viernes, 17 de junio de 2016

Nuevas Elecciones: Ante la ingenuidad y la estupidez, seamos inteligentes.

Con motivo de las nuevas elecciones y una vez actualizada, vuelve a ser oportuna la reflexión realizada para una cita electoral anterior.
En un artículo anterior “El cerebro y las decisiones políticas” reflexionaba sobre las causas que, según los experimentos científicos, nos inclinaban hacia una opción política concreta. En éste, de una manera menos científica y algo irónica pues se analiza desde “mi” escala de valores, pretendo hacer ver las consecuencias de las elecciones que hacemos.

Carlo M. Cipolla nos advierte en su breve ensayo sobre “Las leyes fundamentales de la estupidez humana” que la humanidad se encuentra en un estado deplorable. Añade que desde Darwin sabemos que compartimos nuestro origen con el resto de las especies del reino animal, las cuales  tienen que soportar sus dosis cotidianas de tribulaciones, temores, frustraciones y adversidades. Sin embargo, nosotros los humanos tenemos que cargar con una dosis extra de tribulaciones cotidianas, provocadas por un colectivo  perteneciente al propio género humano y que sin estar organizados actúan en perfecta sintonía. Similar a la “mano invisible”, que según Adam Smith guía a los mercados, pero que en este caso si funciona, consiguiendo una gran eficacia en la actividad del grupo. Se refiere a los “estúpidos”.
La 1ª Ley ya nos pone en guardia, pues dice: “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”.
Aclaremos a qué se refiere Cipolla cuando habla de estupidez humana y de individuos estúpidos.
En las interrelaciones humanas cada uno de nosotros suele obtener una ganancia o una pérdida, y al mismo tiempo proporciona una ganancia o una pérdida a algún “otro”. Es lo que en “la teoría de juegos” se conoce como “juego de suma cero”. Es decir, lo que unos ganan otros lo pierden.
 Esto lo podemos ilustrar mediante una gráfica:

