martes, 21 de noviembre de 2017

¡ESCUCHA, españolito!




Me dirijo a ti, españolito, como parte de esos millones de personas que componen la “mayoría silenciosa” de nuestro país, bien porque se sitúan al margen de los avatares sociopolíticos, bien porque no necesitan elevar su voz para protestar al sentir que sus intereses están bien defendidos por quienes nos gobiernan. Silenciosa en lo referente a las cuestiones sociopolíticas, pero muy ruidosa y activa en lo que respecta a otras actividades como futbol, procesiones, romerías, y cualquier otro tipo de espectáculo de masas, porque ahí en la masa informe es donde te encuentras cómodo. Nombres como Rodríguez Delgado, Antonio Fernández de Molina, Ginés Morata o Emilio Lledó, seguro que no te dicen nada. Por el contrario Ronaldo o Messi, seguro que conoces hasta los últimos detalles de su intimidad. Y eso que los primeros, brillantes investigadores y filósofo, son andaluces. Si tuvieras que escoger entre una biblioteca y un estadio de futbol, sin duda optarías por lo segundo.
Y es que tú eres una “persona normal”, cuya normalidad viene establecida, no solo por su significado estadístico, sino por estar adaptada a las circunstancias del momento y no ser conflictiva para el estatus quo dominante. Quieres seguir siendo una “persona normal”, ajena a la política, los problemas sociales y medioambientales,  interesada en alcanzar, aunque la mayoría de las veces se quede solo en deseo, una posición económica solvente, disfrutar de tu futbol, tu coche de alta gama, tus programas televisivos, tus fiestas y tus compras en las grandes superficies. Satisfacer la necesidad biológica de pertenencia a un grupo, de formar parte de un “nosotros”, que a veces se transmuta en “patria”.
Para conocerte bien solo necesitamos ver los anuncios publicitarios, pues en ellos se refleja lo que te interesa, deseas y estas dispuesto a comprar y consumir.
Una “normalidad” que no ha sido elegida por ti sino que durante cuatro décadas un individuo pequeño física e intelectualmente pero grande en crueldad, designado “por la gracia de dios” para apropiarse del país y cuidar de los españoles, se encargó de implantar.  Aconsejando a los de su entorno “…haga como yo y no se meta en política” y encarcelando o asesinando a los díscolos “anormales” que no seguían su recomendación. Todo ello bendecido por su “decimo segunda pía santidad” y sus seguidores. “Normalidad” reforzada y actualizada por los gobernantes que le siguieron y por los mandatarios del mundo civilizado, esos que presiden las grandes multinacionales, las finanzas, los llamados hombres de Estado, los sindicatos subordinados, los partidos, los “intelectuales”, … y la maldita TV. Estos personajes te dicen que “eres libre”, cuando deberían decirte que “estas libre”, en el sentido de que careces, de la formación para gobernar tu vida y de la capacidad para valorar críticamente los hechos y la situación en la que estas. Libertad que se te otorga y usas para lo que más deseas y desean, consumir. Estos mismos personajes reclaman poder para ti, un poder que les has de trasladar para que te representen, momento en el que se desvanece tu poder, pues  nunca te rendirán cuentas. Aunque en realidad esto no supone ningún problema para ti, ya que tampoco tienes interés en ello.
Como “españolito normal” no quieres asumir la responsabilidad en tu alimentación, no te inquieta el colapso medioambiental, las condiciones de vida de los refugiados, el deterioro de la educación, la sanidad, el trabajo o que puedas estar equivocado en tu manera de pensar. Tus preocupaciones van por otros derroteros, como lo que puedan pensar tus vecinos, es decir “el qué dirán”, o si la honestidad puede suponerte alguna pérdida económica o freno en tu ascenso social. Tu seguridad te importa más que la verdad.
Por ello al “españolito normal” no le interesa conocer la verdad de lo que hacen aquellos a los que ha otorgado “su poder” mediante el voto, porque prefiere seguir ciego, sentirse seguro y creerse todo lo que dicen los medios (¡otra vez la maldita TV!) para no asumir su responsabilidad en las fechorías que sus representantes cometen, pero que quiéralo o no, es suya.
El problema es que ese poder otorgado y no controlado nos está llevando al desastre como país, al haber sido ocupados por delincuentes los estamentos de la nación. La corrupción y los escándalos son tantos y tan graves que a pesar del sometimiento y servilismo de los medios les es imposible ocultarlos, saliendo a la luz por rebosamiento. Ahí están las hemerotecas.
Son estos hechos los que me llevan a pensar que ello solo es posible por el silencio y complicidad de millones de españolitos, esos mismos que han recuperado la voz y sus banderas del futbol para gritar contra quienes han manifestado su deseo de expresar en las urnas su pertenencia o no al Reino de las Españas. Los mismos que han estado y siguen callados ante el saqueo de “su patria” desde las instituciones.

Que nuestro país, avanzando en estos momentos hacia la distopía (sociedad de características negativas causantes de la alienación humana), cambie su rumbo hacia una utopía donde se respeten los Derechos Humanos, se practique la honestidad en la vida política y social, se creen condiciones en las que amor, trabajo y conocimiento formen parte de su esencia depende que ese españolito de hoy centrado en ser un teleadicto “consumidor” y “patriota”, asuma una pequeña parcela de responsabilidad, se despoje de esa libertad otorgada para ser manipulado y tras conseguirla por sus propios medios, se transforme en ciudadano, informado y crítico, con capacidad para poder manejar su vida y tomar sus decisiones, controlando a quienes lo representan y exigiendo responsabilidad de sus acciones. ¡Ahí está nuestra utópica esperanza!

viernes, 29 de septiembre de 2017

Política, Empatía y Cataluña.

