica denominada “liquidacionista”, cuyos máximos representantes son los
austriacos Schumpeter y Hayek , que
junto a Milton Friedman son los ideólogos económicos del
“neoliberalismo” y que básicamente, aseveraba, que “el sufrimiento que se vive durante una depresión es bueno y natural, y
no debe hacerse nada para aliviarlo”, algo similar al mandato bíblico a las
mujeres de “parirás con dolor”, y aunque esta doctrina había sido
meridianamente rebatida por los hechos, ha vuelto con fuerza para justificar el
“hacernos pagar por nuestras culpas”.
Es lo que nos dicen las “sacerdotisas”
del neoliberalismo, Angela Merkel, canciller de Alemania, y su homóloga Christine
Lagarde (directora del Fondo Monetario Internacional).
Los ciudadanos tienen que
pagar por sus pecados pero los especuladores y sus colaboradores deben ser
premiados, estos últimos dirigiendo gobiernos y ocupando altos cargos en los
mismos.
Frente a los “creyentes” cuyo objetivo es reducir la deuda pública, y su lema es
la “austeridad por encima de todo”, están
los que podríamos denominar “escépticos”
que no creen en dogmas sino en pruebas y entre los que podemos citar a
los premios Nobel, J. Stiglitz y P. Krugman y junto a ellos se alinean en
nuestro país, Juan Torres, Paco Álvarez, Alberto Garzón, Vincent Navarro,
Arcadi Oliveres, etc.
Estos consideran que no hay
ninguna razón “natural” para que millones de ciudadanos estén sufriendo las
consecuencias de esta depresión, porque tenemos la riqueza, el conocimiento y
las herramientas precisas para salir de ella.
Lo que bloquea esta
recuperación es la falta de lucidez intelectual y la falta de voluntad política
de nuestros gobernantes actuales, al defender los intereses del capital
(representado hoy en la banca y entidades financieras) frente a los de los
ciudadanos.
Por ello resulta
imprescindible la concienciación y movilización ciudadana.
Pero eso será objeto de otro artículo.
Antonio Pintor Álvarez.
Médico. Militante de Equo
13 de junio de 2012