El eje de la “X” mide la ganancia o pérdida del sujeto analizado.
A la derecha del punto “0” estarían las ganancias y a la izquierda las pérdidas. En el eje “Y” se registra la ganancia o pérdida que obtiene el sujeto, grupo o “ente” con el que interactúa el sujeto analizado.
En la parte superior del punto “0”  estarían las ganancias y en la inferior las pérdidas.
Como podemos observar de esta interacción obtenemos cuatro cuadrantes que se corresponden con las cuatro categorías fundamentales en las que  Cipolla clasifica a los seres humanos:
-         los “Incautos” (H), que con su acción obtienen perdidas para ellos y beneficios para los otros;
-         sus opuestos que serian los “Malvados” (M), que con su acción obtienen beneficios a costa de otros;
-         los “Inteligentes” (I), quienes actúan de manera que todos ganan; 
-          y sus antagónicos los “Estúpidos” (E), que consiguen que todos pierdan.
Si trasladamos esta tipología humana al terreno electoral observaremos que los electores se comportan muchos como incautos y la mayoría como estúpidos en función de los escenarios que consideremos. Veamos:
Si el escenario sobre el que enfocamos la conducta electoral lo centramos en los aspectos económicos, democráticos, laborales y sociales como elementos constituyentes de lo que denominamos “estado del bienestar”, comprobamos que hasta ahora, y parece que, desgraciadamente esta tendencia continua, la mayoría social del país, que se encuentra entre las víctimas de las medidas adoptadas por nuestros gobernantes y los oligarcas que los manejan, a la hora de emitir su voto lo hace volviendo a elegir a quienes son los causantes de sus desgracias –PP y PSOE en España - y la derecha europea y la socialdemocracia en Europa.
Es decir, su conducta electoral les perjudica y, en cambio, beneficia a quienes los hechos muestran que nos han llevado a la pobreza mediante las múltiples estafas (Rato y Bankia, Familia Pujol, etc), corrupciones de todo tipo (Gürtel, Bárcenas, Filesa, Eres, Palau, Nóos, etc) y legislando en beneficio del capital a costa del resto de la población (Art. 135 CE) y políticas austericidas. Este es un ejemplo típico de conducta incauta. Pues con su voto se perjudica a sí mismo y a los que comparten su situación socioeconómica (trabajadores, desempleados, jubilados, discapacitados, etc.) en beneficio de “otros”  (capital y sus servidores) que precisamente son el origen de sus penurias y calamidades.
En cambio si el foco lo ponemos sobre el Planeta Tierra, o sea a nuestra “Casa común”, como sujeto sobre el que recaen las consecuencias de nuestras decisiones electorales, y como dice Naomi Klein: “el clima lo cambia todo”, pasamos del grupo de los “incautos” al de los “estúpidos”.
Todos los científicos coinciden en que tenemos un problema. Un problema grave. Mientras nuestros políticos, nuestros empresarios y nuestra propia estupidez se encarguen de que sigamos siendo mortalmente adictos al carbón, al gas y al petróleo, hay algo que podemos prever: que las cosas van a empeorar al ir encauzados hacia el desastre medioambiental. Confirmándose la primera ley, el número de estúpidos se eleva muchísimo.
Los partidos que nos han gobernado hasta ahora, aunque a nivel teórico se ven obligados a reconocerlo, siguen actuando con una obstinada negación del calentamiento climático, acentuando la crisis energética, la hecatombe de la diversidad biológica, y en general la crisis ecológico-social como consecuencia de su empecinamiento en salir de la crisis económica y financiera mediante la única solución en la que ellos creen, el crecimiento. Sin reparar que nuestro planeta ha llegado al límite de la agresión tolerable y que no podemos seguir creciendo de manera infinita en un espacio limitado.
Según los informes de múltiples organismos internacionales hemos sobrepasado varias líneas rojas (emisiones de CO2, agujero de la capa de ozono, acidificación de los océanos, aumento de los aerosoles en la atmósfera, extinción de especies, escasez de agua dulce, etc.) entrando en la “Era de la Catástrofe”. Si nos fijamos en indicadores como la “huella ecológica", estamos más allá de los límites del planeta ya que estamos empleando aproximadamente un 150% de su biocapacidad.
Lo peor de todo es que se conocen las causas y las soluciones a aplicar, pero al igual que ocurrió con el antisemitismo nazi, en el que la mayoría de los alemanes y resto de europeos, miraron hacia otro lado en lo que algunos denominan “Denegación” y/o “Ceguera voluntaria”, con "la crisis ecológico-social global", que no es otra cosa que el choque de las sociedades industriales contra los límites biofísicos del planeta, nos está ocurriendo lo mismo.
Instalados en la  “Era de la Eco-Denegación”, seguimos negando realidades patentes y ocultando sus causas y soluciones. Hemos entrado desde hace unas décadas en lo que de manera similar a la “denegación de ayuda” hacia las comunidades masacradas de manera inhumana por los nazis, escudándose en “no lo sabíamos”, que en realidad era un “no queríamos saber”, en un expolio de los recursos naturales a unos límites que nos están llevando a convertir nuestro planeta en un lugar incompatible con la vida humana.
Los negacionistas y los defensores del pensamiento hegemónico centrado en el Crecimiento “Llaman eco-pesimismo a lo que es simplemente superación del eco-analfabetismo y rechazo de la eco-denegación”.
Las leyes de la estupidez humana nos conducen a un escenario en el que incluso los que están obteniendo beneficios económicos como consecuencia del expolio a los ciudadanos –los Malvados en la clasificación de Cipolla- se verán perjudicados, pues la destrucción de nuestro hábitat al que nos están llevando también acabará afectándoles. Obviamente dado que tienen más poder serán los últimos en sufrir las consecuencias. Robaran y eliminaran a quienes les estorben, hasta que la tierra sea completamente inhabitable y entonces perecerán como el resto.
En definitiva elegimos a quienes con su visión cortoplacista centrada en el crecimiento como solución y afán de acumular dinero están destrozando el planeta en el que vivimos, llevándonos a la destrucción del ser humano, ellos incluidos. A largo plazo todos perdemos cuando actuamos de manera estúpida.
El 26 de junio se presenta una oportunidad de cambiar el rumbo de las cosas. Espabilemos. Elijamos de manera inteligente. Votemos por aquellos partidos que defienden y proponen medidas para la sostenibilidad del planeta, mejorar la democracia, gobernar para los ciudadanos y no estén sometidos a la dictadura del poder económico. ¿Es tan difícil?

Aquí tenemos algunos políticos "Malvados", en el sentido de Cipolla, riéndose.
 ¿De quién? Con toda seguridad de "nosotros". Sus víctimas, por nuestra "estupidez"

Nota: Este escrito tiene un corolario, pues como indicaba al principio del mismo, este análisis está hecho desde los valores que defiendo: “Altruismo social” concretado en la defensa del bien común; “Altruismo Ecológico” defensa del Planeta por encima de localismos; Erradicación de la pobreza, Democracia..., que evidentemente no son los que predominan, al menos en la práctica, por ello asumo que la mayoría pensarán que el incauto y/o estúpido soy yo.

Antonio Pintor Álvarez
Junio 2016


1 comentario:

  1. Gracias por mostrarnos,desde tu inteligente sensatez, que somos interdependientes y que todo este estúpido y doloroso juego que nos traemos los seres humanos terminará más pronto que tarde si no nos damos cuenta de que la inteligencia que necesitamos ahora está reñida con el egocentrísmo.

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