Domingo 24 de septiembre, en los informativos de TV aparecen personas de diferentes países unidos en un esfuerzo común: intentar sacar con vida a las personas atrapadas bajo los escombros de un edificio desplomado durante el terremoto en Méjico. Un desastre natural crea un entorno en el que sacamos lo mejor de la condición humana. Es un ejemplo del circuito cerebral de la empatía funcionando a tope.
Podemos definir la empatía como “la capacidad de reconocer lo que otra persona piensa o siente y reaccionar con una emoción adecuada”. Cuando la empatía se produce, suspendemos nuestro enfoque de atención único, centrado exclusivamente en nuestra mente, y adoptamos un enfoque de atención doble que tiene en cuenta la mente del otro. Ahí estaban los voluntarios poniéndose en el lugar de las victimas e intentando salvarlas.
Por la noche el periodista Jordi Évole entrevista al Presidente de Cataluña y a continuación Ana Pastor lo hace a la Ministra de Sanidad, ambos posicionados en criterios enfrentados ante la convocatoria del Referéndum en Cataluña. Aquí el circuito de empatía brilla por su ausencia. No aparece por parte de los entrevistados el más mínimo atisbo de entendimiento. Todo lo contrario, ambos instalados en “su verdad” y centrados en un enfoque de atención único, no solo son incapaces de tener en cuenta al otro para poder acercarse e  intentar resolver el conflicto, sino que ponen en marcha el dispositivo cerebral más efectivo para generar odio: “Nosotros-Ellos”.  Este mecanismo, instalado en las regiones más arcaicas de nuestro cerebro, útil para la supervivencia de nuestros antepasados en una época remota de su evolución, en la actualidad es una fuente de problemas si no conseguimos ponerlo bajo control de regiones cerebrales evolutivamente más recientes, como la Corteza Prefrontal. Su capacidad para anular la empatía y sacar lo peor del ser humano al deshumanizar, despersonalizar y en definitiva cosificar al “ellos”, nos pone en el disparadero para cometer cualquier atrocidad.
 Paradójicamente un desastre natural nos une para ayudarnos sin reparar en esfuerzos y sacrificios y unas normas elaboradas por supuestos seres “inteligentes” y “racionales” nos enfrentan a unos contra otros.
En mi opinión, los integrantes de ambos gobiernos (catalán y español), dada su incapacidad para solucionar un conflicto político y social con debates, negociaciones y acuerdos que se supone es su trabajo, no solo se comportan como unos incompetentes sino que son un peligro para las personas a las que gobiernan, al exaltar los sentimientos encontrados de los ciudadanos y poner la razón al servicio de la emoción llevándonos a un escenario de  “todos pierden”, en lugar de someter los sentimientos a la razón para hacernos pensar y desear estar unidos . Y todo ello, según dicen, ¡en defensa de “la democracia, la libertad y la justicia”!
Por otra parte resulta evidente la enorme hipocresía de los actores, ahora enfrentados, pero almas siamesas durante todo el periodo democrático, tanto en las políticas neoliberales como en la epidemia de corrupción de sus partidos.
Aunque reconozca el mal-hacer de ambos gobiernos en esta confrontación por la fractura social que han provocado,  me parece oportuno señalar un matiz diferencial.
 Tertulianos,  politólogos y portavoces de partidos en sus argumentos en contra del referéndum nos cuentan las condiciones en las que se intenta llevar a cabo y la falta de garantías democráticas del mismo, o sea, el “cómo”. Sin embargo, salvo raras excepciones, se suele  obviar el “por qué”, ya que ello les obligaría a reconocer que no están dispuestos a permitir que los ciudadanos de cualquier territorio puedan decidir libremente si desean seguir perteneciendo o no al reino de España, de ahí la prohibición, la falta de acuerdos y “al más cómo, menos por qué” en sus explicaciones. Siendo éste el debate que se necesita poner sobre la mesa sin ambigüedades.
Ambos gobiernos se acusan de ser transgresores de la legalidad, en un caso de la Constitución y en el otro de Derechos fundamentales.
En neuropsicología podemos distinguir dos tipos de transgresiones: “Transgresiones morales” (actos que violan los Derechos Humanos) y “Transgresiones convencionales” (actos que violan normas o convenciones sociales). Para distinguir entre ambas se utilizan test en los que se valora la “maldad” de una acción y si ésta seguiría siendo incorrecta de no existir ninguna regla que la prohibiera.
En el caso de las transgresiones morales sigue estando mal aunque la ley lo permita y en las convencionales desaparece la transgresión al cambiar la norma. Por ejemplo, moralmente no está bien dañar a otra persona, aunque la ley lo permita. La percepción de estas diferencias depende del desarrollo y actividad de una región cerebral (ángulo parieto-temporal derecho), que se produce a partir de los cuatro años. Si no funciona bien esta región nos encontraremos con una mente que, al ser incapaz de tener en cuenta el contexto, solo razona basándose en reglas y en consecuencia no encontrará diferencias entre ambas transgresiones. Existen mecanismos ambientales que pueden atenuar el adecuado funcionamiento de esta área.
 Si hacemos un ejercicio de simplificación del conflicto catalán y nos limitamos al derecho fundamental de  libertad de expresión,  vemos una importante  diferencia entre los que piden realizar un  referéndum, que pueden estar transgrediendo normas convencionales, por el contexto en que pretenden ejercer ese derecho, solucionable con el debate necesario indicado anteriormente y llegado el caso cambiar la norma, y quienes tienen como misión obstaculizarlo, y que en su intento, por muy respaldado por la legalidad vigente que esté, utilizan  medios que pueden estar transgrediendo lo ético  y los derechos humanos.

martes, 22 de agosto de 2017

La “normal” anormalidad


En 1969 la psiquiatra  Elisabeth Kübler-Ross dio a conocer lo que denominó las cinco etapas del duelo (Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación). Aunque no es necesario que se den todas, es deseable llegar a la fase de aceptación como condición para poder enfrentarse al problema sin autoengaños.
Este modelo que habitualmente  se utiliza en medicina para entender y ayudar a las personas cuando se les diagnostica una enfermedad grave, también es válido para cualquier situación trágica de la vida social.
Al observar nuestro entorno podemos identificar suficientes síntomas que nos hacen sospechar que la salud democrática de nuestro país está muy deteriorada. Tenemos una sociedad enferma desde una óptica política aunque la mayoría, instalados en la negación, siga sin querer aceptar el diagnostico.
Posiblemente el mal que más daño causa a un sistema democrático es la corrupción, tanto si afecta a las instituciones, los partidos políticos o a los ciudadanos. Siendo máxima su letalidad cuando es sistémica y se expande por todo el tejido social.
Por ello, la corrupción que afecta al Partido Popular la podemos calificar de “situación trágica” para el propio partido y, al ser el partido gobernante, para el resto del país.
Si le aplicamos el modelo de Kübler-Ross observamos que el Partido Popular sigue de manera tozuda aferrado a la primera fase, es decir, la negación.  Solo, en algún caso concreto, cuando los hechos son tantos y las pruebas tan evidentes que no puede seguir negando la evidencia, pasa a la segunda fase: la ira. Sin embargo esta ira, en contra de lo que cabría esperar, no suele dirigirse a los miembros corruptos de su partido, sino hacia quienes los han puesto en evidencia.
El ejemplo paradigmático de la falta de salud democrática en nuestro país lo hemos tenido recientemente cuando al Presidente del gobierno de España, al estar “supuestamente” implicado el partido que preside, se le ha citado para declarar como testigo en uno de los mayores casos de corrupción de nuestro país.
Una vez fracasado el intento de no acudir físicamente al tribunal, mediante la alternativa de declarar a través de una pantalla de plasma a la que tan aficionado es, ha explicado que su comparecencia es algo “normal”.
Que situaciones o hechos nada deseables sean percibidos como algo “normal”, da que pensar.
Estadísticamente se considera “normal” lo que es frecuente. En el asunto que tratamos, por desgracia, es “normal” por cotidiano que miembros y cargos públicos del Partido Popular pasen por los juzgados a declarar, pero en modo alguno lo es que un Presidente de Gobierno en activo tenga que hacerlo. Es algo tan excepcional que se trata de  la primera vez en nuestro país. Del resto de los países de nuestro entorno europeo no me consta, pues solo tengo información de lo que ocurre en Venezuela. Así que su comparecencia será normal si lo hace como miembro del Partido Popular y anormal si es como Presidente del Gobierno.
La otra posibilidad es que usara “normal” según la define el diccionario de la RAE: “que se halla en su estado natural”. Dudo que el Sr. Rajoy quisiera transmitir a la audiencia que el estado natural de los cargos públicos del Partido Popular es ir a los tribunales de justicia, bien como testigos o como imputados en los “supuestos” delitos de su partido.  
Ante la manera en que se han desarrollado los acontecimientos, tanto en el tribunal como en la cobertura mediática, da la impresión que se ha pasado a la fase de Negociación.  
Así se nos ha dicho que ha ido a declarar como un ciudadano español y por eso en vez de entrar a pie para recibir el “calor y la simpatía” de los ciudadanos, ha entrado de incognito a través del garaje por el sitio reservado a jueces, fiscales y demás miembros de los poderes del Estado. Se le ha sentado junto al tribunal, y no en el sitio normal de los testigos y ha sido protegido férreamente por el presidente del tribunal ante las preguntas “impertinentes e inapropiadas” de los abogados.
Los medios (especialmente TVE y los periódicos de ámbito nacional -El País, el Mundo y ABC-) lo han tratado como algo “normal” y sin interés para los españoles, en contraste con la situación político social en Venezuela que nos tiene en un sin vivir y que es lo verdaderamente importante para el pueblo español junto con el fichaje de algún futbolista y el empeño de un grupo de catalanes exaltados en romper España mediante un referéndum.

El problema para nuestro país, es que mientras los responsables del Partido Popular, que es el que dispone de mayor apoyo electoral, no sientan tristeza y dolor por las consecuencias de la corrupción en el trágico deterioro de la salud democrática y pase a la fase de Aceptación como única manera de hacer frente con valentía para realizar la terapia que necesita, la corrupción será parte consustancial en nuestra sociedad y será considerada un problema menor y “normal” al que no hay que prestarle mucha atención por “no ser pertinente”.
Obviamente la mejor solución pasaría porque los ciudadanos, en general, no tolerásemos la corrupción política en ningún ámbito, pero esto hoy por hoy en nuestro país es como pedir peras al olmo. 

jueves, 6 de julio de 2017

Unión Europea. La gran desconocida.

Al haberse celebrado recientemente los 60 años del Tratado de Roma, tratado que instauraría la Comunidad Económica Europea (CEE), parece oportuno resalta, por una parte que sigue siendo una gran desconocida para los ciudadanos  y por otra el hecho de que se encuentra en uno de sus momentos más complicados, con el Brexit a las puertas que la dejará con 27 países miembros, el avance del euroescepticismo, el repliegue de los países del Este y los problemas con el euro.

Vaya por delante mi reconocimiento a los aspectos positivos en la génesis de la UE  para conseguir unos Estados Unidos Europeos, así como los beneficios obtenidos: Ausencia de guerras desde 1945 entre los países miembros de esta unión, mejora de nuestra vida cotidiana a la hora de viajar por los países integrantes, importantes inversiones en lo económico, etc.
Aunque los fundadores de la Unión intentaron que se aplicase la sensatez mediante el principio de que: “La Unión perseguirá sus objetivos (…) respetando el principio de subsidiaridad”, es decir que: “La Unión sólo debe actuar si un problema no puede resolverse adecuadamente a nivel nacional, sino únicamente a nivel europeo”, la realidad es que este macro proyecto se ha convertido en un monstruo en el que una burocracia ilustrada, con ribetes kafkianos, controla hasta los detalles más nimios de la convivencia de las personas (desde la curvatura de los pepinos hasta el tamaño de los condones), mientras que éstas viven ajenas a ello. Y lo peor es que en los gobiernos nacionales los políticos responsables, se han dejado doblegar complacidamente por los gigantes mundiales de los sectores farmacéutico, energético, financiero, alimentario o de la comunicación.
Como consecuencia de lo anterior nos encontramos con un ente –La UE- que es un autentico laberinto, tanto en lo que se refiere a su estructura –organismos que lo componen-, como a la ingente cantidad de normas, directivas y procedimientos, imposibles de digerir dado el volumen alcanzado (las normas legales del banco de datos forman una colección de 1.400.000 documentos) a lo que se añade el uso de un lenguaje enrevesado que no lo entienden ni los expertos. Consiguiendo, no solo el desapego de la ciudadanía sino la crítica y el rechazo hacia quienes desempeñan su trabajo en ella. Dándose la paradoja de que un organismo con una gran proclividad para inmiscuirse en el día a día de los europeos y con un gran poder a la hora de enmarcar las reglas del juego en el que se desarrollan nuestras vidas nos es totalmente desconocido. Háganse una autoevaluación y comprueben si son capaces de enumerar los organismos más importantes ubicados en Bruselas, Estrasburgo, Luxemburgo o Frankfurt, y para sobresaliente, el nombre de los presidentes, vicepresidentes, comisarios y jefes de comisiones. Mi nota es un suspenso.
Podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que a día de hoy no existe una opinión pública europea merecedora de ese nombre. Debido, en parte, a los medios de comunicación que siguen anclados en un “nacionalismo” que tendría que haber sido superado por una visión transnacional  como corresponde a ese organismo que es la Unión Europea, junto a la dejadez de funciones de los políticos nacionales a la hora de crear una opinión pública informada. Dejadez suplida con éxito por la propaganda de las autoridades comunitarias.
Con el eufemismo de “déficit democrático”  se intenta hacer pasar por coyuntural lo que es estructural. La carencia de democracia en los organismos que componen la UE no es un defecto casual, sino que en el momento fundacional de la Comunidad Europea, el consejo de Ministros y la Comisión  acordaron, que la población no tendría ni voz ni voto en sus decisiones. Pues dudaban que la democracia que era la forma de gobierno de los países integrantes, pudiera funcionar a nivel supranacional. En consecuencia el único organismo que representa a los ciudadanos, el Parlamento, tiene una función meramente protocolaria. De ahí que cualquier consulta democrática como  un referéndum cause pánico entre la eurocracia.
Los noruegos, los daneses, los suecos, los holandeses, los irlandeses y los franceses han dicho “no” cuando se les ha preguntado. Eso sin hablar de británicos y suizos que se resisten a decir adiós a su sistema democrático. Sin que ello suponga un obstáculo para que la UE siga hacia delante, pues como dijo el profesor Philipp Genschel: “La forma común de no respetar los resultados de un referéndum, no es el abierto desafío… sino la repetición hasta que este produzca el resultado correcto”.
La consecuencia es una participación electoral cada vez más reducida. Cuestión que no parece afectar a los responsables, que asisten impasibles ante la merma de su legitimidad, pues la pasividad de los ciudadanos los pone en una situación paradisiaca, ya que cuando las cosas van mal, los gobiernos nacionales culpan a Bruselas y, por su parte, la Comisión alega que solo sigue las intenciones de los Estados miembros. Al final nadie es responsabilizado por los malos resultados.
Cuando los gobernantes y grupos afines nos bombardean con el lema: “La solución es más Europa”, deberían aclararnos su significado. ¿Se trata de ampliar “esta Europa”?, ¿de seguir creciendo en burocracia al tiempo que disminuye en democracia?, ¿de dar más poder a los lobby de las grandes multinacionales al tiempo que se incapacita políticamente a los ciudadanos?, etc.
 La actual UE supone la más audaz tentativa de dejar atrás un invento europeo como es la democracia y sustituirlo por una burocracia (controlada por las grandes multinacionales), que la filosofa y escritora Hannah Arendt, describía como  “la dominación no por leyes o personas sino por anónimas oficinas u ordenadores, cuya supremacía absolutamente despersonalizada puede suponer, para la libertad y aquel mínimo de civilidad sin el cual no cabe imaginarse la vida comunitaria, una amenaza mayor que la arbitrariedad más indignante de las tiranías del pasado”.
La mitología nos cuenta que Zeus raptó a la princesa fenicia Europa. En la actualidad asistimos como meros espectadores al secuestro de la democracia en Europa por una “Burocracia” subordinada a los intereses del capital.


jueves, 6 de abril de 2017

El dedo y la Luna.


Parafraseando a Confucio diremos que: “Cuando el sabio señala la luna el distraído mira el dedo”.
   Algo así ha ocurrido con la historia del autobús de la subvencionada organización católica y su prohibición de circular por las calles de Madrid.
Independientemente del desacuerdo que pueda tener con la citada organización y su desafortunado mensaje, no me parece acertada la prohibición. Es mejor debatir y razonar. De esa manera, aparte de defender el derecho a la libre expresión, se evitan los a veces no deseables efectos secundarios que se pueden producir.
En este caso, un hecho que hubiese pasado desapercibido por la mayoría de los madrileños y por supuesto por el resto del país, aparte de victimizar a los protagonistas, se ha convertido en primera plana de todos los medios de  comunicación. Consiguiendo una difusión que ni en el mejor de sus sueños se hubiesen imaginado sus promotores.
En consonancia con el proverbio confuciano, seguramente estamos mirando el dedo y dejando de ver la Luna. Porque el asunto del autobús, a pesar de la gravedad por la ignorancia e intolerancia que supone (ver “El autobús de la ignorancia y la intolerancia”), es solo un síntoma.
Lo preocupante es lo que hay más allá. Si miramos la Luna. Pues entonces lo que veremos es que estos mensajes son coherentes con lo que la Iglesia defiende y que un sector importante de la sociedad es receptivo a ellos.
Si en vez de mirar el dedo (lo anecdótico del autobús) lo hacemos hacia donde éste señala: la Luna (Iglesia Católica), descubriremos a una gran multinacional, con su central en el extranjero (Estado del Vaticano), que no solo está exenta de pagar impuestos sino que recibe “ayuda” económica del Estado español, como consecuencia de unos acuerdos de la dictadura franquista en agradecimiento a su importante participación en el golpe militar, ratificados y mejorados, en su beneficio, por los diferentes gobiernos democráticos. ¡Sin que sepamos muy bien qué es lo que tienen éstos que agradecerle! Todo ello estimado en más de 10.000 millones de euros anuales (equivalente a los recortes en sanidad y educación). Convertida en la mayor propietaria de inmuebles de nuestro país como resultado de la apropiación de bienes, muchos de dominio público, por el sistema de inmatriculación (otro regalo de la dictadura y ampliado por Aznar) protagonizando el mayor escándalo inmobiliario de la historia.
Si miramos a los aspectos aludidos en el eslogan: Infancia y Sexualidad, vemos que el texto más conocido de la infancia de Jesús en las “sagradas escrituras”, junto al alucinante relato (pues solo alguien bajo los efectos de un alucinógeno se le podía haber ocurrido) de la concepción y alumbramiento, es el mito de la matanza de niños por Herodes. Este episodio que a todos nos han contado en nuestra infancia para resaltar la crueldad del rey judío, si nos libramos de la ceguera dogmática y lo miramos a la luz de la razón descubrimos, a una familia muy sagrada pero nada solidaria con las familias de su vecindad, ya que  a pesar de conocer la amenaza para sus hijos, deciden huir sigilosamente dejándolos a su suerte. Permitiendo con ello la muerte de todos los menores de dos años, lo que hoy equivaldría a sus amiguitos y compañeros de guardería. Quedando muy cuestionado un dios, sabio, todopoderoso, bondadoso, etc., que pudiendo actuar, lo hace pero solo para salvar a “su hijo”.
Si dejamos a un lado los “cuentos sagrados” para situarnos en la realidad actual, las cosas no parecen mejorar, basta con ver los abusos sexuales cometidos por parte de destacados miembros de la misma y la protección dada desde la jerarquía católica a los sacerdotes pedófilos.
Además de la falta de respeto a los derechos del niño mediante la práctica del bautismo en los primeros días de vida como mecanismo de afiliación y el posterior adoctrinamiento antes de que tengan capacidad para decidir por ellos mismos. Consiguiendo inocular en sus cerebros, en un momento que son autenticas esponjas carentes de filtro alguno, extrañas fábulas, ideas extravagantes y quimeras ridículas que serian cuestionadas y/o rechazadas a una edad con capacidad crítica de razonamiento, pero que en esta edad se convierten en objetos de respeto y temor durante el resto de su vida, limitando su libertad de pensamiento.

Con respecto a la sexualidad, la iglesia considera que su única finalidad es la reproducción dentro del matrimonio. En consecuencia queda excluida su práctica como fuente de placer. Baste recordar la obsesión patológica contra la masturbación de los curas del nacionalcatolicismo, convertida en fuente de todos los males presentes y por venir (acné, caída del cabello, anemia, reblandecimiento cerebral, etc.). Por tanto la homosexualidad no solo es rechazada sino que se incita en sus “sagradas escrituras” a que se les de muerte a quienes la practican: Levítico 20, 13: “Si un hombre se acuesta con un varón, como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia; los dos morirán y serán responsables de su muerte”.
A pesar de estas barbaridades no me consta que la Iglesia haya rectificado sus textos sagrados. Por el contrario, algunos como el prelado cristiano del Movimiento Misionero Mundial se las toman en serio y, hace unos días, dijo cosas como éstas: “Los homosexuales deben morir al igual que los corruptos, ateos, porque no son obra de dios. Si encuentran a dos mujeres haciendo sexo, maten a las dos, y si encuentran a una mujer teniendo sexo con un animal, mátenla a ella y maten al animal (Levítico 20,16) en el nombre de Jesús. Hay poder en Jesús y en la sangre de Cristo”. 
Por ello sorprende que al Observatorio Español contra la LGTBfobia le llame la atención y recoja un listado de obispos que, en coherencia con los principios de su organización, fomentan la exclusión de estas personas de la Iglesia y de la sociedad. Parece que no han comprendido que está “en su naturaleza” actuar de esta manera. Desear ser aceptados es, salvando las distancias, como si un negro americano pidiera ser respetado por el Ku Klux Klan. El rechazo a la homosexualidad está en el ADN de la iglesia católica, en sus textos sagrados y en sus prácticas entre las que se incluyen su persecución  y “castigo” cuando los poderes civiles se ponen de su lado.
Si miramos la relación de la iglesia con la mujer, tampoco sale bien parada, pues se trata de una organización hecha por y para beneficio de los hombres, quedando relegada a un segundo plano. Autoritaria, nada democrática y en la que sus ministros (hombres) no son considerados representantes sino pastores a los que el rebaño (aquí si caben las mujeres) debe seguir y en modo alguno cuestionar.
Sustentada en una elevada dosis de misoginia: “Por la mujer comenzó el pecado, por culpa de ella morimos todos”, Génesis."Por más que busqué no encontré; entre mil se puede encontrar un hombre cabal, pero mujer cabal, ni una entre todas", Eclesiastés.
Otras perlas similares como que "la mujer es más amarga que la muerte " o  "vale más maldad de hombre que bondad de mujer" se encuentran escritas en unos textos considerados por esta doctrina “la palabra de Dios”.
En resumen, una organización cuyos principios y textos fundacionales chocan con los de una sociedad civilizada, democrática, solidaria, igualitaria en derechos entre mujeres y hombres, respetuosa con las diferentes opciones sexuales, protectora de la infancia, etc. Y sin embargo se la acepta, defiende y protege por la mayoría de los miembros de esa sociedad.

En definitiva, una más de tantas contradicciones de los seres humanos.

domingo, 19 de marzo de 2017

La UE y sus políticas “austericidas”.

“El indicador por antonomasia del buen hacer de un gobierno es cómo atiende los intereses de su pueblo, en especial de los más débiles, y si es capaz de protegerlo durante los tiempos difíciles.”   
Si compartimos esta afirmación de David Stuckler y Sanjay Basu, autores del libro “Por qué la austeridad mata” y la utilizamos como test para evaluar a nuestro gobierno y al resto de la Unión Europea llegaremos a la conclusión de que lo están haciendo bastante mal.
 Aquellos que defienden el libre mercado y la aplicación de la austeridad por parte del Estado, “creen” que pagar la deuda y reducir el déficit debe estar por encima de todo, incluido el coste humano que ello pueda suponer. No importa que los datos procedentes de múltiples países sobre las recesiones y la economía en los últimos  cien años indiquen una pauta clara:“los beneficios del estímulo versus los perjuicios de las políticas de austeridad”.

Suele aceptarse resignadamente que las recesiones económicas son inevitablemente perjudiciales para la salud de las personas y en consecuencia es razonable esperar un aumento de alcoholismo, depresiones, suicidios, enfermedades infecciosas, complicaciones de las patologías crónicas, etc. Sin embargo los hechos nos demuestran que no tiene por qué ser así, ya que los daños para la salud de las personas en los momentos de recesión económica van a depender del tipo de política (“determinantes políticos”) que se adopte por los gobiernos. Podemos decir que: “Aunque las recesiones nos vacían los bolsillos y nos empobrecen no tienen necesariamente que llenar los hospitales y cementerios”                                
Si repasamos la historia veremos que ante situaciones similares han sido las políticas de estímulo del gasto público las que han conseguido sacar a los países de las recesiones económicas y cuando se han aplicado las políticas restrictivas se ha empeorado y, lo que es peor, se ha aumentado el sufrimiento y la mortalidad de la población más vulnerable.
Tenemos los ejemplos de EEUU en la Gran Recesión y la política de New Deal aplicada por el presidente Roosevelt  incrementando el gasto público en obras, créditos para la vivienda y cupones para alimentos entre otras, y como a partir de su aplicación la economía empezó a mejorar, así como la tasa de suicidios de la población y la mortalidad infantil. Acentuándose la diferencia entre los estados gobernados por los republicanos reacios a aplicar tales medidas y los gobernados por los demócratas que si las aplicaron. Ejemplo más reciente lo tenemos en Suecia, donde en la década de 1990 sufrió un crac peor que la actual recesión sin que por ello aumentasen los suicidios ni las muertes relacionadas con el alcoholismo. Este país junto a Dinamarca, Finlandia e Islandia tienen y han mantenido unos programas de protección social de gran calidad y eficiencia, en los que incluyen Programas de Mercado Laboral Activo y de Ayudas a la vivienda, con lo que se actúa sobre las dos causas más graves de riesgo para la salud en situaciones de recesión económica: el desempleo y la pérdida de vivienda.
En contraste con lo anterior  en Grecia, Italia, Portugal y España, siguiendo los consejos de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) han aplicado importantes recortes en los sistemas de protección social por lo que el desempleo y la pérdida de vivienda se han convertido en un problema de gran magnitud afectando a la salud de su población más vulnerable, especialmente los problemas de salud mental (ansiedad, depresión, alcoholismo) y con ello el aumento de las tasas de suicidios. Existiendo en nuestro país una correlación entre las cifras de desempleo y el número de suicidios, incluyéndose una nueva modalidad llamada “suicidio económico” que en España supone 30% del total, lo que se traduce en un goteo de tres diarios. En Grecia, convertida en el “enfermo de Europa” se han incrementado las enfermedades infecciosas (Tuberculosis, Sida, Malaria) y las complicaciones de las patologías crónicas (Diabetes, Hipertensión, Cardiopatías, etc.).
Un dato que puede orientarnos sobre las consecuencias de las políticas en la salud mental de la población es el consumo de antidepresivos, que en Reino Unido y España, con sus recortes, se han incrementado en torno al 20%  en contraste con el 6% de Suecia.
Otra vuelta de tuerca para agravar y aumentar la mortalidad lo tenemos con las subidas del recibo de la luz, a pesar de la “pobreza energética” en la que se encuentran más de cuatro millones de personas en nuestro país.


Las políticas de recortes o “austericidas” no solo nos empobrecen sino que aumentan el sufrimiento y muertes de los más vulnerables, precisamente aquellos a los que “un buen gobierno” debería priorizar en su cuidado. Y todo ello impuesto por unos organismos carentes de democracia y con la excusa de que es la única alternativa posible.

jueves, 9 de marzo de 2017

El autobús de la ignorancia e intolerancia.


Aunque este eslogan sea correcto en la mayoría de las ocasiones, deja fuera a un porcentaje de personas en las que esta afirmación no se corresponde con “su realidad”. Conviene aclarar que la única realidad que conocemos es la realidad cerebral, es decir aquella que crea nuestro cerebro a partir de las señales que es capaz de captar por disponer de los receptores para ello. Pues bien, precisamente esa minoría vulnerable por estar fuera de la mayoritaria “normalidad” es la que en una sociedad tolerante, justa, solidaria e inteligente tendría su espacio con toda “normalidad” e incluso se vería como un enriquecimiento por la variabilidad en los tipos de personalidad que aporta, sin perjudicar a nadie.
El eslogan termina con una advertencia: “Que no te engañen”. Sin embargo es el reduccionismo corto de miras del mensaje el que, en estricta justicia, en el mejor de los casos está equivocado y en el peor es una mentira.
Echemos un vistazo somero a lo que nos dice la biología sobre el sexo de las personas.
El gen SRY situado en el brazo corto del pequeño cromosoma Y, tiene por función alterar el desarrollo embrionario en la especie humana encaminado a culminar en un sujeto hembra. Podemos decir que el sexo “por defecto” al que está orientada la embriogénesis es “hembra” y que solo cuando posee el gen SRY y éste funciona adecuadamente se produce un individuo “macho”. Al igual que para construir una casa necesitamos un arquitecto que diseñe los planos, en la construcción del organismo esta tarea la realiza el gen. Además hace falta un maestro de obras que los ejecute y esta tarea recae sobre la hormona testosterona. Finalmente necesitamos a la persona que la vaya a habitar y esa función, en nuestro caso le corresponde al cerebro. Para obtener un resultado satisfactorio es necesario que todos los aspectos mencionados se articulen armónicamente, para lo cual se requieren las exposiciones a las hormonas necesarias, en las dosis adecuadas y en los momentos precisos.
En resumen, para obtener un sujeto “macho” en la especie humana necesitamos que el organismo en desarrollo posea el gen SRY, que este funcione adecuadamente transformando las protogónadas en testículos y éstos produzcan los niveles de testosterona adecuados. Sin olvidar a los receptores celulares (lugares sobre los que actúa) y la exposición cerebral a la testosterona en los momentos críticos para que el desarrollo de la conducta sexual se corresponda con su sexo, tanto genético como genital.
Aunque lo habitual es que todo siga su curso de manera correcta, el complejo mecanismo deja abierta la posibilidad de que algo no se desarrolle según lo esperable, lo que ocurre en una pequeña proporción de casos.
Nos podemos encontrar con individuos que poseen el gen SRY, por lo que genéticamente serian clasificados como “sexo masculino”, y sin embargo al no funcionar adecuadamente, bien por falta de producción de testosterona o por no disponer de los receptores adecuados, entre otras razones, provocará que  el desarrollo y la apariencia externa, es decir el fenotipo, serian catalogados de “sexo femenino”. Además puede ocurrir que sea el desarrollo cerebral el que al ser expuesto de manera anómala a hormonas o sustancias químicas sintéticas que actúan como tales, no lo haga en el sentido del sexo correspondiente a su genética y/o genitales y se “feminice” o “masculinice” afectando a su conducta sexual, que sería la opuesta a la que correspondería a su aspecto externo. En esta situación estaríamos ante una persona transexual.
Por lo tanto, el eslogan del autobús de la organización “ultra-intolerante” denominada “HazteOir” es, entre otras cosas, la expresión de la ignorancia e intolerancia dogmática propia de la religión a que pertenece.
Decir que “los niños tienen pene y las niñas vulva”, es una tautología que nos remite a una época en la que solo conocíamos los aspectos externos y superficiales del sexo. Siendo el fenotipo (aspecto externo) el que lo determinaba, de manera que si tenía pene era niño y si vulva niña, y los casos de genitales confusos se adscribían según la impresión del observador. La conducta sexual esperada era la que correspondía a los genitales observados y en consecuencia eran incapaces de entender y, lo que es peor, tolerar aquellas manifestaciones discordantes, a las que se las calificaba de aberraciones, en lo moral, o de manera caritativa de enfermos a los que había que “curar”.

La ciencia ha avanzado en este terreno y hoy disponemos de los conocimientos para entender la complejidad de la conducta sexual del ser humano o, al menos, comprender que las cosas, a veces, no son lo que parecen. Ante esta situación deberíamos tener la suficiente humildad para tolerar y respetar lo que, por no disponer de formación y conocimientos, no somos capaces de entender. 

lunes, 6 de marzo de 2017

Unión Europea: Importancia de la Política en la Salud.

Cuando pensamos en las causas sobre la salud y la enfermedad nos solemos quedar en las llamadas “causas cercanas”: factores genéticos, agentes infecciosos, adecuada asistencia sanitaria, estilos de vida, etc. Sin embargo detrás de éstas tenemos otras menos visibles, son los “Determinantes Sociales de la Salud”, entre los cuales estarían: Seguridad y calidad del agua y alimentos, precariedad laboral, el acceso y calidad de la vivienda, las condiciones Ecológicas y Medioambientales y disponer de Protección Social y Servicios Sociales. A su vez todos ellos están condicionados por los “Determinantes Políticos”, que dependerán de las elecciones y prioridades de los gobiernos, las empresas y las diversas fuerzas sociales, políticas y sindicales que poseen algún tipo de poder en la toma de decisiones.

La política vigente en la Unión Europea, de manera especial en la eurozona, es una versión moderna del liberalismo clásico, representada por el ordoliberalismo, que tiene su origen en Alemania. Estos nuevos liberales, han solucionado el problema clásico con el estado, el conocido: “no podemos vivir con él ni sin él, y no queremos tener que asumir sus costes”, asignándole una función al servicio del mercado, consistente en establecer el marco general de condiciones que precisan los mercados para operar eficazmente. Para ello necesita sentar las bases de un “orden”, o sea, de un Ordo, y adoptar todas aquellas medidas políticas tendentes a favorecer la competencia, con el respaldo de la política monetaria y de un banco central políticamente independiente, como condición para toda economía que aspire al éxito.
El nuevo paradigma socioeconómico se centra en la ruptura con los compromisos sociales que constituían la base de una “sociedad justa”. Pasando a ser considerados los responsables de la sobrecarga de las finanzas públicas y un lastre para el desarrollo económico. De ahí el mantra de la austeridad del gasto público, especialmente en las partidas dedicadas a la protección social, salud y educación. Al tiempo que se reduce la fiscalidad progresiva con el pretexto de disponer de capital para la inversión privada. Quedando el pleno empleo y la pobreza relegados a un papel secundario, o lo que es peor, convertidos en una alternativa al considerarse útil para reducir el coste de la mano de obra. A ello se añade la falta de control de precios, privatizaciones, protección del capital de inversión extranjera y su desconfianza en la democracia (razón de ser del Banco Central Europeo, independiente de las naciones y de cualquier control democrático). Y si “la situación lo requiere”, como en Italia y Grecia en 2011, se derriban los gobiernos democráticamente elegidos y se sustituyen por “tecnócratas” a la orden de la banca.
Con estos antecedentes podemos afirmar que los “determinantes políticos” de la salud salen mal parados. Y no sólo ellos, pues con estas políticas se está dificultando la salida de los pueblos de la crisis. Si analizamos el “Multiplicador Fiscal”, concepto macroeconómico que nos indica la riqueza producida por cada euro de gasto público, de manera que si es superior a 1 aumenta y cuando es inferior a 1 disminuye, vemos que el multiplicador fiscal en Sanidad, Educación y Vivienda es superior a 3, indicando que por cada euro invertido se multiplica por tres, siendo una inversión rentable desde la economía y vital para la salud y bienestar de los ciudadanos. En cambio el multiplicador fiscal destinado a defensa y ayudas bancarias es inferior a uno, por lo que nos empobrece a los ciudadanos, aunque ellos(los bancos) sigan enriqueciéndose como muestran los datos  publicados en prensa.
Si aplicáramos a las medidas de austeridad los criterios de los ensayos clínicos médicos, un comité de ética los hubiese suspendido hace tiempo y los responsables habrían sido expulsados de la profesión.

El que se siga insistiendo en aplicar la pócima de la austeridad no se debe solo a causas ideológicas. Existen también muy buenas razones materiales para seguir haciéndolo, sobre todo en Europa, dado que lo que se pretende con ella es seguir dejando espacio libre en los balances generales de los estados soberanos para atender la eventualidad de que acabe en la quiebra alguno de los bancos europeos cuyas dimensiones son excesivamente grandes para poder acudir individualmente en su rescate. Por otra parte el denominado “cuerpo económico” de la sociedad no es homogéneo, de manera que no todos sufren las consecuencias de este tipo de medidas. Aquellos que poseen o gestionan el capital, o sea, los causantes de la “enfermedad” (bancos, instituciones financieras, etc.) no solo están saliendo indemnes del agresivo tratamiento sino que han aumentado sus riquezas y poder. Además la pérdida de prestigio que supondría reconocer  su error y responsabilidad en haber causado “tanto daño para nada” no es fácil de asumir dada la mediocridad de sus autores.                                                                              

sábado, 11 de febrero de 2017

Ceguera, Culpa y Cáncer

En el año 2000 la Organización Mundial de la Salud junto a otros organismos fijaron el 4 de febrero como Día  Mundial contra el Cáncer. Su objetivo, concienciar a nivel mundial sobre una de las enfermedades de mayor morbi-mortalidad, difundiendo las acciones de prevención y detección temprana para frenar su alarmante aumento.
Dieciséis años después los datos indican que no vamos por buen camino. Las cifras no sólo siguen aumentando sino que, como en el caso de España, las previsiones para 2016 han sobrepasado, en más de 1000 casos, las estimaciones previstas para el 2020. Y lo que es peor se calcula que a nivel mundial el número de casos se triplicará en dos décadas.
A raíz de estos datos, lo correcto sería que los organismos responsables hicieran una autocrítica y tomaran medidas para cambiar este negro panorama. Sin embargo continuan instalados en una “ceguera voluntaria e interesada” y repitiendo los “mantras” habituales a pesar de su evidente fracaso.
Así, en los días previos al 4 de febrero, los medios nos han mostrado a través de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) los datos referidos anteriormente y lo que, a mi entender resulta más preocupante, la justificación que aportan. Según la SEOM las razones de este aumento de la incidencia están en el envejecimiento de la población y en el estilo de vida (Tabaco, Alcohol, Obesidad y Sedentarismo). La parte positiva de la noticia es que, a pesar de los datos, las cifras de supervivencia de estos pacientes han mejorado, debido fundamentalmente a los progresos en el tratamiento de algunos cánceres como el de mama y colon.
Si aceptamos las razones dadas por los expertos, lo primero a destacar es que “la carga de la culpa”, recae sobre las víctimas. Son las personas afectadas las que con sus “malos hábitos” provocan este incremento de la enfermedad. Algo muy humano, pues ya sabemos que cuando algo va mal solemos señalar a los demás como responsables. Así que en estos asuntos no somos diferentes, lo que va mal (aumento de la incidencia) es responsabilidad de los afectados y el mérito (aumento de la supervivencia) es gracias a los profesionales.
Aunque son muchos los argumentos que se pueden dar contra esta explicación, baste con señalar que los animales salvajes, a los que no podemos acusar de estos malos hábitos, están afectados igual que los seres humanos. Por otra parte la cara más dramática del incremento del cáncer es la juventud de los afectados, bien sean en hombres y el cáncer de próstata, mujeres en el de mama o niños en leucemias y cáncer cerebral. Obviamente resulta deseable para la salud seguir insistiendo en cambiar dichos hábitos y ciertamente la epidemia de obesidad en el mundo occidental constituye un grave problema. Sin embargo no tengo claro que con los otros elementos, sobre todo en lo referente al tabaco estemos empeorando. Según publicaciones en prensa el número de fumadores en nuestro país, aunque sigue siendo alto, ha descendido en los últimos años. Y si nos retrotraemos a las últimas décadas solo basta recordar que en cualquier reunión de hombres, independientemente de su condición sociocultural, el no fumador era “rara avis”. Hoy ocurre lo contrario, el raro es el fumador. Hemos pasado de fumar en los hospitales a no hacerlo en bares y cafeterías. Lo que supone un gran avance para disminuir la exposición y el riesgo asociado al tabaco. Según la AECC en Europa la mortalidad por consumo de tabaco ha comenzado a disminuir en hombres aunque aumenta en mujeres.
En mi opinión hemos vuelto a perder la oportunidad de señalar a otros posibles “villanos”, con una implicación mayor que los mencionados, como agentes responsables de esta mala situación. Me refiero las decenas de miles de productos químicos sintéticos que desde la revolución verde, después de la Segunda Guerra Mundial, estamos vertiendo en el medioambiente, creando una “sopa química” que a través del aire, agua y alimentos  acaba alojándose en los seres vivos, produciendo una elevada “carga química corporal”.
Son estos productos “Xenobióticos” (extraños al organismo vivo) como los pesticidas, metales pesados, plásticos, aditivos, conservantes alimentarios, etc. a los que estamos expuestos de manera extensa y permanente, incluso antes de nacer, los que participan de manera relevante en el incremento del cáncer, enfermedades degenerativas y trastornos reproductivos.
Tenemos el ejemplo del insecticida DDT que sigue apareciendo en las placentas y mamas de mujeres jóvenes de nuestro país, a pesar de su prohibición en 1985. ¡Y en la leche de mujeres esquimales!
Los herbicidas de mayor uso mundial, como el Roundup (Glifosato) de Monsanto y la Atracina de la multinacional Syngenta, ambos cancerígenos y disruptores endocrinos.
El Bisfenol A, presente en los biberones y utensilios infantiles hasta su prohibición. En la actualidad lo encontramos en la composición de plásticos y en los recubrimientos de latas de conservas y de bebidas entre otros.
Los compuestos Organobromados, muy utilizados en electrodomésticos, mobiliario y equipos electrónicos por su actividad como retardantes de llama. Los Organofluorados que los encontramos formando parte de los revestimientos de sartenes (Teflón), en calzado y ropa (Goretex). Además de los Ftalatos presentes en ropa, juguetes infantiles, envoltorios plásticos y en productos de cosmética junto a los Parabenes. Todos ellos con actividad cancerígena.
Como dijo Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Necesitamos una manera diferente de pensar y actuar si queremos sobrevivir a la “Crisis Ecológica Global” (Biodiversidad, Energía, Clima y Salud) en la que estamos inmersos. En lo relacionado con la salud, pasa por la toma de conciencia de los riesgos ambientales, trasladar la “carga de la culpa” a los organismos encargados de vigilar y cuidar de la salud de los seres vivos, abandonando la “ceguera voluntaria e intencionada” en la que están instalados en beneficio de las multinacionales energéticas, petroquímicas y farmacéuticas, y afrontar el problema de la contaminación química, evitando la esquizofrenia actual de nuestra sociedad, en la que por un lado construimos un modo de vida que produce enfermos, desnutridos y pobres; y por otro nos quejamos de no tener dinero para curarlos.


lunes, 2 de enero de 2017

El Obispo, la Navidad y el Laicismo.

El Sr. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, ha utilizado la carta pastoral de Navidad para arremeter, como es habitual en él, contra quienes piensan de manera diferente. Esta vez les ha tocado a los laicos.
No tengo claro si sus palabras se deben a ignorancia, interés en molestar o a ambas cosas. Lo que no me cabe ninguna duda es que son inoportunas, por ser contrarias a la convivencia, paz y amor al prójimo que tanto predican, y tan poco practican. Ni siquiera en “sus fechas navideñas”.
Sin embargo, seguramente imbuido por ese espíritu navideño, me gustaría pensar que no ha querido molestar sino que, como en otras ocasiones, no sabe de lo que habla.
Por otra parte es comprensible su preocupación, si piensa que la sociedad esta “descristianizada”, y ataque a los políticos que no sigan practicando la confesionalidad en un Estado aconfesional, pues le va el pan en ello. Por mucho obispo que sea, es un ser humano con virtudes y defectos.
El contraste de ideas y creencias es un elemento básico para el desarrollo intelectual de las personas, su práctica enriquece y hace progresar el pensamiento. Sin embargo en el  oficio de obispo, el debate con el público no es lo habitual, pues aquellos a los que suele dirigirse y sermonear son devotos seguidores que se limitan a oír y asentir en lo que su ilustrísima les diga, que para eso es la autoridad en la materia. Amén.
Con ese hábito es normal que cuando se salga de las letanías acostumbradas no de pie con bola y que en lo intelectual parezca que ha progresado tanto como en su indumentaria.

Conviene aclarar los errores conceptuales de este Sr. respecto al laicismo, no vaya a ser que alguien cometa la estupidez de creer que sabe de lo que habla y de por válido lo que dice.
El laicismo supone la independencia del individuo o de la sociedad, y especialmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa. Independencia no significa “querer arrancar la fe”, “ni borrar a dios del mapa, de la convivencia y de las expresiones culturales”, ni por supuesto se trata como cree el obispo de ninguna “aberración” -grave error del entendimiento-. Significa que la iglesia realice todo lo que considere oportuno siempre que respete las normas de convivencia y se responsabilice tanto de organizar como de sufragar sus actividades, sin que ello recaiga sobre instituciones públicas o sobre los bolsillos de ciudadanos ajenos a ella. Por eso se vuelve a equivocar cuando habla de un “laicismo radical” puesto que se es independiente del Estado o no se es. No hay términos medios. Es como si dijéramos que una chica está “un poco embarazada”. Error que el Sr. obispo, seguramente sin pretenderlo, utiliza para descalificar el laicismo.
Es una pena pues para informarse solo necesitaba consultar con el diccionario de la RAE, o mejor aún, hablar con teólogos y sacerdotes, que aunque comparten creencias difieren en la manera de vivirla, y están entre los que defienden el laicismo como espacio en el que desarrollar la libertad de conciencia de todas las personas.
El Sr. obispo saca su cara didáctica cuando nos “explica” en qué consiste “la verdadera aconfesionalidad”, pues parece que los demás no la hemos entendido. Y lo hace mezclando aspectos que están en la esencia del concepto con otros de su propia cosecha, para poder defender sus privilegios y criticar a los “falsos aconfesionales”.
Así nos dice algo, aparentemente tan obvio, como que “A nadie se le obliga a creer y nadie tiene que molestarse porque otros tengan fe”. Digo lo de aparentemente porque me asalta la duda de la libertad de elección que tienen los bebes cuando se les inscribe en su organización mediante el bautismo. Por otro lado en la historia reciente de nuestro país hemos sido testigos de “esa libertad” que predican cuando las condiciones se lo permiten.
Añade que “la verdadera aconfesionalidad consiste en admitir a todos (¡como ellos han hecho siempre!), fomentando incluso lo que es de cada uno ¿? y de cada grupo en el respeto de la convivencia. Nunca la aconfesionalidad es ataque, abuso de autoridad para suprimir expresiones que son de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Eso ya no es aconfesionalidad, sino militancia laicista y ataque a los creyentes”. En estos últimos párrafos el obispo atribuye a la militancia laicista lo que su iglesia ha practicado a los no creyentes cuando el Estado era Confesional. Confunde independencia del Estado y ausencia de privilegios con persecución.
La píldora final: “En este sentido, la religión es mucho más tolerante que la militancia atea”. No sé qué entiende este Sr. por militancia atea, pero poner juntos religión y tolerancia es un oxímoron (palabras de significado opuesto), especialmente si hablamos de la iglesia romana, que humildemente, se autodenomina “católica” (Universal, verdadero, infalible…).
Continua: “Por eso, por mucho que se empeñen en ignorarlo o suprimirlo, Navidad es Navidad, no es el solsticio de invierno. Navidad es Jesucristo que nace de María virgen”. Esto es pensar con profundidad. Y tan cierto como que el Sol sale por el este y se pone por el oeste ¿o estaba quieto?

“…Y lo más bonito que se celebra estos días: el encuentro con Jesús, que viene a salvarnos”. ¿De quién?  Quizás de personas como él.